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La UE teme que el traslado de Wagner a Bielorrusia abra una nueva crisis de seguridad

Los Veintisiete fortalecen el sostén a Ucrania para garantizar que fluyan las armas a Kiev como fórmula de “compromiso de seguridad”

Charles Michel Jens Stoltenberg y Josep Borrell en Bruselas
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel; el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y el alto representante para Política Exterior, Josep Borrell, este jueves en Bruselas.OLIVIER HOSLET (EFE)

La UE observa con preocupación el posible movimiento de la compañía de mercenarios Wagner a Bielorrusia. El motín fallido del empresario Yevgueni Prigozhin y algunos de sus hombres contra la cúpula del Ministerio de Defensa de Rusia y la mediación del líder bielorruso Aleksandr Lukashenko, que les ha ofrecido instalarse allí, puede abrir una nueva crisis de seguridad en el flanco oriental, en Polonia, Letonia y Lituania, países fronterizos con Bielorrusia. Así lo han alertado varios líderes de la Unión este jueves en Bruselas, en la cumbre del Consejo Europeo en la que aumentan las voces que reclaman declarar a la empresa de mercenarios —que no solo opera en Ucrania, sino que Rusia emplea como brazo armado oficioso en varios países de África— como “organización terrorista”.

A la presencia en Bielorrusia de armamento nuclear táctico se une ahora una cantidad desconocida de mercenarios en el país aliado del Kremlin. Esto crea una situación más “impredecible” aún, lo que inquieta a los Veintisiete. Aunque la consigna es seguir manteniendo “la cabeza fría”, señalan fuentes presentes en las discusiones de los líderes europeos, no se oculta que la combinación de armas atómicas y un ejército privado que ha demostrado ser capaz de seguir sus propias consignas —aunque estas vayan en contra del supuesto país contratista— añaden, sin duda, más preocupación, no solo entre los países fronterizos con Bielorrusia.

En un complicado equilibrio, al mantener que la rebelión de Prigozhin y los Wagner, así como las purgas que la suceden, son un “asunto interno de Rusia”, los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete han advertido de que lo ocurrido y las grietas que deja en el régimen de Vladímir Putin pueden tener impacto en la guerra en Ucrania y también en la UE. “Hasta ahora, considerábamos a Rusia como una amenaza, porque era una fuerza, y la fuerza se ha utilizado en Ucrania. Ahora, tenemos que mirar a Rusia como un riesgo debido a la inestabilidad interna”, ha lanzado el alto representante para Política Exterior y Defensa, Josep Borrell.

La rebelión fallida, que ha dejado tocado al jefe del Kremlin, ha revitalizado la iniciativa de los Veintisiete de sostener a Ucrania a largo plazo. Esto ocurre, además, cuando todas las señales muestran que la guerra durará. Los líderes de la UE tratarán de demostrarlo fortaleciendo su acuerdo político para que las armas que envían a Kiev sigan fluyendo e intensificando otras fórmulas de cooperación militar, apuntan fuentes comunitarias. Todo esto se halla envuelto en lo que han llamado “compromisos de seguridad a largo plazo”, según el borrador de las conclusiones de la cumbre que ha visto EL PAÍS, que sin embargo avanza renqueante por la amenaza de Polonia y Hungría de bloquear las resoluciones sobre inmigración, según fuentes diplomáticas. El lenguaje sobre “compromisos de seguridad” es maleable y se trata sobre todo de oficializar que ese apoyo es “constante y duradero”, apunta una fuente comunitaria que ha participado en la reunión en la que los líderes han conversado de Ucrania.

“Tenemos que tener muy claro que cualquier movimiento en el sistema político ruso tendrá repercusiones en nuestra seguridad”, ha afirmado el presidente de Lituania, Gitanas Nauseda. Letonia observa con “cautela” los movimientos en Bielorrusia, ha explicado el primer ministro letón, Krisjanis Karins. La presencia allí de Prigozhin y de “un número desconocido de combatientes muy entrenados y hábiles representa una amenaza”, ha dicho. “No sería una amenaza militar frontal, sino un intento de infiltración en Europa con fines desconocidos”, ha precisado Karins, que ha reclamado apoyo para reforzar el control de las fronteras.

El devenir de la compañía de mercenarios Wagner puede tener serias ramificaciones en África, donde la empresa tiene contratistas y juega un papel clave en la explotación de los recursos naturales, ha advertido la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a su llegada a la cumbre, que durará dos días. “Putin ha proyectado su poder a través de Wagner en África y aquí podemos ver los efectos de esa erosión sobre la migración”, ha apuntado la jefa del Ejecutivo comunitario.

Wagner opera en Malí, Libia, República Centroafricana, Siria y Sudán, entre otros. “Lo que mercenarios de Wagner han hecho en Ucrania y África es irresponsable, imperdonable y está ligado a muchos delitos”, ha recalcado el canciller alemán, Olaf Scholz. “También amenaza la estabilidad de un país como Rusia”, ha insistido el político, que se ha expresado con enorme precaución sobre los acontecimientos del país euroasiático: “Nuestro objetivo no es un cambio de régimen, nuestra meta es una Ucrania independiente”, ha dicho.

Purgas en Rusia

En la UE preocupa la situación en Rusia y las purgas que empieza a realizar el régimen de Putin tras el motín fallido de Prigozhin —con la detención del general Serguéi Surovikin—. También inquieta el temor a que la debilidad del Kremlin impulse nuevos ataques masivos sobre Ucrania para mostrar su músculo militar. “Un Putin debilitado es un peligro mayor”, ha incidido Borrell. “Una Rusia inestable también se convierte en un riesgo”, ha añadido el jefe de la diplomacia europea.

Sin embargo, aunque el tono es común, los Veintisiete están divididos en dos grupos. Por una parte, quienes creen que las grietas del Kremlin pueden derivar en un caos peligroso para la UE, sobre todo porque ocurren en Rusia, un país con un potente arsenal de armas nucleares. Al otro lado están los países bálticos, que creen que la amenaza es constante pase lo que pase. “Algunos colegas dicen que un Putin fuerte es menos peligroso que un Putin débil. No estoy de acuerdo con ello”, ha remarcado el lituano Nauseda.

Los Veintisiete coinciden, no obstante, en que ante la perspectiva de una guerra larga, la Unión debe fortalecer su compromiso político de sostén a Kiev. Y lo hará brindándole esos “futuros compromisos de seguridad” que, sin embargo, pueden ser maleables, apuntan fuentes comunitarias. Llegarán a través de la garantía de que la UE seguirá financiando a Kiev y en apoyo militar a través de programas sostenidos de envío de munición y de entrenamiento de las tropas, pero teniendo en cuenta que hay Estados miembros neutrales que no contribuyen a la bolsa común y a los que les preocupa un endurecimiento del lenguaje. Esos “compromisos de seguridad” impulsados por Francia, sin embargo, corren el riesgo de quedarse en solo eso, una declaración política debido a las dudas de algunos Estados miembros sobre la implicación del compromiso y de si supone un paso más a lo que la UE ya ofrece.

El debate va en línea con el que mantienen ahora los países miembros de la Alianza Atlántica, que se decantan por planes bilaterales o en grupo —Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, por ejemplo— para garantizar que las armas siguen fluyendo como “fórmula de seguridad” o de “salvaguardia”, como adelantó EL PAÍS. Son planes que probablemente no satisfagan a Kiev ni a los aliados más partidarios de su ingreso en la OTAN, que permitiría a Ucrania quedar cubierta por el artículo 5 (que establece que un ataque a un aliado representa un ataque a todas los miembros de la organización). La idea que impera es la de armar continuamente y con material puntero a Ucrania para que sea indeseable atacarla. Este es el “modelo puercoespín” y es similar a la asistencia que Estados Unidos brinda a Israel.

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