Ucrania intensifica las operaciones de confusión en suelo ruso como previa a la contraofensiva
El asalto sorpresa a la región de Bélgorod se enmarca en una estrategia de Kiev de distracción de las líneas defensivas del invasor
Quedan pocas semanas, o quizá solo días, para que Valeri Zaluzhni dé la orden de lanzar la contraofensiva más determinante de la guerra. Solo el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Ucranias y un puñado de personas más saben cuándo y dónde se asestarán los golpes que deben permitir romper las defensas rusas y recuperar todo el territorio posible. Pero la maquinaria de la contraofensiva ya está en marcha. La incursión iniciada el lunes en territorio ruso por parte de paramilitares rusos opositores a Vladímir Putin constituye una pieza clave en la nueva fase de operaciones de confusión del enemigo.
Dos grupos de milicianos rusos opositores al Kremlin accedieron la mañana del lunes desde Ucrania a la provincia rusa de Bélgorod. Las organizaciones se denominan Cuerpo de Voluntarios Rusos y Legión Rusia Libre y están lideradas por conocidos ultraderechistas rusos. En cuestión de minutos tomaron el control del puesto fronterizo de Kozinka, entre la provincia rusa de Bélgorod y la ucrania de Sumi. Las unidades infiltradas entraron en Rusia en vehículos blindados de infantería estadounidenses y como mínimo contaban con el apoyo de un tanque soviético. Todos los vehículos llevaban distintivos del Ejército de Tierra ucranio.
En una operación relámpago, un centenar de hombres (cifra aportada por cuentas de Telegram próximas a las dos organizaciones) se hicieron con el control de unos 30 kilómetros cuadrados, adentrándose unos 8 kilómetros en territorio ruso y llegando a ocupar sectores de varias aldeas fronterizas. El Gobierno ruso decretó la entrada en vigor de una “operación antiterrorista” para forzar la retirada de estos grupos infiltrados. El gobernador de Bélgorod, Viacheslav Gladkov, comunicó en la mañana de este martes que la operación continuaba en marcha. Al mediodía, el Ministerio de Defensa ruso dio por concluidos los combates. “Los restos de los nacionalistas han sido expulsados a Ucrania desde la región de Bélgorod”, proclamó el portavoz del organismo, Ígor Konashénkov.
La respuesta del Cuerpo de Voluntarios Rusos no se hizo esperar e hicieron públicos nuevos vídeos que supuestamente demostrarían que a primera hora de la tarde continuaban combatiendo en territorio enemigo. Según la versión de Moscú, las unidades enemigas sufrieron más de 70 víctimas mortales y la pérdida de cuatro transportes blindados de infantería. A partir de cuentas militares rusas, sí se ha podido verificar que por lo menos han sido capturados dos International MaxxPro, un vehículo aportado por Estados Unidos, y varios blindados más han sido destruidos. También han aparecido imágenes de seis lanzacohetes suecos AT4 que los infiltrados habrían abandonado. Tanto los AT4 como los MaxxPro son armas diseñadas para emboscadas y combate urbano. Por su parte, los atacantes habrían conseguido capturar dos blindados de infantería rusos.
Denis Nikitin, líder del Cuerpo de Voluntarios Rusos, ha asegurado en una entrevista en el Financial Times que sus hombres continuaban en suelo ruso en la tarde de este martes. Nikitin es un conocido ultraderechista que tomó parte en marzo en otra incursión de sabotaje en la provincia rusa de Briansk. En la Legión Rusia Libre también actuó como cabecilla de la operación Alexei Levkin, otro radical ultraderechista exiliado fuera de Rusia. La confusión ha dominado desde el primer momento la situación en Bélgorod. Un medio ruso independiente como Marsh aseguraba la tarde de este martes que los infiltrados todavía ocupaban parte del territorio. Canales de Telegram rusos de análisis de la guerra de referencia como Rybar daban, en cambio, por definitivamente liquidada la infiltración a las cinco de la tarde.
La oficina del presidente ucranio, Volodímir Zelenski, ha reiterado no tener ningún vínculo directo con el ataque, pero esta afirmación es difícil de sustentar si se tiene en cuenta que los infiltrados llevan armamento utilizado por las Fuerzas Armadas Ucranias y han entrado en Rusia desde su territorio. Además de los vehículos, los paramilitares estaban equipados con morteros y drones de reconocimiento y de ataque. Las autoridades rusas afirman, además, que artillería ucrania ha estado apoyando a los infiltrados. Miembros de las fuerzas especiales ucranias han indicado a este diario que ha habido participación ucrania en la preparación de la misión. Estas mismas fuentes indicaron que por la tarde se había iniciado la retirada.
Preocupación entre los aliados
Jimmy Rushton, uno de los analistas británicos de defensa más citados de la guerra, advertía este martes en sus redes sociales de que los aliados internacionales de Kiev ven con preocupación los ataques ucranios en suelo ruso: “Rusia había asumido, probablemente de forma correcta, que los ataques ucranios en Rusia pondrían nerviosos a sus socios occidentales. Por eso Kiev está utilizando fuerzas indirectas rusas”. Una línea roja que ha reiterado la Casa Blanca es que su armamento suministrado a Ucrania no se utilice en territorio ruso.
Tanto Rushton como otros expertos militares, como el teniente general estadounidense Mark Hertling, dan por hecho que el operativo en Bélgorod se enmarca en un plan de distracción ucranio ante la inminente contraofensiva. “Es una operación de confusión muy inteligente que busca meter presión a las fuerzas rusas ante la contraofensiva”, escribió en el diario Ilta Sanomat Jyri Lavikainen, experto en seguridad del Instituto Finlandés de Estudios Internacionales.
Klaus Eriksen, oficial retirado de la Armada danesa, y analista habitual de la invasión, comentaba en sus redes sociales que lo que había conseguido Ucrania con la situación en Bélgorod es obligar al ejército ruso a cubrir un territorio mucho mayor: “Con su batida al otro lado de la frontera, los ucranios han logrado duplicar el frente que los rusos deben ahora proteger. Moscú tiene que asumir que habrá otras incursiones similares en el futuro”. “Los rusos deberán a partir de ahora destinar más recursos a proteger sus propias fronteras”, concluía Eriksen.
En los meses de abril y mayo también se han incrementado los asaltos anfibios ucranios en el río Dniéper a su paso por las provincias de Jersón y Dnipropetrovsk. En esta parte del frente, el río es la línea divisoria entre los dos ejércitos. Estas operaciones sirven tanto para tantear las defensas rusas como para tomar posiciones temporalmente dentro de territorio enemigo y forzar el movimiento de sus tropas.
Los analistas dan por hecho que en los próximos días se sucederán otros movimientos que descoloquen a las tropas de Moscú. Cuentas militares de Telegram rusas, como Rusich, próxima a Wagner, informaron este martes de que tropas ucranias y miembros del Cuerpo de Voluntarios Rusos habían intentado asaltar otros puntos fronterizos entre Járkov y Bélgorod, hasta llegar a los asentamientos de Bogun-Godorok y Shchetinovka. Estos dos municipios se encuentran 35 kilómetros más al este de la zona ocupada el lunes.
En la capital de la provincia, Bélgorod, observan con preocupación cómo la guerra ha cruzado la frontera y se encuentra a apenas medio centenar de kilómetros de sus casas. “Ayer fue muy ruidoso, volaba un cohete tras otro. Hoy está todo tranquilo”, cuenta a este periódico una fuente de aquella ciudad. Sin embargo, el nerviosismo es palpable en cualquier conversación. El alcalde de Bélgorod, Valentín Demídov, ha pedido tranquilidad a sus vecinos. “Por favor, mantengan la calma, hay muchas informaciones falsas sobre bombas en los edificios de Bélgorod. Usted y yo sabemos que esta es una de las vías de los ataques de desinformación (…). Solo hay un objetivo: desestabilizar la situación, hacer que la gente tenga miedo y entre en pánico”, ha escrito Demídov en su perfil en redes sociales. Las autoridades regionales han elevado a un muerto y 12 heridos las víctimas civiles del ataque.
La contraofensiva ucrania sorpresa de septiembre que liberó la provincia de Járkov también estuvo precedida por maniobras de distracción del enemigo. En aquella ocasión, la trampa fue un movimiento anunciado a bombo y platillo de tropas hacia el frente de Jersón. El Estado Mayor ruso dio por hecho que la ofensiva se produciría allí. En octubre, un sabotaje mediante un camión bomba destruyó parcialmente el puente de Kerch, la infraestructura que conecta Rusia con Crimea, la península anexionada ilegalmente en 2014. Aquel ataque redujo severamente la capacidad de suministro para las tropas rusas en la línea defensiva de Jersón. Un mes y medio después, en noviembre, las Fuerzas Armadas Ucranias liberaban la parte occidental de la provincia de Jersón, incluida su capital.
Peskov, sin palabras
Para el Kremlin ha sido difícil justificar que sucedan combates así en su territorio un año y tres meses después de lanzar su ofensiva sobre Ucrania. “Lo ocurrido ayer [en Bélgorod] nos causa profunda preocupación. Esto confirma una vez más que los combatientes ucranios continúan sus actividades contra nuestro país, y esto requiere un gran esfuerzo de nuestra parte”, ha manifestado el portavoz de Putin, Dmitri Peskov.
El representante del presidente ruso se quedó sin palabras cuando la prensa le preguntó por qué sus Fuerzas Armadas no han podido rechazar la incursión de saboteadores en un solo día. “No puedo decir exactamente qué es lo que está pasando. Este tema es más apropiado para nuestros agentes del orden, el Ministerio de Defensa y el Servicio Federal de Seguridad (FSB)”.
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