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Activistas ucranios dan la batalla contra la desinformación rusa y el control de las redes

“Queremos dar a la gente esperanza y seguridad y alejarlos de los chismes”, afirma en Kiev un joven que difunde datos de la guerra y cuyo móvil se ha convertido en un arma

Ucrania desinformación
El activista Oleksii Stanchevskyi, de 28 años, en su piso de Kiev este sábado.Luis de Vega
Luis de Vega (Enviado Especial)

Las hojas volanderas y los pasquines se esparcen hoy a través de las pantallas. Es ahí, en el ciberespacio, donde se dilucida principalmente la guerra de la información y la propaganda. Pero no todo se cocina en inexpugnables centros de máxima seguridad de Kiev, Moscú, Bruselas o Washington. Desde una torre de 25 alturas de Kiev asomada a las disputadas localidades del noroeste, Oleksii Stanchevskii ejerce de soldado en esa batalla mientras suenan de fondo las detonaciones que llegan de la línea del frente.

Las armas de este periodista y community manager de 28 años son las redes sociales, principalmente Telegram y Viber. Forma parte de una tupida red de activistas diseminados por toda Ucrania que tratan de tener a buen recaudo las vías por las que llega la información a la ciudadanía. Son conscientes, sin embargo, de que ese flujo de datos que manejan y esa población a la que tienen acceso también son objetivo de los rusos.

“Nuestra posición es pro-Ucrania. No podemos decir que lo que hacemos es claramente periodismo, pero es un trabajo que desarrollamos para defendernos, por eso no podemos dar toda la información de que disponemos”, aclara Stanchevskii. Es decir, evitan comunicar las posiciones de las tropas locales, de los lugares exactos de los ataques y también frenan la publicación de imágenes de muertos o muy escabrosas que puedan minar la moral de los ciudadanos. “Queremos dar a la gente esperanza y seguridad y alejarlos de los chismes. Nos llegan muchos vídeos o fotos que no podemos publicar”, reconoce el activista sin negar su veracidad.

Conscientes de la importancia de las redes sociales y de su capacidad de llegar hasta el mismo tuétano de la sociedad del país invadido, los rusos las emplean también en su propio beneficio dentro de Ucrania. Así ha ocurrido en enclaves que han caído bajo su poder como Berdiansk o Melitopol, en el sur del país, donde han conseguido a través de los móviles infiltrarse, intoxicar y despistar a los habitantes para tratar de ganárselos, señala Stanchevskii. “Los rusos tienen una táctica. Cuando ocupan una ciudad tratan de controlar la infraestructura local. Van a los periodistas locales y, si estos no colaboran, pillan las claves (de sus redes sociales) y se apropian de los canales”, explica.

Reporteros Sin Fronteras (RSF) ha denunciado el secuestro por los rusos del padre de la periodista Svitlana Zalizetska con el objetivo de canjearlo a cambio de obtener el control del medio que ella dirige, RIA-Melitopol. El hombre, de 75 años, fue finalmente liberado en la noche del viernes y Zalizetska ya no controla el medio que dirigía, según RSF.

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En un canal de Telegram llamado Berdiansk Mañana, con unos 6.000 seguidores, puede verse al que se ha erigido como nueva autoridad de esa ciudad desde que cayó en manos de los rusos dirigiéndose a la población como si fuera una especie de alcalde. Esa nueva autoridad lanza mensajes en los que trata de convencer a los vecinos de que la vida en la ciudad ha vuelto a la normalidad, así como el restablecimiento de los servicios de emergencia. También anuncia el lanzamiento de canales de radio y televisión en lengua rusa, publicaciones de bajas entre las filas ucranias en nombre del Ministerio de Defensa ruso o mensajes contra el Gobierno del presidente ucranio, Volodímir Zelenski, al que se tacha de “fascista” y al que se acusa de utilizar al pueblo como escudo humano. Hasta difunde vídeos con alocuciones del presidente ruso, Vladímir Putin.

A diferencia del grupo Berdiansk Mañana, en el de Berdiansk Hoy, con 43.000 seguidores, avisan sobre las sirenas que alertan sobre posibles ataques aéreos, sobre cómo recibir ayuda humanitaria, el funcionamiento de bancos, las evacuaciones, direcciones de tiendas y comercios o el horario de autobuses. En definitiva, “cómo vivir”, puntualiza Stanchevskii. Algunos de los ucranios consultados por EL PAÍS en estas semanas que han transcurrido de conflicto reconocen que los canales a los que acceden desde sus teléfonos móviles son la principal fuente de información y sobre lo que leen en ellos acaban tomando decisiones en su día a día. Una mujer de la región de Mikolaiv contó que fue evacuada a Lviv junto a sus hijos gracias a un listado organizado por las autoridades locales a través de Telegram.

Stanchevskii no dispone de más medios materiales que cualquier otro ciudadano para desarrollar su activismo. Es más, este sábado ni siquiera tiene acceso a la electricidad ni a internet en su casa. Pero no se desanima. Él y otros activistas llevaban meses preparándose para lo que se les vino encima el pasado 24 de febrero con la orden del presidente ruso de abrir la caja de los truenos en forma de invasión del país. Entre los informes que maneja destaca La muerte de Putin, que muestra junto a otro, El modelo de defensa territorial de Ucrania, ambos editados por el centro de estudios Instituto Ucranio por el Futuro. Pero el community manager reconoce que su trabajo ahora está a pie de calle, a pie de Telegram. “Apostamos por los contenidos positivos para no poner a la población nerviosa. Cada día al atardecer publicamos una broma o un meme para intentar que la gente se vaya a dormir en paz”.

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Sobre la firma

Luis de Vega (Enviado Especial)
Ha trabajado como periodista y fotógrafo en más de 30 países durante 25 años. Llegó a la sección de Internacional de EL PAÍS tras reportear año y medio por Madrid y sus alrededores. Antes trabajó durante 22 años en el diario Abc, de los que ocho fue corresponsal en el norte de África. Ha sido dos veces finalista del Premio Cirilo Rodríguez.

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