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Israel y Líbano alcanzan un importante acuerdo sobre la frontera marítima para la explotación de gas

El pacto llega tras dos años de negociaciones con mediación estadounidense y evita un potencial conflicto con Hezbolá

Pacto Israel Libano
Plataforma gasística de la compañía Energean en el yacimiento de Karish, en el Mediterráneo, en septiembre.- (AFP)
Antonio Pita

Israel ha anunciado este martes un importante acuerdo con Líbano para la delimitación de la línea de explotación de los yacimientos de gas en el Mediterráneo. El pacto, cuyo contenido no se ha hecho público, llega tras dos años de negociaciones con la mediación de Estados Unidos, ya que ambos países carecen de relaciones diplomáticas tras enfrentarse en varias guerras. El acuerdo abre la puerta a la exploración de yacimientos offshore (aquellos que se realizan mar adentro) y evita un potencial conflicto. El partido-milicia libanés Hezbolá, que en julio mandó tres drones ―derribados por el ejército israelí― hacia el yacimiento de Karish, en zona israelí, había advertido de que respondería con fuerza si el Estado judío comenzaba allí la extracción de hidrocarburos sin un pacto previo. Y la semana pasada, el ministro de Defensa israelí, Benny Gantz, amenazó con “destruir” Líbano si Hezbolá atacaba su país y se desencadenaba una guerra.

“Hemos alcanzado un acuerdo histórico sobre la línea marítima con Líbano [...]. Fortalecerá la seguridad de Israel, inyectará miles de millones en la economía israelí y garantizará la estabilidad de nuestra frontera norte”, ha indicado el primer ministro israelí, Yair Lapid, en un comunicado en el que señala que el borrador final “cumple todos los principios que presentó Israel en los ámbitos de seguridad y económico”. Lapid ha convocado para este miércoles su gabinete político y de seguridad, al que seguirá una reunión extraordinaria con todos los ministros. El objetivo es que el Parlamento lo apruebe antes de los comicios del 1 de noviembre, los quintos en tres años y medio.

“Para nosotros, el dosier está cerrado y se encuentra a partir de ahora en manos del jefe de Estado”, Michel Aoun, ha indicado el principal negociador del acuerdo por parte libanesa, el vicepresidente del Parlamento, Elias Bou Saab. “La atmósfera es muy positiva y puedo decir que hemos logrado una solución que satisface a ambas partes”, ha señalado, citado por el diario nacional L’Orient-Le Jour. Poco antes del comunicado de Lapid, Aoun tuiteó que el contenido del borrador es “satisfactorio” para su país y que esperaba anunciar el acuerdo lo antes posible.

Elias Bou Saab, a la izquierda, entrega el borrador definitivo del acuerdo al primer ministro, Nayib Mikati, este martes en Beirut.
Elias Bou Saab, a la izquierda, entrega el borrador definitivo del acuerdo al primer ministro, Nayib Mikati, este martes en Beirut.DPA vía Europa Press (DPA vía Europa Press)

Hasan Nasrala, el líder de Hezbolá, con quien Israel libró una guerra en 2006 en la que murieron más de 1.000 libaneses ―principalmente civiles― y 165 israelíes, ha anunciado en un discurso televisivo su “respaldo al Estado libanés” y ha señalado que el acuerdo no supone un “problema” para su formación, aunque ha matizado que seguirá “atento” hasta que se rubrique.

El reloj apretaba a ambas partes para cerrar el acuerdo. En Israel, porque el líder de la oposición, el derechista Benjamín Netanyahu, tiene opciones de regresar al poder en los próximos comicios, según los sondeos, y es muy crítico con el pacto, que ha calificado este martes de “rendición histórica” a las amenazas de Nasrala. Y en Líbano, porque el presidente Aoun estaba decidido a finiquitarlo durante su mandato, que concluye el último día de este mes.

No será un acuerdo entre los dos países porque no tienen relaciones diplomáticas, sino cada uno por separado con Estados Unidos, que nombró como mediador a su asesor senior para la Seguridad Energética, el estadounidense-israelí Amos Hochstein. El presidente de EE UU, Joe Biden, telefoneó a Lapid y Aoun para felicitarlos. “Estás haciendo historia”, le dijo al dirigente israelí, según el comunicado de la oficina de Lapid que da cuenta de la conversación. A Aoun le manifestó su apoyo para que Líbano “logre la estabilidad, fortalezca su economía y se beneficie de sus recursos naturales”, ha informado en Twitter la presidencia libanesa.

El texto se enviará a la ONU. Aunque no se ha difundido su contenido, sí se han filtrado algunos detalles. La clave reside en la línea 23 (un punto intermedio entre la que pedía cada parte) como divisoria de los alrededor de 850 kilómetros cuadrados del Mediterráneo que abarcan los yacimientos de Karish y Qana. Israel explotará el primero y Líbano, el segundo. No obstante, como Qana sobrepasa la línea 23 hacia el sur, está previsto que el gigante petrolero francés TotalEnergies, parte del consorcio encargado de la explotación offshore en la Zona Económica Exclusiva de Líbano, haga de intermediario y pague una parte a Israel. Una fuente oficial estadounidense ha apuntado a la agencia Reuters que Israel será compensada por cada porcentaje de hidrocarburos que se halle en su parte. “No hay ningún reparto del campo de Qana. Lo que ha habido es un acuerdo entre TotalEnergies y los israelíes, pero nosotros no estamos al corriente de su alcance”, ha precisado Bou Saab.

Como las partes discrepaban sobre la línea de partida a trazar en el mapa, unos pocos kilómetros quedarán como “zona franca” hasta que se delimite en el futuro la frontera terrestre entre los dos países, que no aborda el pacto y es motivo de disputa. Ahora mismo los separa la denominada Línea Azul, que marcó de forma temporal Naciones Unidas en 2000, tras la retirada israelí del sur de Líbano, y que vigila una fuerza de cascos azules comandada por el general de división español Aroldo Lázaro Sáenz. Hasta el hallazgo a partir de 2010 de gas en aguas de Israel, Chipre, Líbano y Egipto, la línea marítima no era causa de disputa.

Línea divisoria entre Israel y Líbano, vista desde el poblado libanés de Jiam, este martes.
Línea divisoria entre Israel y Líbano, vista desde el poblado libanés de Jiam, este martes.AZIZ TAHER (REUTERS)

Israel ya produce y exporta gas. Tiene reservas operativas en los macroyacimientos de Tamar y Leviatán, y gasoductos en funcionamiento hacia Jordania y Egipto. De hecho, en junio anunció un acuerdo de suministro con la UE, ansiosa de alternativas al gas ruso. La Unión impulsa un proyecto de gasoducto para conectar —a través de Chipre, Grecia e Italia— los yacimientos marítimos del Mediterráneo Oriental.

Salvavidas

En cambio, la explotación está paralizada en Líbano, inmerso desde 2019 en una brutal crisis económica, exacerbada un año más tarde por la catastrófica explosión en el puerto de Beirut, que ha hundido en la pobreza al 80% de la población y rebajado un 95% del valor de la moneda frente al dólar. Este mismo martes, el primer ministro, Nayib Mikati, ha pedido a una delegación de TotalEnergies que inicie “inmediatamente” los trámites para comenzar las exploraciones. Su titular de Energía, Walid Fayyad, ha dicho que estudiará el plan que “más rápido pueda ser implementado sobre el terreno”, en una muestra de la desesperada situación del país y del papel de salvavidas que Beirut confía al gas.

La empresa francesa tiene la licencia para explorar dos de los 10 bloques offshore. En uno solamente halló restos sin posible explotación comercial. El otro está en Qana, junto a la divisoria. Los analistas estiman que Beirut tardará años en recibir los frutos económicos y recuerdan que los cálculos de reservas no están acreditados por prospecciones, pero el pacto envía un importante mensaje a los mercados, en plena negociación con el Fondo Monetario Internacional, y a su población, hastiada y sometida a apagones eléctricos.

El anuncio viene precedido de días de tira y afloja y de las escenificaciones típicas de toda negociación. Lapid buscaba no llegar a las urnas con una imagen de negociador débil que diese puntos a Netanyahu, mientras que en Beirut se miraba de reojo a Hezbolá, un auténtico Estado dentro del Estado. La pasada semana, Israel desestimó la última contraoferta libanesa, que incluía cambios que Washington consideraba menores, pero el Gobierno israelí, sustanciosos. Lapid anunció el rechazo y su ministro de Defensa se apresuró a comunicar a la prensa el refuerzo de las tropas en la frontera norte. Además, la empresa greco-británica de prospección de hidrocarburos Energean empezó a bombear gas hacia su instalación flotante en Karish. Era un test de flujo inverso que Hezbolá dejó pasar.

De las modificaciones que proponía Beirut, Israel rechazó dos, según el diario israelí Haaretz. La primera tenía que ver con la línea de boyas de cinco kilómetros que Israel demarcó unilateralmente al concluir su ocupación del sur de Líbano. Los libaneses pedían que fuese reconocida solo de facto, no como statu quo. La segunda estaba relacionada con los beneficios por su parte de la reserva de Qana.

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Sobre la firma

Antonio Pita
Corresponsal para Oriente Próximo, tras cubrir la información de los Balcanes en la sección de Internacional en Madrid. De vuelta a Jerusalén, donde ya trabajó durante siete años (2007-2013) para la Agencia Efe. Licenciado en Periodismo y Máster de Relaciones Internacionales y Comunicación por la Universidad Complutense de Madrid.

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