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Ursula von der Leyen: “Necesitamos la Unión Europea de la defensa”

La presidenta de la Comisión ha reclamado en su discurso sobre el Estado de la UE “voluntad política” para impulsar el debate sobre la autonomía estratégica

Von der Leyen, en un momento de su intervención durante el debate sobre el Estado de la Unión, este miércoles en Estrasburgo. En vídeo, parte de su intervención.Vídeo: YVES HERMAN / AFP / REUTERS
Guillermo Abril

Afganistán se ha colado como un misil en el estado anímico de la Unión. En un discurso panorámico, de grandes miras y visión geoestratégica, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha tratado de buscar este miércoles el “alma” de un continente que quiere salir reforzado tras el tremendo golpe de la pandemia. La reciente caída de Kabul se ha convertido en uno de los asideros para recuperar esa confianza perdida: “Lo que necesitamos es la Unión Europea de la defensa”, ha lanzado la alemana. “Europa puede -y claramente debe- ser capaz y estar dispuesta a hacer más por sí misma”. Von der Leyen, que fue ministra de Defensa en su país y conoce a fondo la materia militar y sus deficiencias a nivel comunitario, ha anunciado una cumbre sobre defensa que convocará el año que viene, cuando Francia ostente la presidencia de la UE; lo hará junto al presidente galo, Emmanuel Macron, otro de los grandes perseguidores de esta autonomía estratégica. “Habrá misiones en las que la OTAN o la ONU no estarán presentes”, ha dicho, “pero en las que sí debería estar la UE”.

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La presidenta del Ejecutivo ha relanzado así la que probablemente sea la más eterna de las eternas reivindicaciones insatisfechas de la UE. Vestida con chaqueta color coral, Von der Leyen ha hablado en la Eurocámara durante aproximadamente una hora y alternando tres idiomas: inglés, francés y alemán. Su tono ha sido optimista, similar al de un gigante herido que levanta la cabeza reforzado, y más “unido”, palabra que ha repetido a menudo, como la del “alma” y la de “futuro”. Es el segundo discurso del estado de la UE que pronuncia ante los europarlamentarios, y llega tras 20 meses al frente de la Comisión, cerca ya de alcanzar el ecuador de su mandato de 5 años.

El discurso, algo soso en las formas y sin emoción en su ejecución, se ha adentrado sin demasiado orden en casi todos los grandes dosieres a los que se enfrenta Bruselas: de las vacunas al pacto verde europeo y el cambio climático; de la respuesta a las migraciones a la escasez de chips en la industria; de los fondos de recuperación a la defensa del Estado de derecho y la protección de las mujeres que sufren violencia de género. Los aplausos del hemiciclo han sido largos en varios momentos, como al defender la “economía social de mercado”, y exigir que las empresas repartan sus beneficios: “Lo mínimo que pueden hacer es pagar una contribución justa”.

Su intervención ha tratado de subrayar el momento de inflexión. “Hemos hecho muchas cosas bien”, ha explicado, al hablar de los fondos SURE con los que se ha “apoyado a más de 31 millones de trabajadores y 2,5 millones de empresas”. Sus palabras llegan en un momento en que ya se ha tocado fondo y la curva remonta y todo parece, al menos de momento, regresar adonde se dejó en 2019. La pandemia ha dejado más de 750.000 muertos en la UE, cierto, y provocado la mayor caída del PIB europeo desde la Segunda Guerra Mundial. Pero ya hay “más de un 70% de la población adulta europea completamente vacunada”, ha presumido la presidenta del Ejecutivo comunitario: eso son más de 250 millones de personas que han sentido en su brazo la apuesta de Bruselas por una estrategia sanitaria conjunta, millonaria y en la que “hoy, a pesar de todas las críticas, Europa está entre los líderes mundiales”.

Von der Leyen ha avanzado también la creación de una especie de agencia biomédica, dotada con 50.000 millones de euros, que pueda prevenir futuras crisis sanitarias. Con ella, Bruselas quiere asegurarse de que “ningún virus convierta una epidemia local en una pandemia mundial”.

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Aunque el otoño y el crudo invierno está por llegar, de momento los pinchazos son un escudo frente a las variantes; los ciudadanos están aprendiendo a perderle el miedo al virus, a volver a sus trabajos, y a manejarse con código QR y certificados de todo tipo para viajar, atravesar fronteras, entregarse a la noche o tomar un café. El pasaporte covid es otro de los tantos que se ha apuntado Von der Leyen al inicio de su intervención. Pero también ha alertado de las ”divergencias preocupantes” en las tasas de vacunación dentro de la UE (sangrantes en países como Bulgaria y Rumanía) y de la brecha entre los vacunados y los no vacunados en el mundo, “con menos del 1% de las dosis mundiales administradas en los países de bajos ingresos”. La presidenta de la Comsión se ha comprometido a ayudar en el desarrollo de plantas de producción de vacunas en África, y a donar 200 millones de dosis más al mecanismo Covax de solidaridad con países de menor renta (además de los 250 millones ya prometidos).

La eurozona, ha enfatizado recuperando el aura positiva, ha crecido en el último trimestre a mayor velocidad que China y Estados Unidos. Y se espera que 19 Estados miembros recuperen los niveles precrisis en 2021; el resto lo harán el próximo año. “Las lecciones de la crisis financiera [de 2008] deberían servir de advertencia”, ha recordado al hablar del gran maná de inversiones que supondrán los millonarios programas de fondos de recuperación y presupuestos, cuyo acuerdo fue alcanzado en diciembre del año pasado, cuando todo era aún oscuro y ni siquiera habían arrancado las campañas de vacunación.

Von der Leyen ha reclamado reactivar las negociaciones del pacto de migración y asilo lanzado por su Ejecutivo hace un año, pero empantanado desde entonces por la falta de acuerdo entre los Estados. Afganistán y la crisis humanitaria y migratoria que vendrá, en esto también, puede servir para relanzar el debate: “En Europa hay muchos puntos de vista muy fuertes sobre la migración, pero creo que el terreno común no está tan lejos”.

Ante un mundo inestable, ha lanzado una propuesta para convertir Europa en una gran polo industrial de chips, para evitar la dependencia actual de países como China; y también ha anunciado un gran programa de infraestructuras al estilo de la Ruta de la Seda lanzada por Pekín, pero con sello europeo: “No tiene sentido que Europa construya una carretera perfecta entre una mina de cobre de propiedad china y un puerto de propiedad china”, ha dicho sobre una iniciativa que denominará Global Gateway (puerta global). “Adoptaremos un enfoque basado en valores, ofreciendo transparencia y buena gobernanza a nuestros socios”.

Las líneas del discurso han sido globales, propias de un continente que sale del cascarón y que el electroshock afgano ha terminado de despertar. Von der Leyen ha subrayado la importancia de la alianza transatlántica, pero en su visión sobre la defensa europea, ha pedido reflexionar por qué hasta ahora las iniciativas militares europeas (que existen) no han funcionado. “Se pueden tener las fuerzas más avanzadas del mundo, pero si nunca se está preparado para utilizarlas, ¿de qué sirven?”. Ha pedido profundizar la interoperabilidad y sentar las bases para una toma de decisiones colectivas. “Lo que nos ha frenado hasta ahora no es solo un déficit de capacidad, sino la falta de voluntad política”. Y cree que el primer paso debería ser que la UE cuente con su propio Centro Conjunto de Conocimiento de la Situación, un organismo de inteligencia que pueda fusionar las diferentes informaciones de los Estados miembros.

El impulso de la defensa europea ha sido recogido, en sus réplicas, por las principales familias políticas europeas. “Después de Afganistán necesitamos una política de defensa común”, ha dicho Manfred Weber, líder de los populares europeos. Iratxe García, cabeza de los socialistas en la Eurocámara, ha reclamado la necesidad de que Europa hable con una sola voz en política exterior, cuyas decisiones a menudo se ven bloqueadas por la necesidad de que los Veintisiete se pongan de acuerdo en el Consejo. “Es hora de superar la unanimidad”, ha pedido.

García le ha imprimido una pátina social a la mañana al reclamar que tras la pandemia, y con la apuesta decidida por la transición digital y verde en Europa, no se alargue la lista de perdedores de una crisis que ya han sufrido los más vulnerables. “Hay que evitar una fractura social a medida que avanza la transición”. Ha exigido reforzar mecanismos como el fondo social climático, previsto entre las iniciativas legislativas verdes presentadas en julio por la Comisión, pero que será uno de los campos en los que el Parlamento Europeo, que tiene ahora que negociar el paquete legislativo con el Consejo, dará la batalla.

Von der Leyen se ha comprometido, ya hacia el final de su discurso, a proponer una legislación sobre la protección de las mujeres contra la violencia. Y en esa búsqueda del “alma” de la UE, ha concluido su discurso mencionando a una invitada especial, presente en el hemiciclo: la deportista Beatrice Vio, medallista de oro en los Juegos Paralímpicos. “Su historia es la de levantarse contra todo pronóstico. De triunfar gracias al talento, la tenacidad y una positividad implacable”, ha dicho tras la ovación a Vio. Y ha concluido su intervención en italiano: “Se sembra impossibile, allora si può fare (si parece imposible, entonces se puede hacer)”. Ese sería más o menos el espíritu europeo, en versión Von der Leyen. “Viva l’Europa”, ha cerrado, también en italiano.

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Sobre la firma

Guillermo Abril
Es corresponsal en Pekín. Previamente ha estado destinado en Bruselas, donde ha seguido la actualidad europea, y ha escrito durante más de una década reportajes de gran formato en ‘El País Semanal’, lo que le ha llevado a viajar por numerosos países y zonas de conflicto, como Siria y Libia. Es autor, entre otros, del ensayo ‘Los irrelevantes’.

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