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Vacunas y fondo de recuperación: el legado ‘exprés’ de Ursula von der Leyen

La presidenta de la Comisión llega a su segundo discurso del Estado de la Unión este miércoles con el viento de cola tras varios tropiezos en el arranque de un mandato marcado por la crisis sanitaria

Ursula von der Leyen, durante una conferencia de prensa el 9 de septiembre en Bruselas.
Ursula von der Leyen, durante una conferencia de prensa el 9 de septiembre en Bruselas.OLIVIER HOSLET (EFE)

Ursula von der Leyen, la primera mujer que preside la Comisión Europea, ha logrado acumular en menos de dos años un legado que algunos de sus antecesores no consiguieron en una década. La pandemia de covid-19, que se inició solo dos meses después de que la conservadora alemana llegara al cargo, amenazaba con arruinar su mandato. Pero la presidenta de la Comisión ha logrado darle la vuelta a la crisis con tres iniciativas —fondo de recuperación, campaña de vacunas y certificado digital— que ya le garantizan un lugar destacado en la historia de la Unión Europea.

La dirigente comunitaria hará balance este miércoles durante su discurso sobre el estado de la Unión ante el Parlamento Europeo. Su intervención abordará los retos por delante, desde la explosiva situación geopolítica tras la caída de Afganistán en manos de los talibanes a la continuación de una lucha contra el virus de la covid-19. Pero a pesar de las dificultades que le esperan en 2022, Von der Leyen llegará al meridiano de su mandato de cinco años con la tranquilidad de haber superado con holgura las pruebas de un período sanitario, económico y social sin precedentes en la historia de la UE. Y a sabiendas de que, al menos por ahora, cuenta con un apoyo firme no solo de su grupo político (el Partido Popular Europeo), sino también de socialistas y liberales.

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“Von der Leyen ha jugado un papel muy positivo en la respuesta a la pandemia”, señala la líder del grupo socialista en el Parlamento Europeo, la eurodiputada Iratxe García. “Una medida como el plan de recuperación recoge muchas de las demandas que llevábamos años planteando y que nos parecían inalcanzables”, reconoce.

Este fondo inyectará en la economía europea 800.000 millones de euros para intentar compensar el tremendo daño causado por la pandemia en el tejido productivo, económico y social de la UE. Por primera vez en la historia del club, la financiación de esas ayudas, incluidas las que son a fondo perdido, se hará con una emisión de deuda conjunta respaldada por los 27 Estados miembros. Se trata de un paso sin precedentes hacia la fortaleza del euro como referencia internacional en los mercados financieros y convierte a la Comisión Europea, encargada de colocar la deuda, en el embrión de un posible Tesoro para la zona euro.

La estrategia de vacunas puesta en marcha por Von der Leyen sin ni siquiera tener competencias claras para ello también marca un hito hacia la unión sanitaria que podría surgir como respuesta a la pandemia. La presidenta de la Comisión se puso al frente de un programa conjunto de compras de dosis que evitó que los países con más recursos —como Alemania, Francia, Italia y los Países Bajos— lanzaran una compra conjunta al margen de la UE que podría haber acaparado la mayoría de viales disponibles.

El tercer tanto anotado por Von der Leyen desde el inicio de la pandemia ha sido igual de inesperado. La presidenta se empeñó en el establecimiento de un certificado digital para el covid que facilitase la movilidad dentro de la UE, permitiendo a los usuarios demostrar fácilmente en cualquier país del club si han sido vacunados, han superado un test o han pasado la enfermedad.

“Me parecía imposible que el certificado saliera adelante y menos aún en un tiempo récord de apenas cuatro meses”, confiesa un veterano diplomático que participó en la negociación del proyecto legislativo. En la propia Comisión, según reconocen fuentes del organismo, hubo voces partidarias de optar por una simple recomendación, que permitiese a cada Gobierno decidir si introducía o reconocía el certificado. “Pero Von der Leyen exigió ir a por todas para evitar que el proyecto se estrellase contra la libre interpretación de cada capital”, recuerdan fuentes comunitarias. El certificado entró en vigor el 1 de julio, con un sistema de verificación digital interoperable entre los 27 Estados miembros y va camino de convertirse en un salvoconducto imprescindible y en un precedente tecnológico para posibles armonizaciones de documentos oficiales en toda la UE.

Otro elemento positivo es el cierre del acuerdo de cooperación y comercio con Londres, que puso fin al Brexit el pasado 31 de diciembre. O la aprobación de la llamada Ley Climática, un texto que ha hecho vinculantes los objetivos de neutralidad de dióxido de carbono para 2050.

Nada anticipaba esta serie de éxitos cuando Von der Leyen llegó a Bruselas catapultada desde el Ministerio de Defensa de Alemania, donde su gestión despertaba continuas críticas. La alemana llegaba a la capital comunitaria de rebote, después de que los vetos cruzados en el Consejo Europeo frustrasen las aspiraciones a presidir la Comisión del conservador alemán Manfred Weber y del socialista holandés Frans Timmermans.

Von der Leyen fue acogida con evidente malestar en el Parlamento Europeo, dado que ni siquiera había participado en las elecciones europeas de las que se suponía que debía salir el presidente de la Comisión. La conservadora alemana salvó el voto de investidura por los pelos, con 382 votos a favor, 327 en contra y 22 abstenciones.

Tras varios tropiezos en la formación de su equipo, que incluyó el rechazo del Parlamento a la persona elegida por Francia como comisaria europea, Von der Leyen logró tomar el relevo de Jean-Claude Juncker el 1 de diciembre de 2019, un mes más tarde de lo previsto.

La nueva presidenta, que se hizo construir un pequeño apartamento en el edificio de la Comisión para vivir junto a su despacho, despertó serias reticencias entre los funcionarios del organismo. Las críticas apuntaban a su desconocimiento de la cultura política y administrativa de la Comisión, a su confianza casi exclusiva en un reducido grupo de alemanes llegados también de repente desde Berlín y a su tendencia a imponer su criterio con escaso respeto a la colegialidad que se supone debe reinar entre los comisarios.

En el entorno de la presidenta se reconoce que tiene un cierto carácter presidencialista y que el poder se ha centralizado cada vez más en el Berlaymont, el edificio donde Von der Leyen vive y trabaja. Pero aseguran que esa tendencia ya comenzó hace más de una década, durante los mandatos de José Manuel Durão Barroso (2004-2014).

Al presunto aislamiento de Von der Leyen y su equipo más cercano se atribuyen sus errores más graves. Estuvo a punto de provocar un incidente grave con Londres al invocar un precepto de los acuerdos del Brexit para evitar la salida de vacunas de la UE a través la frontera entre Irlanda y la provincia británica de Irlanda del norte. El percance fue corregido en cuestión de horas y la medida nunca llegó a tener efecto real. Pero el ejecutivo de Boris Johnson se agarró a ese patinazo para culpar a Bruselas de la renovada tensión en el Ulster y del daño que el Brexit ha causado a la convivencia entre las dos partes de la isla irlandesa. Algunas fuentes apuntan que Von der Leyen podría haberse ahorrado tamaño derrape si hubiera consultado más abiertamente con el resto de miembros de la Comisión.

La campaña de vacunación también comenzó con tropiezos. Von der Leyen anunció a finales de 2020 a bombo y platillo el arranque de los pinchazos después de la compra conjunta, pero tanto ella como el resto de la Comisión parecieron desentenderse de la llegada del suministro. A la vuelta de las vacaciones de Navidad era evidente que, a diferencia de Reino Unido y EE UU, en Europa las campañas de vacunación no despegaban y los viales no acababan de llegar. Von der Leyen tomó cartas en el asunto y tras varias medidas de presión sobre las farmacéuticas el torrente de dosis empezó a fluir, sobre todo a partir de abril de 2021.

La presidenta de la Comisión se juega ahora el éxito del resto de su mandato en torno a expedientes muy espinosos. Sobre la mesa, un pacto de migración que disgusta a los países de primera línea como España, Italia o Grecia, por considerar que les carga con toda la tarea de la gestión de entradas irregulares, y que cobra un nuevo significado ante el previsible desastre humanitario en Afganistán.

En su discurso de este miércoles se espera también que hable de la defensa común, otra eterna reivindicación de la UE. Se ha convertido en pieza central del debate sobre la autonomía estratégica tras la espantada del avispero de Asia central y la constatación de la dependencia militar de Estados Unidos y la OTAN. Desde entonces, Bruselas ha resucitado la idea de un batallón comunitario de respuesta rápida dotado con 5.000 soldados.

El futuro no será fácil. En menos de dos semanas perderá el apoyo de su mentora, Angela Merkel, a raíz de las elecciones del 26 de septiembre en Alemania. El apoyo de la canciller y del presidente francés, Emmanuel Macron, han sido cruciales para el éxito de la presidenta de la Comisión. Una circunstancia que, por cierto, la emparenta con uno de sus grandes predecesores. Jacques Delors, considerado hasta ahora como el mejor presidente del organismo, también supo explotar la complicidad con los líderes del eje franco-alemán de su época (Helmut Kohl y François Mitterrand). Quizá a Delors le ha llegado el turno de compartir su trono histórico con la primera mujer que ha presidido la Comisión.

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