Luis Gilberto Murillo: “Pasar a segunda vuelta prácticamente garantiza la presidencia de Colombia”
El exministro de Ambiente, candidato a la vicepresidencia de Sergio Fajardo, defiende la opción de cambio que representa el centro ideológico
A Luis Gilberto Murillo se le iluminan los ojos y le brota una amplia sonrisa cuando le preguntan por Andagoya, en el departamento del Chocó, en el Pacífico colombiano, el lugar donde nació hace 55 años. “Es un pueblito donde se da el matrimonio entre el río San Juan y el río Condoto. Fue un campamento minero, ahora es un pueblo como cualquier otro en el Chocó, en medio de la selva. Somos cultura del río, del agua”, relata en esta entrevista en un hotel de Bogotá. Con una inusual biografía que lo ha llevado a vivir también largos años en Moscú y Washington, donde estuvo radicado hasta enero, el exministro de Ambiente es la flamante fórmula de Sergio Fajardo, el candidato del centro político en la campaña presidencial.
Cuando se graduó del colegio, Murillo logró el mejor puntaje en las pruebas estatales de su departamento, el más pobre de Colombia, y eso le permitió obtener una beca para estudiar ingeniería de minas en la antigua Unión Soviética, donde vivió en tiempos de la perestroika que puso en marcha Mijaíl Gorbachov. Tras la caída del muro de Berlín regresó a Colombia para participar en el movimiento estudiantil que llevó a la Constitución de 1991, y después se refugió la primera década de este siglo en Estados Unidos, luego de haber sido víctima de un secuestro. Ya establecido como experto en asuntos medioambientales, Andagoya fue una fiesta el día en que se posesionó como ministro de Ambiente para los últimos dos años del Gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018).
Fajardo y Murillo estrecharon relaciones desde que coincidieron hace una década como gobernadores de Antioquia y Chocó, respectivamente. “Significa para el país diversidad, inclusión, defensa de nuestra biodiversidad, el poder y potencial de las regiones, y la decencia”, le exaltó Fajardo este miércoles, cuando inscribieron su candidatura conjunta ante la registraduría, acompañados por los demás precandidatos de la Coalición Centro Esperanza que han quedado por el camino.
Pregunta. Las candidaturas de Gustavo Petro y Federico Gutiérrez, en los extremos ideológicos, sumaron más votos en las primarias de sus coaliciones que el centro. ¿Cuál es la estrategia para remontar esa desventaja?
Respuesta. Tenemos las propuestas más viables para el país, y las más apropiadas para este momento específico. En ese sentido, el punto de partida es muy importante, porque son más de dos millones de votos, además de una representación importante en el Congreso. La estrategia está más orientada a convencer a un sector del electorado que aún no se ha definido por una alternativa presidencial, porque está esperando propuestas por fuera de la polarización que generan las candidaturas que menciona. Estamos seguros de que, en esta nueva etapa de la campaña, con un relanzamiento que comenzó con el anuncio de mi candidatura a la vicepresidencia, se inicia un proceso de generación de entusiasmo en ese electorado, que nos permita crecer, porque hoy Sergio tiene el mayor espacio para crecer, y que ese crecimiento llegue a punto en las elecciones del 29 de mayo para pasar a segunda vuelta. Yo creo que el paso a segunda vuelta prácticamente garantiza la llegada a la Presidencia de la república.
P. En una campaña en que están en juego tantas emociones, ¿cómo despertar entusiasmo desde el centro?
R. Ese ha sido un desafío, no solo para el centro ideológico en Colombia sino en general. Hay ejercicios electorales recientes en el contexto internacional que muestran que sí se puede hacer, si se hace una campaña pragmática con soluciones concretas. La gente lo que quiere es vivir en paz y tranquilidad. Eso requiere la capacidad del Gobierno para implementar soluciones efectivas, y las soluciones efectivas requieren mínimos acuerdos y consensos. Las propuestas que polarizan a la sociedad colombiana generan mucha preocupación en un gran sector del electorado, porque saben que ninguna de las dos va a tener la capacidad de generar esos consensos necesarios.
P. ¿Qué ejemplo internacional tiene en la cabeza?
R. Yo participé en la campaña de Joe Biden en Estados Unidos, y después con Kamala Harris. Había el planteamiento muy polarizante de Donald Trump, pero también un planteamiento muy llevado hacia las tendencias más de izquierda del Partido Demócrata. Biden logró amalgamar el centro, y así pudo lograr la nominación y después el triunfo. El país quería avanzar por una ruta más tranquila. Colombia puede estar en un contexto similar.
P. ¿Cuál es el nuevo paradigma de desarrollo que están planteando?
R. He venido diciendo que Colombia tiene que ser una potencia ambiental y climática, y que su desarrollo debe basarse en su patrimonio natural. Sergio ha venido planteando que Colombia debe ser una potencia en bioeconomía. Ahí hay una coincidencia grande, y esa es la base del desarrollo. Sin desconocer el papel central que en un marco de sostenibilidad debe jugar el sector minero energético.
P. ¿Cuál es ese papel?
R. El sector minero energético es accesorio a este nuevo modelo de desarrollo, el principal criterio es la conservación de los activos naturales. Sin embargo, hay un espacio para este sector porque la misma transición energética implica la demanda de nuevos minerales, en los cuales Colombia puede tener una buena oferta en un marco de sostenibilidad.
P. ¿Qué opina de la idea de Petro de frenar la exploración petrolera?
R. Su propuesta de transición energética tiene dos elementos que no son convenientes para el país en este momento. El primero, que Gustavo hace un gran énfasis en la explotación y producción de combustibles fósiles, pero Colombia emite solamente el 0.4 % de las emisiones globales. Y la mayor parte de esa emisión, casi un 60%, proviene del sector agrícola y forestal. Entonces el énfasis en el sector petrolero, de hidrocarburos, puede llevar a sofismas de distracción. Hay que concentrarse en la deforestación, porque realmente las emisiones colombianas tienen que ver con deforestación y cambios de uso del suelo. El próximo gobierno debe calibrar muy bien cómo se transita hacia energías renovables de fuentes no convencionales. El contexto hoy, en medio de la guerra entre Rusia y Ucrania, lleva a que los países tengan que tener mucho cuidado con sus posibilidades de explotación de hidrocarburos.
P. Su candidatura representa las regiones y la periferia de Colombia. La de Francia Márquez en el Pacto Histórico, también. ¿Qué diferencia sus aspiraciones?
R. Hay diferencias sustanciales. Yo coincido con Francia y otros candidatos en que falta mucho para ser un país incluyente. Hay unas secuelas enormes de la discriminación racial y el racismo estructural, no solamente en el caso de poblaciones negras, afrodescendientes, raizales y palenqueras, también en las comunidades indígenas, campesinas, parameras o ribereñas. Coincidimos en que hay que avanzar en la autonomía e inclusión de estas comunidades, la diferencia puede ser en el camino que hemos escogido. Francia, que es una lideresa muy respetable que ha tenido un gran impacto en la política colombiana, escogió el camino de la izquierda; nosotros escogimos recorrer el camino del centro ideológico, esa especie de tercera vía. Creemos que ese camino es más seguro y más expedito para la inclusión de poblaciones que han estado en desventaja y excluidas, pero también para que se sienta con mayor fuerza la voz de las regiones.
P. ¿Colombia sigue siendo un país racista?
R. Sí, claro. Es un país de contrastes. Tiene secuelas, el racismo estructural y la discriminación racial son históricas. La condición en que vive la población del Pacífico, del Magdalena, del sur de Bolívar, o en el Urabá antioqueño o el Darién, son una muestra viva de que Colombia es un país donde el impacto del racismo es alto. También se ve en la cotidianidad. Sin embargo, en medio de ese contraste, el país también ha avanzado.
P. Usted es de Chocó y lideró el programa presidencial para la región Pacífico. ¿Qué hace falta para que deje de ser una de las regiones más olvidadas del país?
R. Desde el centro se han impuesto visiones del desarrollo que no se acomodan a la realidad de las poblaciones en el Chocó. La gente está buscando un desarrollo más articulado a la conservación de sus activos naturales porque es algo muy ligado a lo cultural. Y acá están viendo más la economía muy clásica. Entonces llega una empresa minera, como a mi pueblo, extrae el mineral y se va, y la riqueza no se asienta. Por otro lado, no se comparte valor, no se dejan allí inversiones y el Estado no ha tenido una política de desarrollo económico realmente incluyente del Pacífico, ha tenido más política asistencialista y casos aislados de desarrollo industrial. Eso debe cambiar. Hay que generar nuevos liderazgos, muy bien formados, que puedan servir de faros del desarrollo de la región.
P. Hay un deterioro de la seguridad en Colombia ¿Se ha cerrado la ventana para alcanzar la paz en Colombia que abrió el acuerdo negociado en La Habana?
R. Estamos planteando que vamos a implementar el acuerdo de paz de manera responsable, prioritaria y con sentido de urgencia, porque sino esa ventana se puede cerrar. El descuido y la falta de implementación en este Gobierno ha sido catastrófica. Estuve revisando los datos del Instituto Kroc de la Universidad de Notre Dame, y en la reforma rural integral o en el capítulo étnico –que tiene que ver con comunidades indígenas y negras, afrodescendientes, raizales y palenqueras– se ha hecho muy poco, casi nada. El acuerdo es el único en el mundo con un capítulo étnico, se está desaprovechando una gran oportunidad para que Colombia le muestre el camino a la comunidad internacional.
P. El presidente Iván Duque acaba de lograr su esperada audiencia con Joe Biden en la Casa Blanca, después de que la relación se tensó por la injerencia del actual partido de Gobierno a favor de la fallida reelección de Donald Trump. ¿Colombia ha logrado normalizar las relaciones?
R. Son heridas muy difíciles ya de cerrar, sobre todo en este Gobierno. El presidente Duque ideologizó las relaciones internacionales de Colombia, y las alineó con la derecha internacional, sobre todo esa derecha liderada por Trump. Eso llevó a que con la llegada de Biden se requería un cambio urgente de las prioridades y los énfasis de la relación entre Colombia y Estados Unidos, y el presidente Duque no tomó esas decisiones a tiempo. Esta visita tiene mucho que ver con lo protocolario, con el contexto internacional. Pero ya es tarde, Estados Unidos se está preparando para un nuevo Gobierno.
P. ¿Colombia debería restablecer algún tipo de relación con Venezuela?
R. Sí, bajo ciertas condiciones lo debe hacer. Colombia debe ser muy pragmática en su política exterior, que obedezca a intereses del país, y es difícil pensar que Colombia va a tener condiciones tranquilas, va a poder superar ciertos desafíos de seguridad, si no tiene al menos unas relaciones pragmáticas con Venezuela.
P. ¿La política antidrogas ha fracasado? El Gobierno Duque ha insistido en retomar las fumigaciones aéreas con glifosato.
R. La mal llamada guerra contra las drogas fracasó, y lo reconocen en Estados Unidos. En cuanto a la aspersión aérea con glifosato, no debe tener lugar en Colombia. Hay que buscar otras maneras de luchar contra el avance de cultivos ilícitos de coca. Aunque costosa, la erradicación manual es más efectiva que el uso del glifosato. Es contradictorio que, en un ecosistema tan importante, en uno de los países con mayor biodiversidad en el mundo, se esté fumigando con glifosato de manera indiscriminada.
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