Yulia Timoshenko, ex primera ministra de Ucrania: “Putin no está loco, es el mal racionalizado con un plan definido”
La veterana política, que conoció y pactó con el presidente ruso en materia energética cuando ella estaba al frente del Gobierno ucranio, defiende que este se aprovecha de “la debilidad de la respuesta colectiva de Occidente”
A las cinco de la mañana del 24 de febrero se acabó la política en Ucrania. Así describe al menos Yulia Timoshenko, ex primera ministra del país, lo que sucedió poco después de que Rusia iniciara su ofensiva militar aquella madrugada en varios puntos del territorio, incluida la capital, Kiev, donde ella se encontraba. Sin demora se dirigió a las oficinas de Volodímir Zelenski, en el centro de la ciudad. “El presidente y yo”, relata en una entrevista con EL PAÍS, “nos encontramos y nos estrechamos las manos”. Timoshenko, de 61 años, líder del partido Batkivshchina (Patria), defiende que esa “unión” entre el jefe del Estado y opositores como ella misma o el expresidente Petro Poroshenko está viva y es la “fuerza” de Ucrania. Con un matiz: “Tras la victoria [en la guerra]”, prosigue desde la sede de su formación, en un barrio de la capital a orillas del río Dniéper, “Ucrania necesitará reformas, transformaciones profundas, una distribución de poderes diferente para que sea un país digno de la OTAN y la Unión Europea; no vemos otro camino”.
Hasta la llegada al poder de Zelenski, exactor de comedia, inmerso en una guerra que le ha obligado a ser el rostro de la resistencia del pueblo, una suerte de héroe inesperado frente a Vladímir Putin, Timoshenko, dos veces primera ministra del país y candidata obstinada a la presidencia, era una de las caras de Ucrania más conocidas en el resto del mundo. Su trayectoria política en las últimas dos décadas, extraordinaria, cuenta incluso con casi tres años en prisión por cargos de corrupción de los que fue finalmente rehabilitada. Pero a todo esto ayuda también, sin duda, su pelo trenzado alrededor de la coronilla, una seña de identidad inolvidable para la opinión pública.
Pregunta. ¿Cómo se encuentra tras más de cinco meses de guerra?
Respuesta. Nadie en Ucrania está bien. Hay decenas de personas muertas, ciudades destruidas, 14 millones de desplazados… Es una tragedia, la vida se divide entre el antes y después de la guerra, por eso ahora ningún ucranio se siente bien. Es doloroso, pero al mismo tiempo es un orgullo ser parte de este pueblo tan valiente, parte de esta fuerza que ha reunido el mundo contra el mal.
Timoshenko, natural de Dnipró, la cuarta ciudad del país en tamaño, hoy golpeada por la artillería rusa en el frente oriental, habla desde un despacho clásico de madera noble oscura. Una bandera ucrania con un mástil de más de dos metros custodia su escritorio junto a dos estanterías. En una, decenas de libros, entre ellos, las biografías de la dama de hierro Margaret Thatcher, la ex secretaria de Estado norteamericana Madeleine Albright, Lady Di y el senador estadounidense John McCain, con el que tiene una foto enmarcada. En la otra estantería descansan pinturas religiosas, de arriba abajo.
La líder de Batkivshchina, con 24 escaños en la Verjovna Rada (Parlamento ucranio), siempre se ha significado por su crítica hacia Moscú. Encabezó, entre otros políticos, el movimiento de protesta contra el fraude en las elecciones celebradas en Ucrania en 2004. Gracias a la llamada Revolución Naranja, Víktor Yushenko alcanzó finalmente la presidencia en detrimento del candidato prorruso, Víktor Yanukóvich. Fue entonces cuando Timoshenko ejerció por primera vez, aunque tan solo durante unos meses, la jefatura de gobierno. La revista Forbes la situaba como la quinta mujer más poderosa del mundo. Fue entonces también cuando tuvo que encontrarse con Putin para evitar que Moscú cortara el grifo del gas.
P. Al inicio de la invasión se dijo que estaba en una lista del Kremlin de objetivos a matar, ¿tuvo miedo?
R. El jefe de Estado, políticos emblemáticos, dirigentes de partidos, ministros, diputados, todos están en esta lista, pero mi equipo y yo nos hemos quedado en Kiev y siempre estamos en los puntos calientes de la guerra. Hubo temor en los primeros días, eso no se puede ocultar, pero se transformó en la sensación de que si nosotros no nos defendíamos nadie lo iba a hacer. En las primeras semanas y meses, con la ofensiva en Kiev, nadie sabía cómo iba a acabar, pero ni mi equipo ni yo, ni el presidente ni los ministros salimos de Kiev. Sabemos manejar armas y si fuera el caso, lucharíamos en las calles.
P. ¿Qué cree que busca Putin?
R. Conozco muy bien a esta persona porque colaboramos cuando fui primera ministra, tuvimos acuerdos y asuntos en común. Por lo que sé de él, sus objetivos son más amplios de lo que se pueda imaginar. Quiere el cambio del orden mundial, evitar que Occidente siga liderando y que, en su lugar, lo haga esta coalición [de países aliados] que ha formado y que es parcialmente pública. Quiere modificar las fronteras de los Estados débiles para avanzar y seguir con la ofensiva de su imperio. Ucrania es el primer paso y es aquí donde tenemos que parar esta amenaza para todo el mundo.
P. En efecto, usted le conoció, y hay pocos que lo hayan hecho. ¿Cómo es el presidente ruso?
R. Es una persona con ambiciones desmesuradas, que van más allá de dirigir Rusia. Aspira a un liderazgo global. Lo que hemos visto hasta ahora es solo una primera muestra de estas ambiciones. Algunos afirman que está loco, pero no es correcto, es el mal racionalizado que actúa según un plan definido. Su fuerza está en que cruza fácilmente todas las líneas rojas, viola todas las reglas, las normas y estándares internacionales, y también en la debilidad de la respuesta colectiva de Occidente.
Timoshenko mira a los ojos y habla despacio, con las manos sobre la mesa, marcando el ritmo de las palabras. Conversa sobre este Occidente, sobre Europa, hacia donde la mayoría de favoritos en las últimas elecciones, celebradas en 2019, se inclinaron y hoy, con más motivo, se siguen decantando. Durante aquella campaña, la ex primera ministra llegó a ser clara favorita. Pero la fuerza comunicativa de Zelenski pasó como un huracán y arrasó en las urnas con más del 70% de los votos. Los dos mantuvieron peleas políticas en las redes sociales, pero eso es ya de otros tiempos. Ahora está la guerra.
P. ¿Teme que los europeos, en medio de una crisis económica, olviden a Ucrania?
R. Va a ser imposible olvidarla, mientras prosiga la guerra no se van a levantar las sanciones. Irá golpeando la economía, el sector energético, el social. Estos problemas solo pueden concluir con el fin de la guerra y por eso no se puede dilatar. Hay que reunir las fuerzas en un puño, abastecerse de armas y derrotar al ejército ruso, que significaría derrocar a Putin. Europa tiene ahora otra amenaza, la captura de la central de Zaporiyia, muy peligrosa porque es diez veces mayor que Chernóbil. El Kremlin está chantajeando a Europa con la posible explosión de esta planta. Por eso no es una guerra ajena, sino de todos los europeos.
P. Ucrania, el Gobierno y los partidos políticos piden más armas. ¿Europa llega tarde?
R. Victoria es igual a armas, y armas es igual a victoria. Son cosas inseparables. Si el mundo libre quiere acabar con esta guerra, debe abastecer a Ucrania con las armas necesarias para la contraofensiva. Ahora no hay armas suficientes. Algunos líderes mundiales creen que no enviar armas forzará a Ucrania a firmar la paz, pero es una visión equivocada; al contrario, eso no pondrá fin a la guerra, sino que la va a dilatar. Estos líderes que creen que no hay que enviar armas destruyen en realidad sus sectores energéticos, sociales, económicos y dan opciones a sus opositores, a veces prorrusos, a ganar. Por eso es urgente ayudar a Ucrania. Al no dar armas a Ucrania actúan contra sus propios países.
Políticos y analistas en Ucrania prevén un escenario político muy diferente cuando finalice la guerra. Reformas, nuevos líderes, nuevos partidos… Timoshenko se ha presentado tres veces a las presidenciales, con opciones claras, pero sin éxito, en definitiva. Le cuesta responder a la pregunta de si volverá a hacerlo. “Una vez acabada la guerra”, contesta finalmente, “propondremos un plan concreto de renovación. Si la sociedad ucrania acepta, sí que propondremos la candidatura”.
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