Putin y Yúshenko inician una nueva etapa en las relaciones Rusia-Ucrania
Los dos líderes expresan su deseo de impulsar el consorcio para el desarrollo
A efectos de las relaciones entre Rusia y Ucrania, la revolución naranja ha terminado para dejar paso a una nueva etapa de trabajo práctico, que dará prioridad a la economía y al incremento de la cooperación energética. Ésta es una de las conclusiones que se desprendían de la visita que el líder ruso,Vladímir Putin, realizó ayer a Kiev. Para el líder del Kremlin éste era su primer viaje a Ucrania desde sus polémicos periplos del otoño para apoyar la fracasada candidatura de Víctor Yanukóvich a la presidencia del país.
Putin, que llegó desde París, encontró en Kiev interlocutores mucho más receptivos de lo que muchos analistas rusos hubieran podido imaginar hace unas semanas. "No hay problemas irresolubles", fue la frase que oyó tanto de los labios del presidente Víctor Yúshenko como de la primera ministra, Yulia Timoshenko.
La reunión de Putin con Timoshenko era un episodio aguardado con curiosidad, por cuanto la fiscalía rusa, en plena campaña electoral, había acusado a la dama de la revolución naranja de estar involucrada en delitos financieros, e incluso llegó a cursar una orden de búsqueda internacional. Timoshenko fue una anfitriona impecable del presidente ruso, que inicialmente daba la impresión de sentirse incómodo y no miraba a la cara a su interlocutora. Ésta le aseguró que podía confiar en el Gobierno de Ucrania.
Putin y Yúshenko ya se habían visto en Moscú en enero, pero aquel primer encuentro tuvo un carácter simbólico, a diferencia del de ayer, durante el cual los dos líderes esbozaron líneas de trabajo concreto y anunciaron la próxima firma de un plan de trabajo bilateral para este año.
Entre los temas abordados ayer figuran detalles de la permanencia de la flota del Mar Negro rusa en Crimea, el problema de la región secesionista del Transdniester en Moldavia, la clarificación de algunos puntos conflictivos en la frontera ruso-ucraniana y la colaboración bilateral en el marco del Espacio Económico Común (EEC), un organismo del que forman parte también Kazajstán y Bielorrusia.
En el capítulo energético, ambos líderes expresaron su deseo de impulsar el consorcio para el desarrollo, gestión y ampliación del transporte de gas a Europa vía Ucrania.
Este proyecto, que inicialmente era ruso-ucraniano-alemán, acabó reduciéndose a una empresa rusa-ucraniana, debido a las discrepancias sobre el control de la red de gaseoductos. Yúshenko puntualizó ayer que la red de transporte energético existente en Ucrania es propiedad de este país.
Putin, a su vez, se mostró interesado en la inclusión de otros consumidores, como Francia e Italia, además de Alemania, porque, según él, darán más transparencia a la empresa. Los ucranianos no solo quieren diversificar el consumo sino, sobre todo, el aprovisionamiento. Por razones geopolíticas, Ucrania está interesada en ampliar el número de socios del consorcio al máximo, incluidos otros productores de gas, además de Rusia, según declaró Alexéi Ivchenko, el nuevo jefe de la compañía energética nacional, Naftogazucraina, al semanario Zerkalo Nedelii. Yúshenko viajará próximamente a Turkmenistán, que junto con Rusia es uno de los suministradores de gas a su país.
Putin y Yúshenko acordaron crear una comisión interestatal bajo su control para abordar temas de defensa, colaboración, internacional, colaboración económica y aspectos humanitarios.
Las diferencias entre Moscú y Kiev a la hora de integrarse económicamente se mantienen. Yúshenko quiere una zona de libre comercio en el marco del EEC, ya que la apertura de mercados permite a Ucrania compensar los déficits comerciales crecientes de su comercio con Rusia debidos al aumento de precios de la energía. Rusia quisiera que la integración en el EEC no solo fuera comercial, sino también monetaria y aduanera.
Putin insistió ayer en que no debía oponerse el EEC con la Unión Europea, ya que no es cierto, según él, que se trate de dos fuerzas dirigidas en sentidos contrarios. Rusia, según argumentó, está también interesada en armonizar su legislación con Bruselas por medio de la firma de los cuatro planes de acción el próximo 10 de mayo en Moscú.
El conflicto de Moldavia
Vladímir Putin, tras los últimos fracasos de su diplomacia en Georgia, Ucrania y Moldavia, pretende que Kiev apoye a Moscú y no a Chisinau en el conflicto en torno a la separatista región moldava de Transdniester, que se escindió a principios de la década pasada con ayuda militar rusa. Ante la falta de avances en el arreglo, Chisinau pide un cambio de formato para atraer a la Unión Europea y Estados Unidos al grupo mediador, formado ahora por Rusia, Ucrania, Moldavia, Transdniester y la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa, y excluir del mismo a los separatistas.
Rusia, irritada por el rumbo europeísta anunciado por Chisinau y que aún mantiene en Transdniester varios miles de soldados y grandes arsenales, se opone a una mayor participación occidental en el arreglo y amenaza a Moldavia con sanciones económicas.
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