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España, Reino Unido y Canadá encabezan la discrepancia de los aliados con la decisión de EE UU de entregar bombas de racimo a Ucrania

Alemania, Francia e Italia también se distancian de la medida, pero optan por un tono más comprensivo

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, durante una conferencia de prensa en Bratislava, el 7 de julio.Foto: TOMAS BENEDIKOVIC (AFP) | Vídeo: EPV
Andrea Rizzi

La decisión del Gobierno de Estados Unidos de entregar bombas de racimo a Ucrania ha generado incomodidad y rechazo entre muchos aliados occidentales que se hallan en el grupo de los más de 100 países firmantes de la convención para la prohibición de ese tipo de armas. Ni Estados Unidos, ni Rusia, ni Ucrania son parte de la misma. El episodio se produce en vísperas de la cumbre de la OTAN, cuya celebración está prevista en Lituania los próximos martes y miércoles. El Ejecutivo español, a través de la ministra de Defensa, Margarita Robles, ha pronunciado una de las declaraciones de discrepancia más rotundas con respecto a la decisión de la Casa Blanca.

“Nuestro apoyo a Ucrania es total y absoluto. Pero, respetando las decisiones de un país soberano como es EE UU, España no comparte esa decisión. Estamos en contra de enviar bombas de racimo”, dijo la ministra este sábado en un acto del PSOE en Madrid. “España tiene un compromiso firme con Ucrania, pero también un compromiso firme con que determinadas bombas no se pueden entregar en ningún caso. Ucrania está ejercitando el derecho a la legítima defensa. La posición de España es clara y rotunda: no a las bombas de racimo y sí a la legítima defensa que entendemos que no se realiza con este tipo de armas”, agregó.

El Gobierno de Canadá también fue claro en un comunicado: “No respaldamos el uso de bombas de racimo y estamos comprometidos con acabar con el efecto que estas municiones tienen sobre los civiles. Nos tomamos en serio nuestra obligación de alentar su adopción universal”.

El primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak, afirmó por su parte que su país está decidido a honrar su compromiso con la convención, “que prohíbe la producción de las bombas de racimo y desalienta su utilización”.

Alemania, Francia e Italia también han manifestado su discrepancia con la decisión y su voluntad de respetar la convención, pero han recurrido a formulaciones que introducen elementos de comprensión con el gesto de la Casa Blanca.

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El ministerio de Exteriores francés señaló “comprensión por la decisión a la cual ha llegado EE UU en su deseo de ayudar a Ucrania en el ejercicio de su legítima defensa”.

Steffen Hebestreit, portavoz del Ejecutivo alemán, también mostró tolerancia con la decisión. Se declaró “convencido de que los amigos estadounidenses no han tomado a la ligera la decisión de entregar las municiones en cuestión”.

El ministro de Defensa italiano, Guido Crosetto, manifestó en Twitter: “Italia se ha adherido a la convención sobre las bombas de racimo, que prohíbe el uso, la producción, la transferencia y el almacenamiento. Yo era subsecretario de Defensa en 2011, cuando la ratificamos. PD: Los rusos las usan desde siempre. También en Ucrania. Desde el principio”.

Víctimas civiles

Las bombas de racimo son dramáticamente problemáticas porque tienden a causar muchas víctimas civiles. Se trata de armas que se disparan con un proyectil que posteriormente libera decenas de granadas. Estas, supuestamente, estallan con el impacto, pero su historial evidencia que un porcentaje significativo no lo hace en el momento y que estas se quedan, por tanto, sin explotar sobre el terreno, con el riesgo subyacente para los civiles que en el futuro puedan pisarlas.

Washington ponderó mucho la decisión, consciente de la polémica que acarrearía. El presidente de EE UU, Joe Biden, reconoció que fue una decisión difícil, pero que la tomó porque Ucrania necesita artillería. El intenso empleo de munición y los cuellos de botella en las cadenas de producción han provocado que el suministro de piezas de artillería sea inferior al que Kiev dice necesitar.

El viernes, el asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan, justificó la medida de la siguiente manera: “Reconocemos que crean un riesgo para los civiles derivado de municiones sin explotar. Pero hay también un enorme riesgo para ellos si las tropas y los tanques rusos logran conquistar más territorio de Ucrania y subyugar más civiles de Ucrania, porque Ucrania no tiene suficiente artillería. Ucrania no usará estas armas para conquistar tierras extranjeras. Están protegiendo su territorio y sus ciudadanos. Están motivados para hacer un uso que minimice los riesgos para sus ciudadanos”.

El ministro de Defensa de Ucrania, Oleksi Reznikov, prometió que su país utilizará estas municiones “para la liberación de nuestros territorios reconocidos internacionalmente. No se emplearán en el territorio de Rusia. Las necesitamos para liberar territorio y proteger las vidas de nuestros ciudadanos”.

La portavoz del Ministerio de Exteriores de Rusia, María Zajárova, señaló en un comunicado que “la entrega de bombas de racimo es un gesto de desesperación y la evidencia de impotencia ante el fracaso de la llamada ‘contraofensiva de Ucrania’. Otra ‘arma milagrosa’ a la que Washington y Kiev recurren sin pensar en sus graves repercusiones y que no tendrá impacto sobre el desarrollo de la operación militar especial [el eufemismo con el que Moscú describe su invasión de Ucrania]”. “Washington es bien consciente de que las promesas de los nazis ucranios de que usarán estas armas indiscriminadas con ‘cuidado’ y de forma ‘responsable’ no tienen ningún valor”, agregó la portavoz.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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