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Después del 15-N, los problemas continúan en Cuba

El malestar popular y la crisis económica seguirán lastrando al país tras la marcha a España de Yunior García, el promotor de las protestas en la isla

Protestas sociales en Cuba 2021
Una estudiante pasea delante de una pintada en La Habana, este miércoles.YAMIL LAGE (AFP)

El 15-N ya pasó. Pero ¿y el 16-N, y el 17-N, y en adelante? Esa es la gran pregunta que flota en Cuba en este momento, tras los sucesos de los últimos días en torno a la marcha cívica por el cambio promovida desde la plataforma Archipiélago y frustrada en medio de un gran despliegue policial contra sus organizadores principales y los líderes opositores. A esta incógnita hay que sumarle el giro inesperado de los acontecimientos motivado por la imprevista salida del país del principal líder de la protesta, Yunior García, que llegó el miércoles a Madrid en un vuelo de Iberia junto a su esposa Dayana Prieto, algo que sorprendió a propios y extraños.

El miércoles había notable desconcierto dentro de la propia plataforma, que por la mañana en su cuenta de Facebook daba por “desaparecido” a Yunior García, después de ser visitado en su casa por uno de sus activistas y que nadie respondiera a la puerta. Tras quedar desactivada la marcha del 15-N, una jornada en la que prácticamente nadie salió a las calles vestido de blanco, como había pedido Archipiélago, los promotores de la protesta dieron a conocer un comunicado en el que expresaron que “las causas que motivaron la convocatoria” seguían vigentes y que el Gobierno no había “entendido el mensaje”, por lo que propusieron que la gente continuara saliendo a manifestarse hasta el próximo 27-N. Pero, por lo visto, poco o nada se moverá estos días en las ciudades y pueblos de Cuba.

En la calle, los cubanos hacían el miércoles vida normal bajo la crisis galopante que se vive en la isla, lo que implica numerosos sacrificios, sobre todo hacer largas colas para adquirir cualquier producto básico, o en la parada del autobús, o ante una farmacia desabastecida. Estas condiciones de penuria económica, base del descontento popular que provocó las protestas masivas del 11 de julio, difícilmente cambiarán a corto plazo. Por ello, aseguran desde sectores críticos, pero también desde posiciones afines al Gobierno, las autoridades harían mal en presentar lo sucedido como una victoria y pretender que nada ha pasado.

Ha quedado claro que, con la presión ejercida en los días previos y el despliegue policial, o porque mucha más gente de lo que se piensa les apoya, el Gobierno ha sido capaz de mantener el control en las calles el 15-N. Pero también, aseguran diversos académicos e historiadores, hay un hecho que no pueden desconocer las autoridades: las cosas en Cuba han cambiado y no pueden seguir gobernando como antes, pretendiendo que no ha pasado nada y desconociendo a una juventud que cada vez va a ser más crítica.

“Procesar la diversidad existente es un Rubicón en la Cuba actual”, señalaba el investigador y exdirector de la revista universitaria Alma Mater Julio César Guanche. “La diversidad existe, se expresa, y va a seguir demandando canales de expresión. Es el país de hoy. La promesa de cómo tratar esa diversidad no puede ser mantenerlo en pie de guerra con actos de repudio y/o afirmación repetidos hasta el infinito. La diferencia existe. Hay que vivir con ella y reconocer la legitimidad del conflicto”, escribía Guanche sobre el día después del 15-N en sus redes sociales.

“El país es más diverso que lo que muestran las guerras de canciones y de colores. Contra lo que algunas zonas quieren hacer ver, por su propio interés, no hay solo dos opciones. El Gobierno no tiene como única opción lo que está haciendo. La crítica y la contestación social no tienen tampoco un único camino”, opina este historiador, señalando que “no estamos ante problemas de un día, ni relacionados con una persona en específico”.

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Y agregaba: “Hay apoyos al Estado cubano que no son aprobaciones de los actos de repudio ni de las retenciones ilegales, ni de los juicios sumarios, ni de las peticiones de sentencias de 25 años. Ni toda oposición en Cuba está financiada por los EE UU, ni es antipatriota por el hecho de ser oposición”.

Para la historiadora Alina Bárbara López, coordinadora del portal La Joven Cuba, lo ocurrido el día 15 no es sorpresivo, era algo esperado. En Cuba, aseguró, “las presiones sobre la ciudadanía son muy grandes, y si algo ha quedado demostrado de modo transparente es el modo en que se gobierna, ya no por consenso, sino mediante la violencia y la represión”. A su entender, “el 15-N logró un objetivo importantísimo, que es demostrar a la ciudadanía y a la opinión pública internacional cómo funciona el Estado”.

Sobre la salida de Yunior García del país, prefirió no opinar, pero consideró que “liquidando liderazgos y presionando a las personas más comprometidas para que se vayan de Cuba, el Gobierno lo único que hace y pretende es ganar tiempo”. Advierte de que esto no servirá de nada. Con un malestar popular y circunstancias económicas como las que se viven en Cuba, y “cuando los de arriba no pueden seguir gobernando con los mismos métodos, y los de abajo ya no se adaptan a ser gobernados de ese modo”, comienza un “momento histórico” nuevo, opina. “En los momentos históricos se puede ganar tiempo, pero estos tienden a ser irreversibles cuando llegan a un punto determinado, que es lo que está pasando en Cuba”, asegura. Pasó el 15-N y el 16-N, Yunior García está en España y habrá que ver ahora los siguientes movimientos de La Habana.

Una “operación fallida”, según el Gobierno

Para el Gobierno cubano, lo sucedido el 15-N fue una “operación fallida que se intentó articular” desde Estados Unidos. También considera que la marcha por el cambio fue “un rotundo fracaso”. Así lo expresó el canciller Bruno Rodríguez en una inusual transmisión directa por Facebook, realizada en la tarde del lunes, cuando debía tener lugar la manifestación opositora.

Tanto él como el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, insistieron en que todo había sido una maniobra de Washington amplificada por los medios de comunicación para crear una situación desestabilizadora en el país. Las autoridades de La Habana enfatizaron que en la calle se celebró una jornada más bien “festiva”, con el retorno del turismo internacional y de los niños a las escuelas.

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