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Los golpistas al frente de Guinea-Conakry anuncian un gobierno de unidad nacional

Los militares sostienen que habrá un periodo de transición a la democracia pero sin precisar su duración

Vecinos de Conakry celebran el paso de un vehículo militar, este lunes 6 de septiembre, al día siguiente del golpe de Estado que derrocó a Alpha Condé.
Vecinos de Conakry celebran el paso de un vehículo militar, este lunes 6 de septiembre, al día siguiente del golpe de Estado que derrocó a Alpha Condé.STRINGER (Reuters)
José Naranjo

El teniente coronel Mamady Doumbouya, líder de la junta militar que tomó el poder este domingo en Guinea-Conakry, ha anunciado este lunes la creación de un gobierno de unidad nacional para gestionar el país durante un periodo de transición hacia la democracia del que no especificó su duración. Asimismo, prohibió a los ministros del Gobierno de Condé y altos funcionarios abandonar el país, prometiéndoles que no habría “caza de brujas” pero sí justicia. El golpe de Estado militar, recibido con júbilo por una parte de la población, se consolida en este país africano pese a las numerosas condenas de la comunidad internacional.

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Las nuevas medidas adoptadas por la junta militar, bautizada como Consejo Nacional para la Reagrupación y el Desarrollo (CNRD), fueron comunicadas por el propio Doumbouya a los ministros del gobierno depuesto y altos cargos de empresas públicas, que fueron convocados a una reunión celebrada bajo una gran carpa instalada en el exterior del Palacio del Pueblo de la capital guineana bajo amenaza de ser considerados rebeldes si no asistían. Mientras tanto, el presidente Alpha Condé continúa detenido por los militares en un lugar sin especificar.

Los golpistas también han querido mandar un mensaje de calma a empresas e inversores extranjeros, asegurando que el Estado mantendrá sus compromisos contractuales y financieros y pidiendo que continúen con su actividad, para lo cual se mantienen abiertas las fronteras marítimas para el comercio. Guinea-Conakry es uno de los mayores exportadores del mundo de bauxita, que se usa en la fabricación de aluminio, y posee grandes reservas de otros minerales.

Tras la mañana turbulenta del domingo en la que las Fuerzas Especiales comandadas por el teniente coronel Doumbouya entraron en Conakry y detuvieron al presidente sin encontrar gran resistencia, la capital del país amaneció este lunes en una relativa calma, con muchos comercios cerrados y menos tráfico de lo habitual, que solo se vio alterada frente a la prisión central. Allí, decenas de familiares de opositores encarcelados por el anterior régimen se concentraron a la espera de su liberación después de que el Frente Nacional por la Defensa de la Constitución (FNDC) anunciara que iban a salir de prisión. Sin embargo, dicha orden no se produjo y, en medio de una creciente tensión, los concentrados fueron dispersados con gases lacrimógenos.

Mientras tanto, la comunidad internacional ha reaccionado con firmeza. La Unión Africana y la Comisión Económica de Estados de África Occidental (Cedeao) han condenado el golpe y han exigido la liberación inmediata de Condé. En similares términos se han expresado la Unión Europea, Francia y Estados Unidos. El Ministerio de Asuntos Exteriores español ha hecho público un comunicado en el que reconoce que sigue los acontecimientos con preocupación y pide una vuelta al orden constitucional. “El Gobierno de España se une a la demanda de la Cedeao instando a los militares a regresar a sus cuarteles”, asegura la nota.

“Ha habido muchos muertos para nada, muchos heridos, muchas lágrimas”, aseguraba este domingo Mamady Doumbouya, autoproclamado ya nuevo líder de Guinea-Conakry, en un mensaje a la nación en el que justificaba su golpe militar para acabar con la corrupción y el nepotismo, pero también con la violenta represión del régimen de Condé a los opositores. A sus 41 años, este soldado que formó parte de la Legión francesa y participó en operaciones en países como Costa de Marfil, Yibuti, República Centroafricana o Afganistán se ha convertido en el hombre fuerte de Guinea después de liderar sus Fuerzas Especiales.

Es inevitable que surjan comparaciones con otros golpistas africanos de la historia reciente, como el maliense Assimi Goïta, más o menos de su misma edad y también con una intensa formación castrense, o el guineano Moussa Dadis Cámara, quien protagonizó una asonada militar en 2008 y saltó a la fama por sus violaciones de los derechos humanos, asesinatos y arbitrariedad dictatorial. Sin embargo, el propio Doumbouya quiso marcar distancias con Cámara. “No hemos venido a bromear con el poder, ni a jugar; hemos aprendido de todos los errores cometidos”, manifestó.

Con la promesa de acabar con el mal gobierno de sus predecesores y en un intento de justificar su acción, Doumbouya escogió una frase del carismático Jerry Rawlings, militar ghanés que se convirtió en presidente de su país tras dar un golpe de Estado y quien destacó por su lucha contra la corrupción y su defensa de los más vulnerables, próximo a Gadafi, Fidel Castro o el burkinés Thomas Sankara: “Si el pueblo está aplastado por sus élites es tarea del Ejército devolverle su libertad”. Rawlings, que falleció recientemente de covid-19, permaneció 20 años en el poder y, al mismo tiempo, está considerado uno de los padres de la democracia ghanesa.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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