La rotura de la presa en el Dniéper deja sin agua potable a cientos de miles de personas en Ucrania
Kiev califica el siniestro de “terrible acto terrorista” de Moscú y alerta de que más de 40.000 ciudadanos de 80 localidades están en riesgo de inundación
Pueblos y campos inundados, rescates en botes de goma, afectados que intentan salvar sus pertenencias en bolsas de plástico. La rotura de la presa de Nova Kajovka en el río Dniéper ha dejado un paisaje de desolación en el sur de Ucrania, donde al menos 5.900 personas han sido desplazadas en ambas orillas. Casi 1.900 personas han sido evacuadas en la zona controlada por Ucrania, según las autoridades de Kiev. En los territorios ocupados por Rusia, más de 4.000 personas han sido realojadas en otras localidades, según las autoridades fieles a Moscú. En un primer balance del desastre, el Gobierno ucranio estima que unas 10.000 hectáreas de terreno agrícola han quedado anegadas; al menos 20.000 hogares y empresas están sin luz y “cientos de miles” de afectados no tienen acceso a agua potable. Y la catástrofe no ha terminado: un total de 80 localidades, en las que residen unas 42.000 personas, corren el riesgo de inundarse. Además, según las predicciones del Ejecutivo ucranio, 500.000 hectáreas cultivables (en torno al 2% del suelo agrícola del país) pueden convertirse en “desiertos” por problemas en el riego.
Las autoridades de Kiev y Moscú continúan culpándose mutuamente de haber destruido la presa. De momento, no han informado de víctimas mortales, aunque sí de una decena de desaparecidos, siete en zona bajo control ruso y tres en la que sigue en manos ucranias. Todo ello en medio de los planes de la esperada contraofensiva de Ucrania, que Rusia ha dado ya por iniciada, pero sobre la que Kiev no confirma nada. El inmenso río Dniéper, que separa a ambos ejércitos en Jersón, a unos 60 kilómetros de la presa, es uno de los escenarios que se presupone clave para esa gran operación militar.
El ministro de Infraestructuras, Oleksandr Kubrakov, ha alertado durante una visita a la zona del peligro del movimiento de minas, de la propagación de enfermedades y la mezcla de sustancias químicas con el agua, informa la agencia Reuters. En algunos puntos, según el gobernador regional de Jersón, Oleksandr Prokudin, el agua supera los cinco metros y los servicios de rescate han de moverse en barcas. En la orilla oriental del Dniéper, en la zona ocupada por Rusia, crece la sensación de caos entre la población y el temor a brotes epidémicos por la muerte masiva de animales y la inundación de los cementerios. Por su parte, las autoridades impuestas por el Kremlin en la zona prometen a los afectados un pago de 10.000 a 50.000 rublos (entre 115 y 570 euros), “según el grado de los daños” sufridos en sus hogares, informa Javier G. Cuesta.
Además de la catástrofe humana y medioambiental, el derrumbe de la infraestructura también despierta el temor a que afecte a la central nuclear de Zaporiyia, la más grande de Europa y ubicada a orillas del Dniéper. De momento, la planta, que depende del nivel de agua adecuado para su refrigeración, no ha sufrido problemas, según ha confirmado el Gobierno de Kiev.
“Actualmente, no existe una amenaza directa”, destaca también el Ministerio de Energía a través de un comunicado refiriéndose a la central nuclear. Es “poco probable” que esas instalaciones tengan “problemas de seguridad adicionales inmediatos”, según los servicios secretos del Reino Unido, que hacen un seguimiento diario de los aspectos más críticos de la seguridad en el país invadido.
Pese a que el agua de Nova Kajovka es esencial para refrigerar los reactores de la planta de Zaporiyia, en un principio, “no existe riesgo inminente para la seguridad”, declaró el martes el director del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi. Consciente en todo caso de la importancia del enclave, ocupado por militares rusos y escenario constante de combates, Grossi viajará la semana que viene a la planta, donde una misión del OIEA supervisa el lugar desde el pasado septiembre. El nivel de agua en la presa se encuentra normalmente en los 16 metros. Si desciende por debajo de los 13,2, hay peligro de que el sistema de refrigeración no pueda responder, según el Ministerio de Medio Ambiente de Ucrania.
Las de la central de Zaporiyia son las instalaciones más críticas y que más preocupan desde el siniestro en la madrugada del martes. Según el Ministerio de Energía, el siniestro también ha inundado 129 subestaciones transformadoras en Jersón, así como dos plantas de energía solar en la región de Mikolaiv.
Hasta este miércoles por la mañana, se han inundado 1.852 casas en el margen occidental del Dniéper, la mayoría en el distrito de Korabel, al sur de la ciudad de Jersón, según el gobernador regional. La occidental es la orilla que se encuentra bajo control ucranio desde que las Fuerzas Armadas locales lograron expulsar a los rusos hace siete meses.
La mañana de este miércoles, día y medio después de la rotura de la presa, el nivel del agua había descendido 2,5 metros y seguían inundándose zonas del entorno, aunque a un ritmo menor que el martes, según la empresa pública Ukrhydroenergo, que gestiona las centrales hidroeléctricas. La empresa nacional de ferrocarriles, Ukrzaliznytsia, organizó en las primeras horas un dispositivo de evacuación que operó desde la ciudad de Jersón hacia Mikolaiv, pero la ausencia de grandes grupos de población en las zonas afectadas por el siniestro no hace necesario fletar convoyes especiales, explicaron a EL PAÍS fuentes de la compañía.
Las autoridades de Kiev insisten en responsabilizar a las fuerzas de ocupación rusas de un ataque deliberado para destruir la presa. “Los terroristas rusos han demostrado una vez más que son una amenaza para todo ser viviente. La destrucción de una de las reservas de agua más grandes de Ucrania es absolutamente deliberada”, dijo el presidente, Volodímir Zelenski, a través de su perfil de la red social Twitter. “Se trata de uno de los más terribles actos terroristas de esta guerra”, declaró el ministro Kubrakov durante su visita a Jersón. Además, Ucrania califica lo ocurrido de “ecocidio”. El equipo de Zelenski ha publicado un vídeo en el que aparecen peces muertos en la orilla del Dniéper.
Las inundaciones benefician, a primera vista, a las tropas rusas, según el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, según sus siglas en inglés), un centro de Estados Unidos que no dispone, sin embargo, de datos para determinar quién está detrás de la rotura. “Ensanchar el río Dniéper y complicar los intentos de contraofensiva ucrania” podría ser una táctica buscada por los militares del Kremlin, señala en su informe diario.
Jersón es, además, una de las regiones más minadas en la actual guerra. El Comité Internacional de la Cruz Roja ha alertado este miércoles del peligro de que el agua mueva las minas que quedan por retirar, así como la señalización colocada para alertar a la población y que no acceda a las zonas sin limpiar.
Nova Kajovka es un enclave estratégico que ocupan desde el año pasado tropas rusas. De esas instalaciones depende en gran parte el suministro de agua a la población de la península de Crimea, que Rusia ocupa desde 2014. La tensión es patente allí desde hace meses. El ejército local se hizo en noviembre con el control de la capital regional, Jersón, enclavada unos 60 kilómetros más abajo, cerca de la desembocadura en el mar Negro. Aquella contraofensiva consiguió expulsar a las tropas invasoras de la margen derecha, pero en todos estos meses, pese a intentarlo, no han conseguido recuperar el control de Nova Kajovka.
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