Cristina Fernández de Kirchner se pone al frente de la campaña electoral en Argentina
La vicepresidenta da su discurso más político a tres días de las primarias que definirán los candidatos a las legislativas de noviembre
El kirchnerismo ha regresado. No porque se hubiese ido, sino porque nunca como hasta este jueves se había colocado de forma tan evidente en la primera línea del Gobierno de Alberto Fernández. Cristina Fernández de Kirchner, expresidenta y actual vicepresidenta, se puso al hombro el cierre de campaña por las primarias que se celebrarán este domingo. Durante una hora, dio el discurso más político desde que llegó al cargo en diciembre de 2019. Trazó estrategias, criticó al expresidente Mauricio Macri, celebró la vacunación contra la pandemia y remarcó que esta elección es “entre dos modelos de país”. La escuchaban el presidente, gobernadores, ministros y alcaldes, mientras fuera del predio techado elegido para la ocasión la “militancia” kirchnerista desplegaba el cotillón habitual. La reaparición política de la exmandataria responde a los sondeos, que anticipan un ajustado triunfo oficialista y un avance de la oposición, nucleada en la alianza Juntos por el Cambio.
Kirchner pensó que había llegado el momento de ponerse al frente de una campaña golpeada por errores no forzados del presidente y algunos ministros. Y si algo no le falta es capacidad oratoria. Sin un papel, se autodefinió como una “groncha peronista”, dijo que los funcionarios deben ser “tercos” para enfrentar la adversidad y celebró lo consideró una vacunación “magnífica” contra el coronavirus. También fustigó a Macri por el endeudamiento y se jactó de que su administración reestructuró dos veces los pasivos heredados de gobiernos anteriores. “Y ahora, otra vez sopa, como decía Mafalda”, dijo, una referencia a las negociaciones que Fernández lleva con el FMI para saldar el crédito de 44.000 millones de dólares que el multilateral entregó a Macri.
El mitin fue también una exposición de la unidad del peronismo, que confía en la suma de los votos de todas sus corrientes internas para mantener el control que hoy tiene en el Congreso. Las primarias del domingo no resolverán la conformación del Senado y la Cámara de Diputados (para ello habrá que esperar al 14 noviembre), pero por su carácter obligatorio, simultáneo y abierto funciona como un plebiscito de la gestión oficial. Si los precandidatos del peronismo ganan, Fernández saldrá fortalecido y el Gobierno podrá apostar a un resultado semejante en la elección definitiva. Si pierden, la oposición macrista tendrá alas y el presidente verá mermado su poder. Perderá también buena parte de su capacidad para mantener unido al Frente de Todos, donde se juntan al menos tres líneas del peronismo: el albertismo, el kirchnerismo y el massismo, por el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa. Los “ismos” son un viejo lastre del movimiento fundado por Perón en los años cuarenta, que sin embargo esta vez ha encontrado una fórmula para la unidad. Si le sirvió para llegar a la Casa Rosada, deberá ahora mantenerla para ganar en las Legislativas.
Fuera del predio donde se realizó el cierre de campaña escuchaba la militancia, integrada sobre todo por los movimientos sociales que apoyan al Gobierno. Como Movimiento Evita, Juventud Peronista, y Barrios de Pie. Si bajo el techo estaba la dirigencia, bajo la llovizna que cae en Buenos Aires desde hace días siguieron los discursos en una pantalla gigante. “Te queremos”, gritaron dos mujeres de mediana edad cuando la expresidenta subió al escenario. Su rostro se multiplicaba por camisetas, barbijos, pines e incluso en un cabezón gigante que caminaba junto a otro de su marido fallecido, el expresidente Néstor Kirchner.
“El peronismo me lo ha dado todo y lo sigue dando por los más desfavorecidos”, afirma Olga Eva Rodríguez. A sus casi 80 años, Rodríguez gestiona un comedor popular en San Martín, en la periferia bonaerense, y asegura que la asistencia se triplicó a mitad de la gestión de Mauricio Macri, cuando comenzó una nueva crisis económica que se agravó en 2020 por la pandemia. “Lo llevo por cábala, porque lo llevaba en 2019 cuando ganamos”, dice Mercedes, una mujer disfrazada de pingüino. Como ella, muchos peronistas identifican al pingüino con Néstor Kirchner, por su origen patagónico. “Alberto necesita todo el respaldo posible porque las cosas están muy difíciles”, agrega.
Cristina Kirchner no compartía escenario con Fernández desde hace un mes, incluso antes de que estallara el escándalo del Olivosgate, como llaman en Argentina a la fiesta de cumpleaños que la primera dama, Fabiola Yánez, celebró en la residencia oficial de Olivos en medio de la etapa más dura del confinamiento contra la covid-19. El efecto político de la fiesta, revelada por una foto, fue devastador para la imagen del presidente. Pero a diferencia de ocasiones anteriores, el discurso de Kirchner no apuntó esta ver a ordenar la tropa ante el daño, sino a recuperar la pérdida de votos que anticipan las encuestas. “En 2015, el salario en dólares era el más alto de Latinoamérica. Así lo dejamos, y la devolvieron cuatro años después con uno de los salarios más bajos de Latinoamérica”, dijo, por la crisis heredada del macrismo. “Se había empezado a recuperar, pero se perdió en pandemia. Esta es la Argentina que hay que reconstruir. Son dos modelos de país. Esto no tiene que ser un cierre de campaña, esto debe ser la apertura de debate”, dijo.
La muletilla de “los dos modelos de país” es también de la oposición. Juntos por el Cambio cerró su campaña este jueves, pero en La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires. Hasta allí viajó Horacio Rodríguez Larreta, el alcalde de la capital argentina. Rodríguez Larreta tiene aspiraciones presidenciales y para ello promovió a su segundo, Diego Santilli, como precandidato a diputado en la provincia. “Está en juego si queremos un país con las escuelas cerradas o con los chicos en las aulas, si queremos un país con los delincuentes libres o presos, donde trabajar sea el porvenir y no las persianas cerradas”, dijo Santilli en el mitin final. Faltó sobre el escenario Mauricio Macri, una figura que los aspirantes opositores prefirieron exhibir lo menos posible durante la campaña, por su mala imagen.
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