Mafiosos y asistentes del Kremlin: la ruta secreta del dinero ruso en Andorra
Una decena de ciudadanos del país euroasiático ocultó 100 millones de euros en la BPA a través de alambicados tinglados financieros
Empresarios con turbias fortunas, millonarios conectados con la mafia y hasta un asistente del presidente de Rusia, Vladímir Putin, con nueve millones en el bolsillo. Un heterogéneo grupo de ciudadanos del país euroasiático comunicó a la Banca Privada d’Andorra (BPA) su intención de ocultar 100 millones de euros entre 2003 y 2015, según los documentos a los que ha tenido acceso EL PAÍS.
El dinero aterrizó en la institución financiera hasta marzo de 2015, cuando el banco fue intervenido por blanquear presuntamente fondos de redes criminales. “Los rusos han sido durante años los mejores clientes de Andorra”, explica una autoridad del país pirenaico. Un territorio de 77.000 habitantes rodeado de estaciones de esquí y tiendas de lujo que hasta 2017 permaneció blindado por el secreto bancario.
Este periódico ha analizado las actas confidenciales del comité de prevención de blanqueo de la BPA. Unos documentos que desvelan la identidad de algunos de estos clientes, cuestionan el origen de sus fortunas y advierten de la necesidad de reportar a las autoridades andorranas sus nebulosas transacciones. Cuentas cifradas, sociedades instrumentales, transferencias a tinglados financieros opacos y discreción... Esta es la intrahistoria de parte del dinero ruso que buscó acomodo en Andorra.
El asesor de los nueve millones
Igor Sirosh, asistente del presidente de la Federación Rusa, usó una cuenta cifrada para ocultar en junio de 2013 sus fondos en Andorra. Bajo el código 10101284 se escondió el dinero de este alto cargo del Kremlin que aseguró al banco “haber ganado” 9,12 millones de euros, según un informe inédito de la policía del país pirenaico.
Formado como militar, el jerarca es ayudante del jefe de la administración presidencial desde 2006. Y ha desarrollado cargos de relevancia en el organigrama institucional del poder. Entre ellos, fue vicepresidente de la Comisión de la Federación Rusa para contrarrestar “la falsificación de la historia”.
Pese a que la BPA calificó a Sirosh de PEP (Persona Políticamente Expuesta, en inglés), una etiqueta para identificar a cargos públicos o exdirigentes susceptibles de recibir fondos manchados por corrupción, la entidad autorizó la apertura de su cuenta.
Oscura comisión de 50 aviones
El exdirector general de una compañía de aviación rusa recurrió en 2013 a la BPA, donde tenía una cuenta desde 2002, para cobrar una comisión de 860.871 euros por mediar en la compraventa de 50 aviones Boeing. El exejecutivo pretendía ingresar el dinero a través de una operación que incluía un préstamo “sin intereses” y una sociedad pantalla domiciliada en el paraíso fiscal de las Islas Vírgenes Británicas. La BPA dudó de la operación. El cliente se escondía tras una cuenta cifrada y era también un PEP.
El botín del petróleo
La sociedad instrumental Selene Design LLC fue el caballo de Troya usado en noviembre de 2014 por el director financiero de una refinería en la ciudad rusa de Krasnodar para ocultar fondos en la BPA. El ejecutivo —según la entidad— manejó un tinglado financiero con tentáculos en el paraíso fiscal de Nieves y Chipre. Inicialmente, colocó un millón en el Principado.
Los millones del gas
Los cuatro ejecutivos rusos de Actual Geology, una sociedad creada en el paraíso fiscal de las Islas Vírgenes Británicas, se fijaron en Andorra en 2014 para refugiar los beneficios de su compañía de exploración de reservas de gas. Los empresarios planeaban ingresar en la BPA hasta dos millones de euros y usar el Principado pirenaico como un nodo de operaciones. Su fortuna procedía —supuestamente— del emporio erigido por el fallecido fundador de su firma, V. Chestatyakov.
Imperio de los medicamentos
La empresaria Ekaterina Limonova atesoraba 12 millones en Andorra en 2012 y anunció su intención de colocar ese año otros 20. Según le dijo al banco, el dinero procedía de los beneficios de su laboratorio de medicamentos en Moscú. Sus fondos se distribuyeron en dos depósitos numerados. Y su esposo, Victor Limonov, trató también de depositar su fortuna en la BPA, pero su comportamiento —vaciado inesperado de cuentas y negativa de aportar justificantes sobre su capital— despertó las sospechas de la entidad. “Consideramos que tenemos que tener mucho cuidado y no dejar ninguna operación sin justificar. Por prudencia, hacemos una declaración de sospecha”, apuntó en diciembre de 2012 un miembro del departamento de cumplimiento de la BPA. El trabajador del banco aludía a la necesidad de informar de las presuntas irregularidades de Limonov a la Unidad de Inteligencia Financiera de Andorra (Uifand), un organismo dedicado a la prevención del blanqueo.
Con la policía en los talones
La Policía de Kazajistán frustró en abril de 2013 los planes de un misterioso cliente ruso de la BPA que quería transferir desde Suiza al banco pirenaico más de cinco millones de euros. Las intenciones del inversor, que barajaba comprarse con los fondos repatriados del país helvético una vivienda en Grecia, saltaron por los aires después de que los investigadores alertaran de que el hombre al que perseguían recurrió a una alambicada telaraña financiera en Andorra para mover el dinero del delito. La identidad del cliente es un misterio. Blindó su nombre a través de una firma instrumental, Artneveau Group S.A.
La hucha de los camiones
Vladímir Novik era director general en Rusia de la empresa de camiones Iveco cuando transfirió a la BPA 2,3 millones de euros. Corría 2014 y el ejecutivo esperaba cobrar además 3,5 millones de dividendos de esta compañía de automoción. Una firma con una facturación anual de 180 millones y de la que Novik tenía el 33% de las acciones, según un documento del banco. Los gestores de la cuenta advirtieron de que la cantidad a ingresar podía ser mucho mayor. “En Rusia hay mucha economía sumergida, por lo tanto, su sueldo sería el doble si tenemos en cuenta los pagos en b”, objetó un empleado de la BPA.
El rey de las cañerías
El exgeneral ruso Viktor Kanaykyn manejaba un patrimonio de 50 millones de euros cuando abrió una cuenta en la BPA en febrero de 2003. Su fortuna procedía —según le indicó al banco— de su firma de limpieza de tuberías de gaseoductos Spetsneftegaz. Una compañía colaboradora de Gazprom nacida en Moscú tras la desintegración de la URSS.
Kanaykyn aprovechó el Principado para ingresar los beneficios de sus empresas y Fondex, su trust (un opaco instrumento financiero). El banco le recibió con parabienes. E, incluso, le visitó tres veces en Rusia para comprobar la actividad real de su conglomerado y su mermada salud tras sufrir una embolia que modificó su firma. “Se trata de una persona con gran prestigio en Rusia. Ha participado como ponente en numerosos foros internacionales y es miembro de la International Gas Union (IGU)”, indicó un empleado de la entidad.
El rey de las cañerías tenía un representante en España a quien le dio poderes notariales, Andrei Petrov. Antiguo albañil, conductor y portero de discoteca, Petrov, manejó dos cuentas en la BPA. Y en 2013, era detenido en el marco de la Operación Clotilde, que desmanteló una red de blanqueo de fondos a través del ladrillo asentada en Lloret de Mar (Girona). El hombre de confianza del dueño del emporio de la limpieza de tuberías aceptaba en 2018 una condena de un año y medio de prisión por estos hechos.
Este periódico ha intentado sin éxito recabar las versiones de los clientes del banco andorrano que aparecen en esta información.
investigacion@elpais.es
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