Francia se repliega en África entre acusaciones de neocolonialismo y ante la pujanza rusa y china
El presidente Macron decreta, al inicio de una gira de cuatro días por el continente, el fin de la era de la ‘Françafrique’
Emmanuel Macron dio este jueves por enterrada la Françafrique, contracción de Francia y África que designa la red clientelar de intereses económicos, políticos y militares que París tejió a partir de los años sesenta con sus antiguas colonias. La Françafrique lleva años languideciendo y es un anacronismo de la era de la globalización, pero el presidente francés quiso dejarlo bien claro al inicio de una gira africana marcada por el creciente sentimiento antifrancés en el continente y la pujanza de China y Rusia.
“La era de la Françafrique ha pasado”, sentenció Macron en un discurso ante la comunidad francesa en Libreville, capital de Gabón. “Pero a veces tengo la sensación de que las mentalidades no evolucionan al mismo ritmo que nosotros cuando leo u oigo que se atribuyen a Francia intenciones que no tiene, que ya no tiene”.
Después de Gabón, donde participó en una cumbre medioambiental, Macron prevé visitar Angola, República del Congo (Congo-Brazzaville) y la República Democrática del Congo en un viaje de cuatro días que será el número 18 a África desde que se convirtió en presidente en 2017. El presidente francés visita el continente después de una serie de dolorosos reveses para su país: la expulsión de las fuerzas francesas de Malí en verano de 2022 y de Burkina Faso el pasado febrero; la creciente influencia económica china y militar rusa; y las acusaciones de neocolonialismo.
Francia ha visto en los últimos años cómo su imagen y su influencia se deterioraban. Este es el diagnóstico y la solución es un rediseño de la estrategia. La nueva estrategia implica, de entrada, un repliegue militar.
Tras la salida del Sahel, Macron plantea reducir los efectivos militares en África de aquí a final de año. No cerrará ninguna de sus bases, ni abandonará del todo el continente, pero Francia se asociará a las fuerzas locales y se centrará en la formación. Se trata de que sean los países africanos quienes acojan a los militares franceses y que se disipe la imagen de que son estos los que intervienen y mantienen el control. Macron quiere a toda costa evitar una repetición del fiasco de Malí, país que pidió la ayuda de Francia en 2013 ante el avance yihadista y que nueve años después lo expulsó entre acusaciones de neocolonialismo.
“Habíamos asumido una responsabilidad exorbitante”, admitió Macron en un discurso y una rueda de prensa el lunes en París ante de volar a África. “No permitiré que se reproduzca esta situación (...) en la que Francia se convierte en chivo expiatorio”.
Hay una segunda pata en la nueva estrategia: la económica. Francia no ha dejado de perder terreno ante China, Turquía e incluso socios de la Unión Europea. Macron, en el discurso, sacudió a las empresas francesas que creen poder vivir de la herencia de la Françafrique y han perdido capacidad para competir y ofrecer servicios y productos de calidad.
“Estamos en una posición que no va en buena dirección”, dijo el presidente. “Y en buena parte es culpa nuestra, porque demasiado a menudo hemos vivido de rentas en nuestra relación con el continente africano”.
Macron llegó al poder hace casi seis años con el propósito de refundar la política africana de Francia. Ya entonces quería enterrar la Françafrique. Viajó a países de la esfera angloparlante y lusófona como Sudáfrica, Ghana, Angola y Nigeria. Impulsó la reforma del franco CFA para que fuese una moneda menos dependiente de París. Encaró el pasado colonial y puso en marcha restituciones de obras de arte expoliadas. Asumió los errores de Francia en el genocidio de Ruanda. Quiso distanciarse de los viejos líderes y hablar directamente a la juventud como un presidente francés joven que no cargaba con los lastres de las generaciones anteriores ni del colonialismo.
“No funcionó, porque la realidad política le acabó atrapando”, explica Antoine Glaser, periodista especializado en África y coautor de Le piège africain de Macron (La trampa africana de Macron). El ejemplo más claro es la intervención militar en el Sahel, en la que murieron 58 soldados franceses antes de que la junta militar maliense forzase el fin de la operación, un eco de la retirada estadounidense de Afganistán. Estos años han sido una cura de realidad. El discurso favorable a la reconciliación de las memorias y el mea culpa por el colonialismo no ha servido para atajar los recelos ante la potencia colonial y la propaganda antifrancesa, mientras se expandía, en el Sahel y otras partes de África, la milicia rusa Wagner. Y no es el único contratiempo. “Después de la humillación y los fracasos en el Sahel”, dice el experto, “[Macron] se ha dado cuenta de que, mientras que Francia hace de gendarme en África, los otros hacen los negocios, incluso los propios socios europeos”. Y cita a Alemania, primer exportador europeo en África.
La respuesta de París consiste, por un lado, en declarar que la antigua metrópolis ya no tiene interés alguno en la competición militar con Rusia, aunque sí en la competición económica. “No siento ninguna nostalgia respecto a la Françafrique, pero no quiero dejar una ausencia o un vacío detrás”, dice Macron.
La respuesta es, también, lo que podría llamarse un retorno a los fundamentos de la política africana de siempre. Es decir, países del África francófona como Gabón o la República del Congo. Aunque esto le lleve a codearse con dirigentes como el gabonés Ali Bongo, cuya familia gobierna el país desde 1967, o el congolés Denis Sassou-Nguesso, en el poder desde 1979, con un paréntesis en los años noventa. Y aunque le obligue a encajar el hecho de que, en una cuestión vital para Europa como la guerra en Ucrania, la República del Congo se abstuviese en el voto de la Asamblea General de la ONU que pedía la retirada de las tropas rusas.
“Ahora hay, un poco, una voluntad de reconquista del antiguo dominio tradicional francés”, describe Glaser. Y añade: “[Macron] toma nota del África mundializada. Dice: ‘Me acerco a África con humildad’. Sin embargo, cuando se es humilde, no hace falta decirlo, pero se consideraba que había sido arrogante”.
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