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La desaparición del menor Émile en una aldea de Francia mantiene en vilo al país desde hace una semana

La fiscalía ha suspendido la búsqueda sobre el terreno del niño de dos años y medio para centrarse en las informaciones recopiladas en los últimos cinco días

Desaparición Francia
Agentes y voluntarios son informados antes de participar en la búsqueda del pequeño Émile, el pasado 10 de julio en Le Vernet, el pueblo donde dos días antes se vio por última vez al niño.NICOLAS TUCAT (AFP)
Sara González

No hay pistas ni rastro del pequeño Émile, el niño de dos años y medio que desapareció el sábado 8 de julio en Haut-Vernet, una localidad de 25 habitantes situada en el departamento de los Alpes de Alta Provenza, en el sureste de Francia. La fiscalía ha anunciado este jueves que suspendía las labores de búsqueda sobre el terreno, en las que los gendarmes peinaron 97 hectáreas con ayuda de los familiares y cientos de voluntarios. Las autoridades se centrarán ahora en analizar las informaciones recopiladas en los últimos cinco días, que incluyen datos de las líneas de telefonía y más de 1.000 mensajes dejados en el canal especialmente abierto para el caso.

El fiscal de Digne-les-Bains, Rémy Avon, explicó el jueves por la noche a la agencia France Presse (AFP): “Aquí terminan las actividades de barrido judicial previstas. Pero, evidentemente, volveremos al lugar de los hechos si los indicios o elementos recogidos hasta ahora nos indican que tenemos que regresar para comprobar algunas cosas o registrar determinados lugares”.

La investigación se centrará ahora en buscar informaciones en la red de telefonía móvil. La zona dispone de una antena que registra sistemáticamente los números de teléfono y los horarios de conexión, ha informado la emisora Franceinfo. Otras seis, situadas en un radio de 20 kilómetros alrededor del pueblo, serán también examinadas.

La desaparición del pequeño de pelo rubio y ojos marrones ha conmocionado al pueblo de 30 casas, situado en una zona escarpada y montañosa. Cuando se le perdió la pista el pasado sábado, Émile estaba jugando en casa de sus abuelos maternos, donde también se encontraban otros miembros de la familia, con excepción de los padres. Llevaba un pantalón corto, una camiseta amarilla y zapatos de montaña.

Las últimas personas que lo vieron fueron dos vecinos, que relataron que el niño iba caminando por una callejuela de la aldea a las 17.15 horas. No notaron nada extraño y no se alarmaron al verlo, al ser una zona muy tranquila en la que los menores suelen caminar libremente, según las autoridades.

Desde entonces, el caso está rodeado de incógnitas. ¿Se habrá perdido, Émile? ¿Fue secuestrado? ¿Fue víctima de un accidente o de un homicidio? “Ninguna hipótesis ha ganado peso ni ninguna ha sido excluida”, insistió el jueves el fiscal. El domingo, un día después de haber sido notificada de la desaparición, la justicia abrió una investigación por “desaparición preocupante”.

La aldea está acordonada desde el martes y lo estará al menos hasta el próximo lunes, ha declarado este viernes a los medios el alcalde de Le Vernet, François Balique. “Se trata de proteger a los habitantes y a la familia de Émile. Quiero reducir la presión mediática y evitar el riesgo de turismo de mirones”, ha explicado al diario Le Figaro. El edil, de 74 años, espera que el pequeño siga vivo a medida que van pasando los días.

Ni siquiera un fragmento de tela

En un primer momento, los rescatistas —ayudados por unos 500 voluntarios, según la prefectura de los Alpes de Alta Provenza— peinaron un perímetro de cinco kilómetros a la redonda de la localidad. En vano. También interrogaron a todos los habitantes del pueblo y registraron las 30 casas y los 12 vehículos estacionados en el pueblo.

La gendarmería indicó que las investigaciones, que se extendieron después, movilizaron a un total de 80 gendarmes, así como una decena de soldados especializados, perros rastreadores, drones y un helicóptero de apoyo. Pero tras días de búsquedas en los campos, las fincas, y los bosques de los alrededores, no encontraron nada. Ni siquiera un fragmento de tela.

Émile había llegado a la aldea para pasar el verano en la residencia secundaria de sus abuelos. La familia, originaria de La Bouilladisse, cerca de Marsella, veranea en Haut-Vernet desde hace más de dos décadas, según ha precisado la prensa local. La fiscalía no ha detallado cuántos familiares estaban presentes en el momento de la desaparición, pero indicó que los padres no se encontraban allí. El abuelo del pequeño tuvo diez hijos, entre ellos Marie, la madre de Émile.

No es la primera vez que una tragedia causa conmoción en este pequeño pueblo. En marzo de 2015, un avión de Germanwings con 149 pasajeros a bordo que cubría el trayecto Barcelona-Düsseldorf (Alemania) se estrelló en una zona proxima a la localidad. Siete años antes, en 2008, la encargada de una cafetería del pueblo, Jeannette Grosos, fue asesinada por un cliente, ha recordado la prensa local.

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