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Militares amparados por Kiev toman posiciones en territorio ruso

Una incursión de soldados rusos opositores a Putin con armamento ucranio desata el pánico en la provincia fronteriza de Bélgorod

Guerra de Rusia en Ucrania
La 92ª brigada de tanques se prepara para el frente en un lugar no revelado cerca del pueblo de Kivsharivka, en la región ucrania de Járkov, el 10 de mayo de 2023.Europa Press/Contacto/Lev Radin (Europa Press/Contacto/Lev Radin)

Una nueva incursión militar dentro de territorio ruso le ha bastado a Kiev para desatar el nerviosismo al otro lado de la frontera. Pero en esta ocasión, a diferencia de otras operaciones encubiertas ucranias en suelo ruso, la operación es a una escala que no se había visto en toda la guerra. Varias unidades de saboteadores formadas por voluntarios rusos que se oponen al Kremlin —según Ucrania— irrumpieron este lunes en la provincia de Bélgorod y desataron el caos en varios pueblos. Los habitantes de la zona, acostumbrados a escuchar el sonido de la guerra de fondo, huyeron en desbandada. Las autoridades rusas elevaron el nivel de alarma en la provincia a un inédito estado de operación antiterrorista. Ninguna de las partes informó de víctimas mortales.

“La mayor parte de la población ha abandonado el territorio. El que tenga la oportunidad, que viaje en transporte personal, y ayudaremos al que no tenga la oportunidad”, ha manifestado el gobernador de Bélgorod, Viacheslav Gladkov, horas después de haber negado que su administración preparase una evacuación del distrito de Gráivoron, la zona donde se desataron las escaramuzas este lunes. “Se han preparado puntos de alojamiento temporales”, agregó el alto cargo.

Los servicios de inteligencia del Ministerio de Defensa de Ucrania aseguraron a medios de su país que los grupos que han penetrado en Bélgorod están compuestos por miembros del Cuerpo de Voluntarios Rusos y de la Legión de la Libertad de Rusia. Ambas son supuestas organizaciones de exiliados rusos que luchan contra el Kremlin y que se han puesto del lado de Kiev en una guerra que ya suma 453 días. Su última incursión que copó titulares tuvo lugar a principios de marzo, cuando el Cuerpo de Voluntarios Rusos se atribuyó otra batida en la región de Briansk que obligó al presidente Vladímir Putin a convocar a su Consejo de Seguridad. La operación actual se diferencia de la de marzo en que va más allá de ser un ataque relámpago: los grupos apoyados por Kiev han tomado posiciones en territorio ruso, a una distancia menor de 10 kilómetros desde la frontera ucrania.

La información sobre la actuación de los paramilitares ha sido confusa. Kiev dijo que estos supuestos voluntarios pretenden “crear una zona de seguridad para la protección de los civiles ucranios”. “Ucrania observa con interés y estudia los acontecimientos de la región rusa de Bélgorod, pero no tiene relación directa con ellos”, aseguró Mijailo Podoliak, asesor del presidente Volodímir Zelenski. Los vídeos difundidos por estos grupos muestran que contarían por lo menos con seis vehículos de infantería y un tanque con distintivos de las Fuerzas Armadas Ucranias. En una entrevista del pasado abril con el general Serguéi Melnik, comandante del Ejército de Tierra ucranio en la provincia de Járkov, este subrayaba que era prioritario poder golpear las posiciones militares rusas al otro lado de la frontera porque bombardean impunemente su provincia.

Por su parte, el portavoz de Putin, Dmitri Peskov, afirmó que Moscú ha lanzado contra los saboteadores todo tipo de tropas, incluidos miembros de las fuerzas armadas, de la Guardia Nacional —que solo obedece órdenes del presidente—, del Servicio Federal de Seguridad (FSB) y del servicio de protección fronteriza. Sin embargo, no hay ningún balance de víctimas mortales en ambos bandos.

La zona elegida para esta batida está resguardada por dos ríos y está muy próxima a la frontera ucrania, lo que facilitaría la retirada de los incursores. Por la mañana, cuando las autoridades rusas negaban la irrupción en su territorio, varios canales de Telegram rusos y ucranios mostraban vídeos no autentificados que mostraban transportes blindados y al menos un carro de combate pesado supuestamente filmados en el punto de control de Gráivoron. En uno de los vídeos, difundidos por los uniformados que entraron desde la provincia ucrania de Járkov, aparece el cadáver de un militar ruso en Gráivoron que supuestamente no quiso rendirse.

La gobernación de Bélgorod ha informado de ocho personas heridas —sin concretar si son civiles o militares— en este confuso ataque sin ninguna víctima mortal. Tres civiles, dos hombres y una mujer, fueron hospitalizados por sufrir heridas de metralla, siendo esta última internada en cuidados intensivos en estado crítico, mientras que otra mujer recibió una herida en una mano, según Gladkov. Además, al menos tres casas y un jardín de infancia fueron golpeados por los proyectiles, según la versión rusa. Según los canales de Telegram prorrusos, habría más heridos que los ocho declarados oficialmente, e incluirían tanto civiles como militares.

El frente se extiende más de 1.200 kilómetros en Ucrania, pero la incursión que ha acaparado la atención este lunes y ha ensombrecido la supuesta conquista rusa de la ciudad de Bajmut, negada por Kiev, apenas ha abarcado menos de una decena de kilómetros de longitud en territorio ruso. Las explosiones alcanzaron varios pueblos del municipio de Gráivoron, especialmente Kozinka —donde cayeron proyectiles de mortero—, Glotovo, Gora-Podol y la propia localidad de Gráivoron, punto de control fronterizo situado a unas pocas decenas de kilómetros al noroeste de la ciudad ucrania de Járkov.

Estado de operación terrorista

Tras negar que su provincia hubiera sido blanco de una incursión ucrania, Gladkov declaró el estado de operación terrorista, un nuevo nivel de amenaza que el presidente Putin estableció por decreto en octubre del año pasado. “Se establecen medidas especiales y restricciones temporales: desde la verificación de los documentos que acrediten la identidad de los individuos a la suspensión de las actividades de las industrias de riesgo que utilicen sustancias explosivas, radiactivas, químicas o biológicamente peligrosas”, proclamó el gobernador regional.

“Todos los eventos han sido cancelados en Bélgorod”, ha contado a este periódico una fuente en la capital de la provincia. La intervención de las fuerzas rusas ha incrementado la sensación de amenaza entre la población. “Casi no hay comunicación por móvil ni internet en aquellas zonas donde se está realizando un operativo especial”, ha asegurado una fuente a la agencia de noticias rusa Tass.

Quince meses después de que Putin lanzase su ofensiva sobre Ucrania, una incursión así en territorio ruso ha creado aún más estupefacción ante los nervios por la inminente contraofensiva de Kiev. Atrapados por un discurso oficial que apenas ha cambiado a lo largo de la guerra, una agencia de noticias rusa situó esta escaramuza vivida dentro de la propia Rusia en “zona de la operación militar especial” en uno de sus titulares.

Esta invasión de territorio ruso llega dos semanas después de que el diario The Washington Post hiciera públicos documentos secretos del Pentágono en los que se informaba de que el presidente Zelenski había planteado en reuniones con sus generales la posibilidad de ocupar pueblos rusos próximos a la frontera para tener más peso en una negociación para terminar con la guerra.

Mark Hertling, teniente general retirado del ejército estadounidense, compartió un análisis en sus redes sociales en el que señalaba que la incursión en la provincia de Bélgorod es una maniobra vinculada a la inminente contraofensiva ucrania: “La doctrina militar indica que una incursión de este tipo dura lo que es necesario para conseguir sus objetivos”, apunta Hertling, “crear confusión o pánico en el enemigo, para luego retirarse”. “Estas operaciones son habituales para confundir al enemigo antes de una gran ofensiva, para desviar al enemigo del lugar donde se producirá el principal ataque”, añade.

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