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Al Qaradawi, el ulema global

La figura de quien fuera mentor ideológico del islamismo democrático es imprescindible para entender el islam de las últimas décadas

Yusuf al-Qaradawi durante una oración del viernes, en el Cairo, el 16 de noviembre de 2012.
Yusuf al-Qaradawi durante una oración del viernes, en el Cairo, el 16 de noviembre de 2012.- (AFP)
Luz Gómez

Con Yúsuf al Qaradawi (1926-2022) ha desaparecido el último de los grandes ulemas que marcaron el curso del islam en el siglo XX. Ha fallecido en Doha, exiliado (era egipcio con nacionalidad catarí) y entronizado (fue el mentor ideológico del islamismo democrático). Sin sus fetuas al socaire de los tiempos, sin su manejo de los medios de comunicación primero y de las redes sociales después, y sin sus tentáculos institucionales, no puede entenderse el islam de las últimas décadas. Le asediaron las controversias, pero él nunca esquivó la discusión a cualquier nivel: igual cuestionó la sinceridad de las excusas del papa Benedicto XVI por haber vinculado islam y violencia, que polemizó en televisión con jóvenes que llamaban en directo pidiendo que fuera más laxo en materia de relaciones sexuales.

Al Qaradawi era un azharí, un ulema formado en la universidad islámica de Al Ázhar antes de que en los años sesenta la reforma naserista la abriera a disciplinas no religiosas. Su manejo de los recursos propios de las ciencias islámicas —la hermenéutica coránica o tafsir, el Hadiz, la jurisprudencia o fiqh, la teología o kalam— era impecable, por más que las conclusiones de sus fetuas fueran cuestionables, algo intrínseco a todo dictamen de este tipo. Conocía al dedillo los recovecos de la milenaria jurisprudencia islámica. Por ejemplo, valiéndose de la darura, que invalida por razones de necesidad las prescripciones legales, como la prohibición tajante del suicidio, declaró primero lícitos los ataques suicidas palestinos, para después, en virtud de las nuevas circunstancias, retirar tal criterio y considerarlos ilícitos.

Su independencia de juicio no resultaba cómoda para nadie, tampoco para Al Ázhar, con varios de cuyos jeques mantuvo serias diferencias; en concreto se opuso a la mutilación genital femenina, práctica común en Egipto. A los Hermanos Musulmanes, la otra gran fuerza islámica del país, estuvo vinculado desde su juventud, pero no aceptó cargos institucionales, si bien en 2013 tildó nada menos que de jariyíes, esto es, de musulmanes que se salen del islam, a los golpistas que depusieron al presidente islamista Mohamed Morsi. No es de extrañar que en los días que han seguido a su defunción, el gobierno egipcio haya prohibido que en las mezquitas se rece por él la oración de difuntos.

La pasión de Al Qaradawi fue la sharía, de ella hizo el centro de su reflexión teológica y de su práctica jurídica. El programa semanal que durante diecisiete años, de 1996 a 2013, protagonizó en el canal Al Jazeera se llamaba precisamente La sharía y la vida, y se estima que tenía una audiencia de 40 millones de espectadores. La sharía qaradawí reposa sobre uno de los principios islámicos que él más contribuyó a difundir: la wasatiya, una suerte de moderación que antepone la moralización de la vida pública a las demandas islamistas revolucionarias, y que aboga por un equilibrio entre las dimensiones espiritual y mundanal del islam. Hasta en cuestiones tan cardinales como el azaque, el tributo obligatorio que deben pagar los musulmanes y uno de los “cinco pilares del islam”, Al Qaradawi imprimió su sello: una discípula suya, Maryam al Hajri, fundadora de la popular web IslamOnline, ha venido defendiendo una versión “intelectual” del azaque, consistente en compartir la educación y los conocimientos, no solo los bienes materiales.

A Al Qaradawi se debe la popularización de la expresión “takfirí” para motejar a los yihadistas, especialistas en expulsar del islam (takfir) a cualquiera. Pero eso no quiere decir que le siguiera el juego al filibustero islam saudí, todo lo contrario. En 2004 fundó la Unión Mundial de Ulemas Musulmanes, una institución transnacional islámica que ha tratado de contrarrestar la influencia wahabí en todo el mundo, incluida Europa, donde Al Qaradawi presidió durante años el Consejo Europeo de Fetuas e Investigación. Este organismo ha promovido, según la lógica de la darura antes mencionada y en contra de la prohibición islámica de la usura, la licitud de las hipotecas para la compra de la vivienda habitual, una cuestión de radical trascendencia para los millones de musulmanes europeos.

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