Giuseppe Conte: “Si Meloni sigue guiñándole el ojo a Orbán, Italia será marginal en Europa”
El líder del Movimiento 5 Estrellas, que tras el buen resultado en las elecciones aspira a ser referencia del bloque progresista, propone una oposición dura ante el futuro Gobierno
El Movimiento 5 Estrellas (M5S) siempre fue un artefacto político sin parangón en Europa. Una estructura política creada en el laboratorio de un empresario y un cómico que en la última década ha vivido mutaciones de todo tipo. Uno de los cambios más sorprendentes, tras ganar las elecciones de 2018, convirtió a un abogado desconocido que ni siquiera era militante del partido en primer ministro de Italia. Giuseppe Conte (Volturara Appula, 58 años) aprendió el oficio, su primer Ejecutivo fue derribado, construyó otro de signo opuesto y gobernó Italia durante la pandemia: uno de los momentos más duros de la historia de la República. Y cuando parecía que su figura se diluía en el Ejecutivo de concentración nacional que lideraba Mario Draghi, contribuyó a tumbarlo en julio, provocando una escisión tremenda en su formación que no auguraba nada bueno.
Conte, que recibió el viernes a EL PAÍS en la sede romana de su partido, es un superviviente. Y también sabe resistir. Gestionó muy bien la campaña electoral y convirtió al M5S en una alternativa progresista en la que se volcaron millones de ciudadanos, consiguiendo el 25 de septiembre un resultado inesperado como tercera fuerza política. Hoy, desde la oposición, aspira a convertirse en la referencia de una izquierda lastrada por la enésima descomposición del Partido Democrático (PD).
Pregunta. ¿Esperaba este resultado después de una época tan convulsa en su partido?
Respuesta. Era consciente de que los ciudadanos no nos darían la espalda, pero fue una campaña complicada. Teníamos a todos en contra. Nos responsabilizaron de la caída del Gobierno de Draghi por un comportamiento meramente electoral, obviando el profundo malestar político que habíamos acumulado. Mire, nosotros propusimos a Draghi abordar una serie de cuestiones en lo que quedaba de legislatura para mejorar las dificultades que presentaba la economía. Pero no obtuvimos respuesta.
P. El tema del envío de armas a Ucrania, que ustedes rechazaban, también pesó.
R. En marzo dije que en nombre del M5S no podíamos apoyar las nuevas inversiones militares con una inflación elevada y escasez de materias primas. Ante todo eso, Draghi no respondió y aplazó esos problemas sin debatirlos. No sentimos que pudiésemos compartir una responsabilidad directa de gobierno.
P. Entonces, ¿fueron responsables de esa caída?
R. Sí, pero por razones profundamente políticas y explicitadas. Sin ninguna finalidad instrumental. Lo dije claramente. Draghi vino al Parlamento y no aceptó ni un debate ni compartir un programa. Podía rechazar nuestras propuestas y decir que eran mejor otras recetas, pero no existió el debate. Es más, vino al Parlamento y agravó el problema. En los últimos meses, nuestros ministros se encontraban con textos de decretos que no se adelantaban antes y, por tanto, se violaba el principio de colegialidad del Consejo de Ministros.
P. ¿Dónde se rompió la relación?
R. Quizá después de la elección del presidente de la República [Sergio Mattarella]. Nos encontramos con un Draghi cambiado, que estaba todavía más indisponible al debate, a la confrontación. Estamos hablando de un técnico prestigioso con un currículum estupendo, pero nada sensible a las lógicas y reglas de una democracia parlamentaria.
Draghi es un técnico prestigioso, pero no fue sensible a las lógicas y reglas de una democracia parlamentaria”
P. Tras la victoria electoral de Hermanos de Italia, de Giorgia Meloni, ¿considera que el próximo Gobierno será de ultraderecha?
R. Fui muy claro cuando hubo un intento del PD de convertir la campaña en un choque exclusivamente ideológico. Es un error, no se puede ir por ahí repartiendo patentes de legitimidad democrática. Son fuerzas políticas, especialmente Hermanos de Italia, representadas desde hace años en el Parlamento y que no proponen contenidos programáticos o ideologías explícitamente neofascistas.
P. Quizá hay que verlo desde una perspectiva europea.
R. Cierto. En las últimas semanas hubo un factor nuevo: el voto en el Parlamento Europeo contra el sistema político húngaro de [el primer ministro, Viktor] Orbán. Y cuando vi que Hermanos de Italia y la Liga votaban a favor de protegerlo, me dije: si esas reformas se quieren aplicar aquí, [estos partidos] no son adecuados para gobernar Italia. Por una cuestión de mérito, por ese voto. No por una cuestión ideológica. Y eso sí es un problema serio.
P. Después de años de bandazos, ¿el M5S es hoy un partido progresista?
R. Absolutamente, sí. Hoy está construido sobre principios y valores auténticamente democráticos. Partimos de la dignidad del trabajo y la persona, la justicia social y ambiental, el bien común. Además, pedimos introducir el salario mínimo legal y la reducción del horario laboral. Nuestra carta de valores es uno de los manifiestos más avanzados a nivel internacional.
Pedimos introducir el salario mínimo legal y la reducción del horario laboral”
P. Parece un buen socio para el Partido Democrático.
R. Hoy el PD busca su camino y está fuera de lugar hablar de alianzas. Deberán refundarse, dejemos que hagan su camino y nosotros haremos el nuestro. Mientras tanto haremos una oposición dura e intransigente frente al Gobierno naciente.
P. ¿Si hubieran concurrido a las elecciones en coalición hubiera cambiado el resultado?
R. Mire, no tengo una bola de cristal. El PD eligió seguir razonando con la agenda de Draghi y abrazar la perspectiva de los supertécnicos, con la política relegada a un segundo plano.
P. ¿Usted cuando era primer ministro era un técnico o un político?
R. Seguramente un técnico, pero ya en 2018 fui presentado como potencial ministro de la Administración Pública. No tenía una experiencia política, pero el Gobierno era muy político.
P. ¿Qué tipo de Meloni encontraremos? ¿La más establishment o la que vota a favor de Orbán?
R. La sensación es que, aspirando a gobernar, ha tenido la debilidad de acercarse a las instituciones financieras, a Draghi y al resto del establishment. Y a nivel internacional ha querido tranquilizar mostrándose absolutamente obediente a la línea de Washington. Ahora se topará con esa contradicción, porque a nivel europeo deberá decidir si separarse de los amigos polacos, de Orbán y de Vox midiéndose con un eje político central. Lo tendrá complicado.
Meloni deberá decidir en Europa si separarse de los amigos polacos, de Orbán y de Vox y medirse con un eje político central”
P. Usted que ha sido primer ministro, ¿qué margen tiene Meloni para actuar?
R. Si sigue con la agenda de Draghi, no tendrá mucho margen. Pero los márgenes hay que crearlos. Y a nivel europeo se puede solo si trabajamos para una negociación de paz que ponga fin a la guerra, que es una de las causas de la recesión que se cierne sobre Europa. En el plano interno, este Gobierno, por ejemplo, fracasó con la tasación de los beneficios extra de las empresas energéticas.
P. Usted propone ahora una manifestación por la paz. ¿Qué significa?
R. Han pasado siete meses y la única certeza es una escalada militar con el riesgo de una guerra nuclear y de armas no convencionales. En cambio, nadie habla de negociar la paz. Esta manifestación, debería ser sin banderas de partidos, debe condenar la agresión militar injustificada de Rusia. Pero también pedir otra salida del conflicto para evitar el riesgo de un choque fuera de control.
Han pasado siete meses desde la invasión de Ucrania y la única certeza es una escalada militar con el riesgo de una guerra nuclear y de armas no convencionales”
P. Ya, ¿pero qué se puede negociar ahora con Putin?
R. Sería impropio que yo dictase los términos y condiciones de una paz creíble, con un país agredido que tiene derecho a su soberanía e integridad territorial. Pero debe ser un camino basado en la premisa de la seguridad. Hay que buscar una vía de salida para asegurar el futuro político de las próximas décadas. Por eso he lanzado la idea de una conferencia internacional de paz con las Naciones Unidas y la Santa Sede.
P. ¿Su partido votaría en contra de más envío de armas?
R. El M5S siempre ha apoyado a Ucrania, especialmente con las sanciones económicas y con la necesidad de ayuda militar. Pero después de estos envíos, en este momento, el problema no es seguir mandando armas cada vez más sofisticadas, sino comenzar un proceso de paz. Quien ha elegido la estrategia persiguiendo la derrota militar de Rusia, ¿qué garantías tiene de que no degenere en un conflicto nuclear? ¿O de que no provoque una enorme recesión?
P. Volviendo a Italia, uno de los grandes temas de la legislatura será la reforma constitucional que propone la derecha para transformar Italia en un sistema presidencialista. ¿Su partido la apoyará?
R. Lo primero que hay que hacer es reformar esta ley electoral, porque no ofrece una representación real. Y, además, hay que introducir una moción de censura constructiva, como en Alemania. Nuestro problema es la inestabilidad de los gobiernos, y con esa regla no se podría provocar crisis sin mayorías alternativas. Eso sería un modo de introducir mecanismos más adecuados sin alterar la Constitución. El proyecto presidencialista o semipresidencialista sería ahora una fuga hacia delante que no avalaré.
No avalaré la reforma de la Constitución que propone la derecha para convertir a Italia en un sistema presidencialista”
P. ¿Cree que Italia debe profundizar en el eje del Mediterráneo, como usted hizo con [el presidente español, Pedro] Sánchez, o mirará hacia países del Este, como quiere Meloni?.
R. En mi periodo como primer ministro tuvimos una alianza estratégica con España. Y espero que continúe así. Pero he visto que con Draghi no había mucha atención. Con aquel nuevo eje logramos grandes cosas en Europa, tenía visión política, capacidad de intervención y acción. Si Meloni sigue guiñándole el ojo a los amigos polacos y húngaros, Italia tendrá un papel muy marginal en Europa. Y eso me preocupa mucho.
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