Rusia inicia el curso escolar con una nueva lección: “No hay miedo a morir por la madre patria”
El izado de la bandera se convierte en una ceremonia semanal obligatoria en los centros escolares
El 1 de septiembre es un día muy especial para los niños rusos. En un colegio de la zona oriental de Moscú, como en el resto del país, fue una fiesta. Alumnos endomingados con ramos de flores y padres orgullosos de sus hijos conversaban y jugaban con sus profesores en el patio. Allí recibieron el nuevo curso con cantos y otras actividades, incluida el izado de la bandera, que a partir de este año es obligatorio. Esta tradición también se observa en muchos otros países, pero lo que distingue a Rusia es la nueva actividad extracurricular obligatoria que ha implantado Vladímir Putin en los centros educativos: Conversación sobre lo importante.
Su manual para los profesores es explícito. “¿Qué refranes reflejan que el amor por la patria también es la voluntad por hacerla más rica y hermosa?”, plantea un apartado de la clase para niños de 10 años que se celebrará dentro de un par de lunes. Estos son los ejemplos de respuesta que proporciona para los menores: ”No escatimes tus fuerzas ni tu vida por la patria”; ”La felicidad de la patria vale más que la vida”; ”No hay miedo en morir por la madre patria” y ”Amar a la patria es servir a la patria”.
Esa lección, Nuestro país es Rusia, abordará la guerra en Ucrania con los chavales del quinto al noveno curso (11 a 15 años, aproximadamente). “Aun hoy vemos manifestaciones de patriotismo genuino, sobre todo en la operación militar especial”, arranca ese capítulo, que continúa con la versión oficial del Kremlin sobre los motivos que “exigieron tomar medidas firmes e inmediatas” contra el país vecino, entre ellas “proteger a la población de Donbás del acoso del régimen de Kiev, desarmar a Ucrania e impedir el despliegue de bases militares de la OTAN”.
Ese apartado culmina con un repaso de varios militares rusos y sus hazañas contra los ucranios, entre ellas una emboscada donde el protagonista “descubrió a los nacionalistas ucranios y los empujó hacia un campo minado. Finalmente se rindieron”. Otros ejemplos incluyen a veteranos que fueron heridos gravemente. “En los últimos meses, hemos aprendido los nombres de nuestros héroes, los patriotas rusos, aquí hay más”, anima a leer el material educativo.
“¿La gente es patriota?”, es una de las preguntas clave que deberán hacer los maestros a los chavales. Sin embargo, en este primer día de colegio la política brillaba por su ausencia en las escuelas. En vez de banderas, los niños llevaban globos azules y morados en sus manos, y no había zetas en las solapas (el icono de quienes exhiben su apoyo a la ofensiva sobre Ucrania), sino los lazos blancos de muchas niñas contentas con la ropa que estrenaban. Y en aquel patio nadie jugaba a la guerra.
Un coche de policía hacía guardia en el exterior de la escuela. El primer día finalizó antes, alrededor de mediodía, y los niños contaban emocionados la jornada a sus padres de camino a casa. “Nuevo colegio, nuevo profesor, nuevos amigos”, resumía la madre de una niña, Lena Penzin.
La primera jornada de colegio siempre es muy emotiva. A veces hay incluso cantos de los alumnos. El izado de bandera era hasta ahora opcional, pero Vladímir Putin ordenó al avanzar la guerra que fuera obligatoria a partir de este curso, y en mayo se presupuestaron unos 1.000 millones de rublos (170 millones de euros al cambio oficial, distorsionado por numerosas restricciones) para comprar símbolos estatales para las escuelas. A partir de ahora, todas las semanas empezarán con esta ceremonia.
Los manuales de Conversación sobre lo importante de octubre todavía no están disponibles. El tema del lunes 24 de ese mes se titula “Valores familiares tradicionales”, y es posible intuir por dónde irán los tiros. El Parlamento ruso ha aceptado debatir en su primer día de curso las enmiendas a la llamada Ley contra la propaganda homosexual, la cual perseguirá dentro de poco hablar de las relaciones LGTBI no solo delante de menores, como hasta ahora, sino también en conversaciones entre adultos y en internet.
La selección de temas es llamativa. Una de las preguntas del material escolar se refiere a Andréi Sájarov, premio Nobel de la Paz y represaliado soviético por su lucha por los derechos humanos. Sin embargo, no alude en ningún momento a su activismo y su batalla por la libertad. “Este destacado científico nuclear que fue el primero en crear una bomba de hidrógeno, la AN-602, a la que se asignó un lugar histórico durante sus pruebas con un nombre muy apropiado: Bomba Zar”, dice el manual obviando que en realidad Sájarov formó parte de un programa de científicos más amplio.
Conversación sobre lo importante comenzará oficialmente el próximo lunes 5, pero el presidente Vladímir Putin inauguró la actividad en un acto celebrado en Kaliningrado este jueves. “En el territorio de la actual Ucrania comenzaron a crear un enclave antirruso que amenaza a nuestro país”, contó el mandatario a los jóvenes invitados al evento. “Nuestros muchachos luchan allí para defender a los habitantes de Donbás y a la propia Rusia, y esto merece el apoyo de toda la sociedad”, insistió Putin.
Los alumnos tendrán que asistir cada lunes obligatoriamente a Conversación sobre lo importante, un diálogo que tendrá poco de debate, porque criticar la ofensiva sobre Ucrania está penado incluso con la cárcel por las leyes “contra la desacreditación de las fuerzas armadas” y la “difusión de información falsa”. Un concejal de Moscú, Alexéi Gorinov, fue condenado a siete años de cárcel a finales de julio por comentar la muerte de niños en los bombardeos.
El ministro de Educación, Serguéi Kravtsov, anunció que a partir del próximo curso todos los directores de los colegios tendrán a su lado un “asesor” de su departamento. Además, Kravtsov encabezará la representación en los colegios del nuevo movimiento estatal de “juventudes patrióticas” que quiere implantar el Kremlin, que promete que será voluntario. Este nuevo cuerpo se llamará Gran Pausa y copiará a los Pioneros de Lenin para “promover las políticas del Estado” entre los niños y jóvenes.
La vuelta al colegio ha coincidido con el final de un verano excepcionalmente caluroso en Moscú, y no todos los padres estaban contentos. “No tengo nada que contar, salvo que ha hecho mucho frío. Odio el colegio”, nos decía Nina. Todo el cielo de Moscú estaba tapado por los nubarrones y ella había acompañado a su hijo a la escuela. “Cuarto curso, eso significa que casi llevamos un tercio del camino. Paciencia”, agregó. Y en el horizonte se avecinaba una tormenta.
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