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El dengue se ceba con los niños en Bolivia

El 60% de las víctimas del peor brote de la enfermedad desde que se tienen registros es menor de edad

Niños internados con dengue en Santa Cruz, Bolivia, el 18 de febrero de 2023.
Niños internados con dengue en Santa Cruz, Bolivia, el 18 de febrero de 2023.Juan Carlos Torrejón (EFE)

El dengue sigue matando en Bolivia. Los muertos se elevaron de las 18 reportados hace una semana a 29 en todo el país. La mayor parte, 25, se registraron en Santa Cruz, el epicentro de la epidemia. Seis de cada diez víctimas son niños. Se trata del segundo peor brote de dengue en esta región boliviana desde que se tiene registros epidemiológicos.

También ha subido la cantidad de enfermos de 5.000 a más de 8.000. De ellos, un porcentaje puede desarrollar el dengue grave, que produce hemorragia interna y que es particularmente agresivo con los menores de 12 años. La tasa de letalidad de este brote es de 0,3%.

La prensa local trae crónicas de las dificultades que atraviesan los padres de los pequeños enfermos para lograr atención en los hospitales cruceños, que se hallan colapsados por la cantidad de pacientes. Algunos niños murieron en la puerta de los hospitales. Un aumento del número de camas en los principales centros de salud ha mejorado en algo la situación, que sigue siendo crítica.

La epidemia está afectando a casi todas las provincias cruceñas y a todos los distritos de la capital, Santa Cruz de la Sierra. El brote se debe a un comienzo de verano muy lluvioso, a los malos hábitos de los vecinos en los espacios urbanos, y a la falta de previsión de las autoridades.

El dengue es trasmitido por el mosquito Aedes aegypti, que procrea sobre superficies de agua limpia. La existencia de canales y acequias, así como la acumulación de trastos en los patios y techos de las casas, crean las condiciones para que el insecto infeste un área. Se espera que los trabajos de limpieza que se están emprendiendo en estos días tengan un efecto en el corto plazo.

Pese a que la enfermedad está presente en todas partes dentro de Santa Cruz, resulta más virulenta en las zonas más pobres, con menos construcciones y más cercanas al monte, en las que, además, hay menos posibilidades económicas para recurrir al uso de insecticidas.

Varias familias con niños enfermos piden ayuda a través de los medios de comunicación para cubrir los gastos del tratamiento intensivo, que es muy costoso, pues se requiere de transfusiones de sangre diarias y del suministro de sofisticados corticoides. El Servicio Único de Salud cubre la internación en los hospitales públicos, cuando hay camas, pero no cuenta con los medicamentos necesarios, que entonces deben ser provistos por los familiares del paciente. Brigith Guayao declaró en la televisión que su pequeño hijo “sigue en estado crítico”. “No hay mejoría de mi hijito, él está en terapia. Ya no tengo plata, cada día nos piden medicamentos y no tenemos ya con qué cubrir”, dijo.

La población estuvo menos pendiente de estos dramas en estos días en los que Bolivia celebró el carnaval. La fiesta cruceña es famosa, pero este año quedó deslucida por la epidemia, que disuadió a muchos turistas de viajar a Santa Cruz, y por razones políticas.

La región se encuentra en un crónico conflicto con el gobierno izquierdista de Luis Arce, a causa de diferencias ideológicas y desconfianza mutua. La situación se tornó explosiva cuando, en diciembre pasado, fue detenido su gobernador Luis Fernando Camacho, uno de los principales enemigos del oficialismo por su participación en las protestas que, en 2019, acabaron en el derrocamiento de Evo Morales.

Camacho está acusado de fraguar un golpe de Estado. Ahora se encuentra en la prisión de alta seguridad de Chonchocoro, en La Paz. Sus adherentes consideraron que no se podía festejar el carnaval mientras él se hallaba encerrado. La presión del principal partido regional para que no se hicierancelebraciones públicas determinó la renuncia de varias comparsas y reinas, y restó brillo al festejo carnavalero.

En ese contexto, el ministro de Salud, Jeyson Auza; el alcalde de Santa Cruz de la Sierra, Johnny Fernández, que tiene su propio partido pero se considera cercano al oficialismo, y la Gobernación, que Camacho sigue dirigiendo desde la cárcel, han coordinado solo lo estrictamente necesario para enfrentar el embate del dengue.

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