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Del megáfono de las redes sociales al Congreso colombiano

Al menos 11 ‘influencers’, periodistas y activistas conocidos en internet buscan escaños en el Senado y la Cámara de Representantes

Catalina Oquendo
Elecciones Colombia Catherine Juvinao es una de las influenciadoras que se lanza a la Cámara de Representantes.
Catherine Juvinao es una de las influenciadoras que se lanza a la Cámara de Representantes de Colombia.Fuera Vagos

Se han hecho famosos en Facebook, Twitter o YouTube. Con videos que indignan y causan polémica o a través de columnas en medios de comunicación. El estallido social de 2021 fue su trampolín. Son los influencers y periodistas que aspiran a llegar al Congreso de Colombia el próximo domingo.

El fenómeno tomó fuerza durante el año de las protestas y abarcó a todos los partidos políticos que buscaron entre actrices de televisión, periodistas deportivos y otros personajes reconocidos de redes sociales a nuevas figuras con las que atraer votantes cansados de los partidos y las formas tradicionales de la política. Pese al fervor del inicio, por el camino muchos decidieron renunciar, y ahora son al menos 11 personalidades conocidas en estas plataformas las que buscan conquistar escaños en la Cámara de Representantes y el Senado de la República.

Jose Alberto Tejada es quizá uno de los más conocidos. Periodista del Canal 2, de Cali, reportó los abusos del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) durante el paro en esta ciudad, epicentro de la represión policial y el lugar donde se dio también una mayor resistencia de los manifestantes. El señor del Canal 2, como es conocido, reportaba a través de Facebook y fue invitado por Gustavo Petro a ser la primera opción en la lista del Pacto Histórico, la coalición de izquierda, en Cali.

En Puerto Resistencia, como se conoce al barrio Puerto Rellena donde se presentaron las mayores manifestaciones de la ciudad, venden su imagen como artesanía y tiene su cantera de votantes. Tejada se define como un socialdemócrata y cuenta que fueron los jóvenes de esos barrios quienes lo invitaron a hacer política y lo propusieron a Petro, que decidió ponerlo a encabezar la lista de aspirantes a la Cámara. Ahí vio la “mezquindad del ambiente político”, dice en conversación con este diario. Porque otros líderes lo criticaron como un “advenedizo y con poca experiencia en política”, aunque defiende que él ha hecho trabajo social y dirige una ONG desde hace décadas.

Para Tejada, la presencia de periodistas y líderes en las listas a este Congreso habla del hartazgo de la política tradicional. “Creo que este fenómeno ocurre porque está muy quemado ese paquete de políticos tradicionales que ha hecho política para sus agendas personales; segundo porque hemos surgido algunos periodistas independientes de los grupos económicos y podríamos refrescar la mirada; y, en tercer lugar, en mi caso, porque me buscó la muchachada”, cuenta.

Otros partidos como el renacido Nuevo Liberalismo, del asesinado líder político Luis Carlos Galán, también eligieron a una comunicadora reconocida en medios. La periodista afrocolombiana Mabel Lara, un rostro bien conocido en los hogares colombianos, encabeza la lista al Senado. “Como me hacían tantas propuestas de meterme a la política, y durante más de una década dije que no, pensé que, si esto iba a pasar, me iba a preparar. Y acudí a la academia. Después de mi año electoral en Washington me dije: ¿por qué no? ¿Por qué no apostarle? Esta propuesta me convenció”, le contó Lara a este diario. Para ella también tuvo que ver la frustración del ejercicio periodístico. “Yo ejercí en un noticiero que creo que es el más arriesgado en Colombia, y pese a las denuncias uno se daba cuenta de que no pasaba mucho. Eso te empieza a generar una frustración constante”, explicaba. Además de Tejada y Lara, hay otros reconocidos columnistas como Ariel Ávila, que aspira al Senado por el Partido Verde o Sandra Borda, por el Nuevo Liberalismo, que han saltado de la academia a la política electoral.

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Si el paro funcionó como un trampolín, la indignación que producen los escándalos del actual Congreso han sido la mina para varias activistas que intentan renovar el Legislativo. Catherine Juvinao, de la Alianza Verde, es una de las que mejor lo ha capitalizado. Periodista y activista, creó la campaña “Fuera Vagos”, que criticaba el ausentismo de los parlamentarios y la falsedad en los títulos académicos de varios congresistas. Ahora intenta pasar al otro lado prometiendo ser la veedora del Congreso desde dentro. También está María Fernanda Carrascal, que se presenta como “influenciadora” de redes sociales y se postula por el Pacto Histórico a la Cámara por Bogotá, ha hecho campañas en contra del sector financiero y de defensa del proceso de paz.

El antiuribismo y los memes han sido otra cantera para nuevos candidatos, como Francisco Rojas, que está detrás del Movimiento Naranja, una página de humor político. Ahora se postula por el movimiento de izquierda Fuerza Ciudadana al Senado, sin esconder su origen: “¡No solo hacemos memes, queremos cambiar este país con las banderas del progresismo!”. “Damos el paso a lo político para estar donde se toman las decisiones del país que es en el Congreso. Marcamos un hito histórico: somos la primera página de memes que se presenta a un cargo de elección popular”, se presenta Rojas en sus redes.

Cristina Vélez, directora de Linterna Verde, una organización independiente que investiga cómo se construye opinión pública en redes sociales, explica que es preciso separarlos por categorías. Unos son los llamados celebrities que desde hace años se presentaban al Congreso; otros son los influenciadores políticos, cuya presencia sí es nueva en su aspiración al Congreso; y otros los periodistas y columnistas.

“La de los influenciadores políticos es una categoría muy interesante. Ellos primero construyen una voz donde tratan de contar la política de forma distinta. Existían los de moda o gastronomía, pero había esa misma necesidad de los jóvenes de recibir información política empaquetada con un cara cercana y deconstruida, por figuras desde una relación de intimidad”, explica Vélez. “Ese fue el espacio en el que empezaron a jugar personalidades como Juvinao o Carrascal u Oswaldo Ortíz o Gilberto Tobón (candidatos), cuyo rol es una especie de mediums, que cuentan la política de una manera cotidiana”.

En agosto de 2020 el Ministerio de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones lanzó una guía de buenas prácticas a través de influenciadores y los definió como “la persona que a través de redes sociales y plataformas digitales o interactivas, al compartir su cotidianidad, intereses y experiencias con una comunidad en línea, ha logrado credibilidad, confianza y una imagen reconocible que le permite influir, afectar o motivar el comportamiento del consumidor”.

Vélez considera que esa definición aplica para estas personalidades porque influencian decisiones de consumo vinculadas al voto. “Ahora ellos están haciendo un tránsito muy complejo: de ser influenciadores que han contado la política, encarnándola en sus personajes cotidianos, en sus vidas, en una posición en la que puedes ser crítico y usar palabras que polarizan, pasarían a una posición en la que, al tener una investidura, deben hacer consensos para proyectos de Ley. Pueden chocarse con la geopolítica del Congreso, donde no importa el número de seguidores que tienes”.

La estrategia de buscar estas nuevas voces se ha dado en todos los partidos. En el Centro Democrático tienen a Miguel Polo Polo, un influenciador uribista, que defiende con vehemencia las posturas más radicales de la derecha. Aupado por la congresista María Fernanda Cabal, el joven se lanza a la Cámara para ocupar una de las curules afro. Ya había sido candidato fallido a la alcaldía de su ciudad natal, Tolú.

Algo similar a la historia del Youtuber cristiano Oswaldo Ortiz, un polémico pastor que se presentó a las elecciones en 2018 y no salió elegido. También había sido acogido en el partido de Gobierno por Cabal y era conocido por referirse a la comunidad LGBTI como “lobby gay”, “dictadura gay” o “mariquinaria”. Ahora vuelve a intentarlo al Senado también por el Centro Democrático promoviendo la “antixenofobia” y el “antisocialismo”.

La presencia de estas personalidades también habla de un cambio en la forma en que se hace la política. “Antes funcionaba de abajo hacia arriba, se construían redes micro con los vecinos, un líder del barrio y un coordinador de la ciudad y se halaba la pirámide; ahora, hay un fenómeno interesante en la esfera pública y es que hay un pedazo de esa conversación que es digital y que está mediada por algoritmos”, dice Vélez. Los partidos lo identificaron y han buscado entre personas que son visibles, tienen credibilidad o son expertos reconocidos para “tomar esas personas que ya están saliendo en los clics de la gente y construir personajes políticos”. Solo el domingo se sabrá si logran traducir sus seguidores de redes y sus likes en votos concretos y reales.

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Sobre la firma

Catalina Oquendo
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia. Periodista y librohólica hasta los tuétanos. Comunicadora de la Universidad Pontificia Bolivariana y Magister en Relaciones Internacionales de Flacso. Ha recibido el Premio Gabo 2018, con el trabajo colectivo Venezuela a la fuga, y otros reconocimientos. Coautora del Periodismo para cambiar el Chip de la guerra.

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