Qaradawi, un predicador controvertido, con millones de telespectadores
Aunque en Occidente no sea tan conocido, es considerado uno de los teólogos más influyentes
Las revistas Prospect y Foreign Policy pidieron a sus lectores en 2008 que eligieran en una ciberencuesta al top 100 de los intelectuales. El controvertido teólogo Yusuf al Qaradawi (Egipto, 1926) quedó tercero, por delante de Noam Chomsky (11º), Umberto Eco (14º) y Mario Vargas Llosa (20º). Aunque en Occidente no sea tan conocido, algunos expertos le consideran uno de los teólogos más influyentes, si no el más influyente, en la actualidad. Es famosísimo en el mundo árabe y en el musulmán en general, antaño por sus libros y desde 1996 sobre todo por su programa Sharia y vida, que emite Al Yazira en árabe y siguen decenas de millones de telespectadores.
Qaradawi regresó a su país natal, tras medio siglo de exilio en Catar, una semana después del triunfo de la revolución que derrocó a Hosni Mubarak para encabezar el rezo en la plaza Tahrir. Momento que emitió en directo la cadena panárabe con sede en Doha, donde vive el predicador. Bettina Gräf, coautora de El mufti global: el fenómeno de Yusuf al Qaradawi, precisa, por correo electrónico, que el académico islamista no puede viajar a Estados Unidos y tiene problemas para hacerlo por Europa desde que “en 2001-2002 legitimó los atentados suicidas (contra israelíes, también civiles) en Palestina”. Sí condenó, en cambio, los atentados del 11-S.
Explica esta experta del Zentrum Moderner Orient (ZMO) de Berlín que Al Qaradawi no tiene “influencia política en Egipto ni en Catar, pero a largo plazo tiene una gran influencia en el pensamiento y el discurso islámico por sus críticas al pensamiento salafista y a la lectura literal de las fuentes sagradas”.
Al Qaradawi nació en una aldea del delta del Nilo, estudió teología en la Universidad cairota de El Azhar y pronto se unió a los Hermanos Musulmanes, cuyo liderazgo ha rechazado un par de veces. Tenía poco más de 20 años cuando el rey Faruk lo encarceló. Tres veces más estuvo a la sombra durante la presidencia de Gamal Abdel Nasser.
Gräf opina que el teólogo tiene “una gran influencia sobre los musulmanes europeos de segunda y tercera generación”. Para esta experta en el islam político su influencia obedece a “su independencia de las autoridades nacionales en los últimos 50 años y a su pensamiento anticolonial, antiimperialista, antilaico, prosharia y moderado”.
A sus 85 años, Al Qaradawi ha opinado sobre casi todo: en aquel sermón de la plaza Tahrir, el 18 de enero de 2011, reclamó la formación “de un Gobierno civil formado por los hijos de Egipto”, últimamente ha pedido a sus seguidores que donen dinero y material a los rebeldes sirios para acabar con “Bachar el Asad, el opresor”, ha pedido que los homosexuales sean castigados como los adúlteros y, en una entrevista con The Guardian, declaró que pegar a la esposa “no es obligatorio ni deseable” para añadir que lo acepta “como último recurso, pero solo golpes leves”.
Al Qaradawi fue condenado por 2.500 académicos islámicos de Arabia Saudi, Irak y los territorios palestinos en 2004 por su opinión sobre los atentados suicidas contra israelíes. Cuatro años después, las autoridades británicas le negaron un visado de entrada porque “Reino Unido no tolerará la presencia de aquellos que pretenden justificar cualquier acto de violencia o expresen opiniones que pueden desatar violencia entre comunidades”.
Gräf cree que Qaradawi también tiene vetada la entrada en Abu Dhabi porque, cuando Francia prohibió el velo en las escuelas, el clérigo sostuvo que, “si era necesario, las niñas acudieran a clase sin velo porque para él la educación es lo más importante y el velo es un deber más bien social”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.