El Papa censura la vía militarista y pide a la UE “iniciativas valientes de paz” para acabar con la guerra en Ucrania
Francisco ahonda en Lisboa en su discurso contra la desigualdad y los mercados “que producen riqueza, pero no la distribuyen”
El primer discurso del Papa en Lisboa ha sido este miércoles un baño de política con un tirón de orejas a la Unión Europea incluido. “En el océano de la historia estamos ahora en una tempestad. Son necesarias iniciativas valientes de paz. Europa debe ofrecer caminos para poner fin a los conflictos en Ucrania y en otras partes del mundo”, ha reclamado Francisco en el auditorio del Centro Cultural de Belén, donde le escuchaban políticos, diplomáticos y representantes de la sociedad civil portuguesa, apenas tres horas después de aterrizar en la base aérea de Figo Maduro, adonde llegó por la mañana para asistir a la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa.
El día que el pontífice reservó para las reuniones institucionales con las autoridades lusas quedó marcado por un mensaje crítico hacia las decisiones de la UE, a la que censuró por el aumento del gasto militar producido tras la invasión rusa en Ucrania. “Las armas más sofisticadas no bastan porque no son una inversión para el futuro. Se invierte mucho en las armas y no se invierte mucho en el futuro de los hijos”, lamentó en una intervención leída en italiano.
Después de recordar que el Tratado de la UE recoge el compromiso para promover la paz —”no son solo palabras, está en el tratado”— y ensalzar el papel de los padres fundadores de la UE por soñar “a lo grande”, el Papa apeló a la “vieja Europa” para ayudar a pacificar el Mediterráneo, África y el Oriente Próximo y reclamó que use su “creatividad para apagar los focos de guerra”.
El pontífice, que utiliza una silla de ruedas la mayor parte del tiempo y excepcionalmente una muleta, ahondó en los mensajes de las causas que ha abrazado desde que llegó al Vaticano en 2013, como la lucha contra el cambio climático o la desigualdad. Sobre lo primero recordó la gravedad de la cuestión ambiental: “Los océanos se calientan y están llenos de plásticos, la situación muestra hasta qué punto estropeamos la casa común. ¿Cómo podemos cuidar a los jóvenes si no le damos un ambiente para que puedan construir el futuro?”.
Sobre lo segundo destacó las dificultades de los jóvenes para acceder a la vivienda, a un empleo o formar una familia: “La buena política puede intervenir para dar más esperanza. Es necesario corregir desequilibrios económicos de un mercado que produce riqueza, pero no la distribuye”. En la Unión Europea viven 95,3 millones de personas en riesgo de pobreza y exclusión social, según datos de Eurostat publicados hace un mes. España es el cuarto país con más población en esa situación (un 26%), mientras que Portugal ha mejorado su situación (20%) en los últimos años y está por debajo de la media comunitaria (21,6%).
Críticas a la ley portuguesa de eutanasia
En un discurso repleto de alusiones elogiosas a la historia y cultura portuguesas, el Papa también mostró su malestar por la reciente aprobación de la ley de eutanasia, que atravesó un largo calvario legislativo por los sucesivos vetos del presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa. Después de dos años de trabas, dos visitas al Tribunal Constitucional y dos bloqueos del jefe de Estado, la ley fue promulgada el pasado mayo, aunque no entrará en vigor mientras el Gobierno no desarrolle su reglamento. El primer ministro, el socialista António Costa, asistió en primera fila a los reproches de Francisco: “¿Hacia dónde navegáis, Europa y Occidente, con el descarte de mayores, los muros de alambre de púas, las mortandades en el mar y las cunas vacías? ¿Hacia dónde vais si, ante el tormento de vivir, os limitáis a ofrecer soluciones rápidas y equivocadas como el acceso fácil a la muerte?”, interpeló.
No hubo en esta primera intervención referencias a las víctimas de abusos sexuales de la Iglesia, a pesar de que tiene previsto un encuentro con algunas de ellas. En diferentes puntos de Lisboa, Loures y Oeiras, donde se desarrollarán los eventos de la Jornada Mundial de la Juventud, a la que está prevista la asistencia de más de un millón de peregrinos, se han instalado grandes carteles que recuerdan la pederastia con un lema en inglés: “4.800 menores abusados por la Iglesia católica en Portugal”. La iniciativa se ha sufragado mediante una colecta improvisada a través de Twitter en los últimos días. Una de ellas, ubicada en Algés (Oeiras), fue censurada y cubierta con una lona negra. Otros colectivos han aprovechado la visita papal para sus reivindicaciones, como los médicos, que han protagonizado dos jornadas de huelga, y un centenar de policías, que se han concentrado este miércoles frente al palacio de Belén para exigir mejores salarios.
En su defensa de la cohesión social, Francisco ha apostado por invertir más en sanidad y educación que, a su juicio, “no puede limitarse a distribuir nociones técnicas del progreso”. Antes de ser aplaudido con los asistentes en el Centro Cultural de Belén en pie, el pontífice citó en varias ocasiones a autores portugueses como Luis de Camões, Fernando Pessoa o Sophia de Mello Breyner Andresen. Sin duda, la referencia más simbólica de todas ha sido la que dedicó al escritor José Saramago, en el pasado tan denostado por el Vaticano tras la publicación del libro El Evangelio según Jesucristo, que incluso fue atacado tras su muerte como “un populista extremista” en L’Osservatore Romano.
Ya hacia el final de su primer discurso en Lisboa, mientras defendía la idea de fraternidad, Francisco se apoyó en esta cita del único Nobel de Literatura del idioma portugués: “Lo que da verdadero sentido al encuentro es la búsqueda; y es preciso caminar mucho para alcanzar lo que está cerca”.
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