Alemania detiene a un ciudadano británico en Berlín acusado de espiar para Rusia
El arrestado, que intercambió documentos por dinero según la investigación, estaba empleado en la Embajada británica en la capital alemana
Berlín, considerada la capital europea del espionaje cuando estaba dividida por el muro de la Guerra Fría, volvió ayer a revivir esa fama. La Fiscalía General alemana anunció la detención de un empleado de la Embajada británica por haber facilitado presuntamente documentos al servicio secreto ruso a cambio de dinero.
El supuesto espía fue arrestado el martes en Postdam, a las afueras de Berlín, en cumplimiento de la orden de detención emitida por un juez de instrucción del Tribunal Supremo Federal el pasado 4 de agosto. Este tiene indicios de que David S., de 57 años, colaboraba al menos desde noviembre de 2020 con el espionaje ruso.
“David S. estaba empleado como miembro del personal local de la Embajada británica en Berlín hasta su detención”, señala un comunicado emitido ayer por la Fiscalía General. “Al menos en una ocasión, transmitió a un representante de un servicio de inteligencia ruso documentos que había obtenido en el curso de sus actividades profesionales. El acusado recibió dinero en efectivo por una cantidad aún desconocida a cambio de la transmisión de información. La detención es el resultado de las investigaciones conjuntas de las autoridades alemanas y británicas”, añade la nota oficial. El acusado debía comparecer ayer mismo ante el juez para que se decidiera sobre su prisión preventiva.
“El espionaje por parte de un servicio de inteligencia de un socio cercano” de Alemania dentro de la OTAN, y “en territorio alemán es algo inaceptable”, indicó un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, informó la agencia France Presse. Las relaciones de Berlín con Moscú son tensas y ya se acumulan varios casos recientes de espionaje y otras acciones que apuntan al Kremlin. A finales de junio, la justicia alemana anunció el arresto de un científico ruso empleado en una universidad de Baviera y sospechoso de espiar a cuenta de Moscú.
Además, Berlín también ha acusado varias veces a Rusia de ciberespionaje —en uno de los casos fueron pirateados correos electrónicos del Parlamento—. Pero el asunto que más ha tensado las relaciones entre ambos países fue el intento de asesinato del opositor ruso Alexéi Navalni en agosto del año pasado, del que varios países occidentales acusaron a Moscú. Navalni fue trasladado, en coma, hasta un hospital berlinés, donde logró recuperarse antes de regresar a Rusia, donde fue encarcelado. Los médicos alemanes le diagnosticaron un envenenamiento con una neurotoxina similar al Novichok.
Tampoco las relaciones del Reino Unido y Rusia son buenas, sobre todo desde que el antiguo espía Serguéi Skripal fuera envenenado con Novichok en la ciudad de Salisbury (Inglaterra) en 2018.
El Kremlin siempre ha negado cualquier implicación, pero el caso desencadenó una ola de expulsiones cruzadas de diplomáticos entre Londres y sus aliados y Moscú, de un alcance sin precedentes desde el fin de la Guerra Fría.
Antes de ello, Alexander Litvinenko, exiliado en el Reino Unido y opositor al Kremlin, falleció en noviembre de 2006 a raíz de un envenenamiento con polonio-210, una sustancia radioactiva extremadamente tóxica. Cuando estaba ya agonizando, acusó al presidente ruso, Vladímir Putin, de estar detrás de la intoxicación.
A los casos de espionaje para Rusia se suma otro reciente de un politólogo que trabajaba para China desde su puesto en una fundación. El hombre, de 75 años, fue detenido en julio. Berlín sigue siendo un centro muy activo del espionaje de servicios secretos de diversos países.
Más de 20 años después de la caída del Muro, Berlín volvió a ser una moderna, activa y floreciente “capital del espionaje de Europa”, como señaló en 2015, Hans-Georg Maassen, entonces poderoso jefe de la Oficina de Defensa de la Constitución (BfV), los servicios de contrainteligencia germanos.
La etiqueta no era gratuita. Una investigación confidencial llevada a cabo a finales de 2014 por tres organismos oficiales —la Policía Federal Criminal, la Oficina Federal de Seguridad y Técnicas de Información y el propio BfV— concluyó que las sedes diplomáticas de Estados Unidos y Reino Unido son utilizadas como estaciones de escucha.
En octubre de 2013, Der Spiegel denunció, sobre la base de documentos secretos de la NSA norteamericana, que la Embajada de Estados Unidos cuenta con un sofisticado equipo electrónico instalado en la terraza del edificio que le permite escuchar, monitorear y grabar las comunicaciones que se realizan en el “corazón político de Berlín”, incluido el móvil de la canciller Angela Merkel. Ese mismo mes, el Ministerio de Asuntos Exteriores germano llamó a consultas al embajador británico ante la certeza de que el edifico diplomático contaba con un sistema para detectar llamadas telefónicas.
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