Josep Borrell: “Europa está en peligro y los europeos no siempre son conscientes de ello”
El alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad plantea la creación de una fuerza militar de reacción rápida antes de 2025 para responder a ataques híbridos como el que ha lanzado Bielorrusia sobre Polonia
El vicepresidente de la Comisión Europea y máximo responsable de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell, ha concluido el borrador de la llamada “Brújula Estratégica”, un documento que aspira a forjar en la UE una posición común sobre las amenazas geopolíticas que afronta el club y que plantea, como primer paso, la creación de una fuerza militar de emergencia antes de 2025. “Europa está en peligro y los europeos no siempre son conscientes de ello”, advierte Borrell durante un encuentro celebrado con los principales medios europeos, entre ellos EL PAÍS, en vísperas de la presentación este miércoles de su documento al pleno de la Comisión Europea.
La cita con Borrell, en la sede del casi siempre inaccesible Servicio Europeo de Acción Exterior en Bruselas, coincide con la virulenta agresión híbrida de Bielorrusia contra Polonia, canalizada a través de un flujo migratorio artificialmente orquestado por el régimen de Alexandr Lukashenko. Minsk, con el apoyo de Moscú, busca desde hace meses violar las fronteras europeas y, de paso, desestabilizar al Gobierno de Varsovia. El ataque confirma, por si había alguna duda, que la UE afronta amenazas de carácter muy diverso, que trascienden los límites del tradicional ataque bélico.
“Estamos en un mundo en el que todo es susceptible de ser utilizado como arma de agresión y en ese escenario no basta con que la UE ejerza su ‘poder blando’ a través de política comercial y de derechos humanos”, resume el alto representante en el documento sobre una “Brújula Estratégica” cuya elaboración comenzó a mediados de 2020 y que se espera sea adoptada oficialmente por la UE en marzo de 2022. El documento será objeto, previsiblemente, de un largo y duro regateo entre las capitales, para conjugar las sensibilidades tan diferentes que conviven en materia de defensa. Por si acaso, Borrell ha incluido un prefacio muy personal y advierte de que esa parte del documento “no es negociable” porque refleja su “propio pensamiento sobre la materia”. El texto arranca con las cuatro palabras talismán: “Europa está en peligro”.
El balance de los trabajos previos y de las numerosas consultas con todos los Estados miembros ya ha dejado claro un elemento de riesgo, según el jefe de la diplomacia europea: “Estamos en un ambiente estratégico muy, muy conflictivo y peligroso”. Nada que ver, insiste Borrell, con el que afrontaron sus predecesores en el cargo. “La situación de hoy es muy diferente a la de hace cuatro años y, desde luego, mucho peor a cuando [Javier] Solana decía que ‘vivimos en un mundo bonito que nunca ha sido tan seguro y próspero”.
El análisis de amenazas realizado por el departamento de Borrell muestra, según detalla el alto representante, en qué escenario entra la UE en la tercera década del siglo XXI: “Un mundo mucho más hostil, en el que se nos disputa nuestro espacio económico y nuestro espacio estratégico, y en el que nuestro espacio político está cada vez más degradado”.
La “Brújula Estratégica” pretende ser la base para la respuesta europea a ese nuevo y peligroso escenario, construida a partir de la coordinación de los esfuerzos militares de los 27 socios de la UE y de manera complementaria a la alianza transatlántica representada por la OTAN. El primer paso, según la propuesta de Borrell, sería la creación de una fuerza de reacción rápida, formada con 5.000 militares.
“Nadie quiere construir una OTAN europea”, aclara Borrell tras añadir que su documento no tiene ninguna intención de establecer una confrontación con la Alianza. “La defensa territorial colectiva de Europa es la OTAN y no hay alternativa para ello”, zanja el alto representante el debate que, hasta hace poco, frenaba cualquier avance en una política común de defensa. Cualquier impulso a esa política se topaba con la división entre los socios de la UE partidarios de una autonomía estratégica (como Francia) y los que temían un debilitamiento del vínculo transatlántico (como Polonia). Borrell insiste en que la creación de una fuerza rápida de intervención no pretende sustituir a la Alianza, sino complementarla, para dotar a la UE de la capacidad de asumir “su responsabilidad estratégica”.
La idea de establecer una fuerza de reacción rápida circula desde hace años sin haber llegado nunca a cuajar. Pero Borrell le pone ahora plazo y aspira a que esté operativa en 2025 como muy tarde. Y el proyecto gana fuerza, entre otras cosas, por la reciente debacle en Afganistán, donde los aliados europeos fueron incapaces de mantener su presencia tras la retirada del apoyo militar y logístico de EE UU. “No podemos seguir mirando para otro lado y esperar que otros hagan nuestro trabajo”, subraya Borrell, con la sombra de los fiascos europeos en Libia, Siria o Afganistán como telón de fondo.
A favor del proyecto de una fuerza conjunta de hasta 5.000 militares también juega la inclusión en los últimos presupuestos de la UE de importantes partidas destinadas de manera directa o indirecta a la defensa. Desde este año, la UE cuenta con un fondo de 8.000 millones de euros que financiará proyectos conjuntos de desarrollo de armamento. Desde este mismo año también está operativo el Fondo Europeo de Apoyo a la Paz, el orwelliano nombre de los 5.600 millones de euros con que cuenta la UE para costear operaciones de política exterior con implicaciones militares.
Borrell desea que su “brújula” no sea un documento más de reflexión, sino “una guía para actuar”, siguiendo la estela de esos primeros pasos hacia una defensa europea. “Nos gusta el mundo de Kant, pero vivimos en un mundo de Hobbes”, reflexiona el veterano político español en alusión a una escena global donde el multilateralismo de los corderos deja paso a zarpazos lobeznos de carácter muy diverso (ciberataques, desinformación, presión migratoria…) y siempre al margen de las normas establecidas.
Junto a la fuerza de reacción rápida, la “brújula” incluye el desarrollo de capacidades de intervención para poder desplegar a los militares sobre el terreno en un número adecuado a la dimensión de la amenaza. El documento también propone la creación de un “núcleo de innovación” para el desarrollo de capacidades militares, gestionado por la Agencia Europea de Defensa. Y se establecería también un foro de partenariado para la cooperación con los aliados extracomunitarios más afines, como pueden ser EE UU, Canadá o Noruega.
Pero Borrell reconoce que la primera tarea será convencer a los 27 Gobiernos de la UE de que los peligros que afrontan son globales y no se ciñen a la vecindad más cercana. El jefe de la diplomacia europea lamenta que las amenazas sigan interpretándose en clave nacional, en función de la posición geográfica e histórica de cada país. Y aboga por desarrollar una conciencia estratégica compartida como la que existe al otro lado del Atlántico. “En EE UU se valora igual la amenaza de China, con independencia de que el análisis se haga en Alaska o en Miami”, ilustra Borrell.
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