Ucrania contiene a la flota rusa pese a la inferioridad de sus efectivos
Moscú no consigue acercar sus buques a los principales puertos ucranios del mar Negro ni ha tenido opción de realizar ataques anfibios
El enemigo estaba en casa desde hacía tres décadas, desde los primeros pasos de Ucrania como Estado independiente. La flota rusa, heredera de la Unión Soviética, siempre estuvo en Crimea. El tratado bilateral de 1997 entre los dos países dividía las unidades navales de la URSS, con una clara mayoría de efectivos para Moscú. También permitía a Rusia tener sus bases en la península. Desde el inicio de la invasión en febrero, su superioridad tenía que ser decisiva para tomar la costa ucrania desde el mar Negro. Sin embargo, el poderío naval del invasor ha estado por debajo de las expectativas.
El presidente ruso, Vladímir Putin, cesó el pasado 18 de agosto al comandante de la Flota del mar Negro Igor Ósipov, en la prueba más clara de que los planes de invasión naval no han ido como esperaba, según afirma el almirante James Foggo, excomandante de la Armada estadounidense para África y Europa y decano del Centro para Estrategia Marítima, un organismo de la Liga Naval de Estados Unidos. “La Flota del Mar Negro no ha podido llevar a cabo acciones anfibias para conquistar Mikolaiv y Odesa, creo que por eso Putin relevó a su comandante”, sostiene el almirante.
Lo más sorprendente para Foggo es que la potente Marina rusa ni se haya acercado a las aguas costeras bajo control ucranio. Pero es que Rusia también ha limitado lo máximo posible la navegación a puertos que ha ocupado en Ucrania, como el de la ciudad de Berdiansk, en la costa del mar de Azov: el barco de transporte de vehículos militares Saratov fue destruido el pasado marzo por drones mientras operaba en el puerto.
Rusia tiene en el mar Negro 40 grandes buques de guerra, además de entre seis y ocho submarinos; Ucrania no cuenta con nada de esto, tan solo con una docena de embarcaciones de pequeña eslora, sobre todo patrulleras. Su única fragata fue destruida por la misma tripulación a principios de marzo en Mikolaiv, donde estaba siendo reparada, para evitar que la embarcación cayera en manos rusas. La superioridad le ha servido a Rusia para impedir el tráfico de buques mercantes con los puertos ucranios, pero no le ha servido para marcar la diferencia en la invasión.
El Ministerio de Defensa del Reino Unido avanzó el 16 de agosto en uno de sus informes de inteligencia que los barcos rusos no se aventuraban más allá de 20 millas (32 kilómetros) de sus puertos en Crimea: “Los buques rusos mantienen una posición extremadamente defensiva”, indicaban los servicios de espionaje británicos. La razón son los misiles antibuque Neptune ucranios y los Harpoon, de fabricación estadounidense. Un Neptune hundió en abril el buque insignia de la Flota en el Mar Negro, el crucero Moskva.
Odesa, lejos de ser invadida
Los servicios de inteligencia de Londres también confirmaban la tesis de Foggo sobre el fracaso de la invasión marítima: “La actual eficacia limitada de la Flota del Mar Negro perjudica al conjunto de la estrategia invasora rusa, en parte porque su amenaza anfibia sobre Odesa ha quedado ampliamente neutralizada. Esto permite que Ucrania pueda destinar tropas a otros frentes”. Oleksii Neijpapa, vicealmirante de la Armada ucrania, declaró el 22 de agosto que la clave para evitar una invasión anfibia fue el rápido minado en los primeros días de guerra y el uso de “todos los drones posibles”, en concreto los Bayraktar turcos. Esta aeronave no tripulada ha sido una de las armas más decisivas en la defensa ucrania en todos los frentes, convertido en un icono al que se le han dedicado canciones, murales en las calles e incluso se ha convertido en reclamo publicitario.
Foggo corrobora que el minado y los drones han sido fundamentales, pero también señala que el mayor poder naval de la región ha demostrado tener los pies de barro: “Cuando en 2014 tomaron Crimea sin disparar un tiro, esto causó un fuerte impacto, pero ahora demuestran que el estado de preparación de la Flota del Mar Negro deja mucho que desear. El hundimiento del Moskva fue un aviso de que no dominan el mar porque, de lo contrario, ya habrían tomado Odesa”.
De un parecer diferente es Michael Petersen, director del Instituto de Estudios Marítimos Rusos, un centro del Colegio de Guerra Naval de Estados Unidos. Para Petersen, un ataque anfibio contra Odesa hubiera sido un suicidio sin el apoyo de las unidades de tierra. “La Armada rusa no ha actuado como cabía esperar porque la invasión terrestre no avanzó según lo previsto. Si hubiera sido así, se habrían producido los desembarcos”. Las tropas de Putin tomaron en cuestión de días, a principios de marzo, en el inicio de la contienda, la provincia de Jersón, en el mar Negro. Esto fue en parte por la colaboración interna de ucranios partidarios de Rusia y en parte por una descoordinación ucrania. La ciudad de Jersón es el límite más occidental al que han llegado los rusos, en la orilla oeste del río Dniéper, pero no pudieron proseguir hasta Mikolaiv, ciudad que ejerce de bastión interior de Odesa.
Petersen considera que la Flota rusa ha operado “razonablemente bien”, sobre todo en su principal función, que es disparar los misiles de precisión y largo alcance Kalibr a objetivos en tierra. Un informe de diciembre de 2021 del Royal United Services Institute (RUSI), centro británico de referencia de estudios de seguridad, ya advertía que Rusia podía estar preparándose para ataques de largo alcance sobre territorio ucranio, y la prueba era que incluso buques más pequeños como las corbetas estaban siendo armadas con misiles subsónicos como los Kalibr. El informe de RUSI también confirmaba que las bases de Crimea se habían reforzado con nuevas baterías antiaéreas S-300. En noviembre de 2021 se comunicaron los primeros avisos del Gobierno de Estados Unidos al Ejecutivo ucranio sobre los planes rusos de invadir el país.
La isla de las Serpientes
“Creo que la Armada rusa ha tomado decisiones correctas y han mejorado. Por ejemplo, han aprendido a evitar la proximidad de la costa y el peligro de los Neptune y los Harpoon”, dice Petersen, y añade que el hundimiento del Moskva es más una victoria simbólica que decisiva: “Al margen de este crucero, Ucrania solo ha destruido otro gran navío, el Saratov. Es decir, los barcos rusos siguen ahí”. En la batalla por la isla de las Serpientes, Ucrania también destruyó dos patrulleras con drones y un remolcador militar mediante un misil Harpoon.
Otro golpe contra la flota rusa fue la retirada de la isla de las Serpientes, un islote frente al delta del Danubio que Ucrania reconquistó en junio sin necesidad de una batalla naval, apostando por el fuego de la artillería de largo alcance desde tierra. La isla de las Serpientes sirve de punto de control del tráfico mercante que remonta el Danubio, y desde que volvió a ondear la bandera ucrania, barcos cargados de grano han podido tomar la vía fluvial en dirección a Europa. Petersen cree que los rusos sopesaron que los costes de mantener la isla eran mayores que los beneficios, por lo que decidieron abandonarla.
Pero el revés más serio infligido por el bando ucranio fue el ataque el pasado 9 de agosto en la base aérea de Saki, en Crimea, eliminando por lo menos nueve aeronaves. El invasor tampoco ha podido imponer su enorme superioridad aérea en ninguna región de Ucrania, contenida por las defensas antiaéreas. Varios drones suicidas ucranios también han intentado destruir el cuartel general de la Flota del Mar Negro, pero sin éxito. Crimea cuenta con la mejor defensa antiaérea de la región desde que en 2014 Putin invadiera y se anexionara la península.
Los ataques fallidos con drones fueron otra acción más simbólica que efectiva, según Petersen, para dejar claro que la Flota rusa es un enemigo al que batir, pero también es una señal de que el potencial de daño ucranio es limitado. Foggo está convencido de que la situación cambiará a medida que pasen los meses porque Ucrania recibirá mayores arsenales por parte de sus aliados internacionales: “Mi recomendación para los barcos rusos es que vuelvan a sus puertos en el Caspio, en el mar Negro no estarán seguros”. Los líderes de la Unión Europea y Estados Unidos confirmaron en una conferencia telemática sobre Crimea celebrada este agosto que apoyan la voluntad del presidente ucranio, Volodímir Zelenski, de recuperar la península en esta guerra.
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