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Mueren 42 migrantes ahogados, 16 de ellos menores, frente a las costas de Yibuti

Miles de etíopes y somalíes bloqueados en Yemen por la covid-19 intentan regresar a casa en una peligrosa ruta migratoria

Trabajadores de la OIM y de las fuerzas de seguridad de Yibuti junto a los cadáveres de los migrantes fallecidos el pasado lunes cuando intentaban regresar al continente africano.
Trabajadores de la OIM y de las fuerzas de seguridad de Yibuti junto a los cadáveres de los migrantes fallecidos el pasado lunes cuando intentaban regresar al continente africano.IOM (Reuters)
José Naranjo

Al menos 42 migrantes murieron ahogados este lunes frente a las costas de Yibuti tras el naufragio de la embarcación en la que viajaban, según informó la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) a través de un comunicado. A bordo de la barca iban unas 60 personas que huían del conflicto de Yemen y trataban de volver a su hogar en el continente africano cuando, por razones que se desconocen, sufrió un accidente y se hundió. La OIM asegura que decenas de miles de migrantes, sobre todo etíopes y somalíes, están “atrapados en Yemen” a causa de los cierres fronterizos derivados de la covid-19 e intentan regresar por esta vía irregular.

La portavoz de este organismo para el Cuerno de África, Yvonne Ndege, confirmó a Efe este martes que entre los fallecidos hay 16 menores, 15 hombres y ocho mujeres, y que tres cadáveres aún no han sido identificados. De los 14 supervivientes, 11 fueron trasladados a un hospital de la ciudad de Yibuti, capital del país, y otros tres están siendo atendidos en un centro de migrantes de Obock. En un primer momento, la OIM había informado de 34 fallecidos, pero la aparición de ocho cadáveres más en las horas siguientes al naufragio eleva el balance provisional de muertos a 42.

“Cada año, decenas de miles de jóvenes africanos migrantes de la región realizan el peligroso viaje desde países como Somalia y Etiopía a través de Yibuti y Yemen en busca de trabajo en el Golfo”, asegura el comunicado de la OIM. Sin embargo este accidente se produjo en dirección contraria, una ruta que se ha intensificado en el último año después de que los cierres fronterizos adoptados por la pandemia de covid-19 dejaran a miles de migrantes bloqueados en Yemen y sin posibilidad de continuar hacia países como Arabia Saudí, su principal destino. Solo en marzo llegaron 2.343 migrantes africanos a Yibuti frente a los 1.900 de febrero, según datos de Naciones Unidas.

Hasta 2019, la ruta migratoria que conecta el Cuerno de África con la Península Arábiga a través del mar Rojo y el golfo de Adén era la más utilizada del mundo. Ni siquiera la guerra de Yemen había supuesto un obstáculo. Ese año, más de 138.000 africanos se lanzaron al mar en embarcaciones para llegar hasta la Península Arábiga, según datos de la OIM. Sin embargo, las restricciones adoptadas a partir de marzo de 2020 para combatir la covid-19 dificultaron estos movimientos y provocaron un cambio de sentido: a las habituales salidas desde Yibuti y Somalia se sumaron los intentos de decenas de miles de migrantes de regresar al continente africano en una tendencia que se ha ido consolidando con el paso de los meses.

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Además de concurrida, la ruta yemení es una de las más peligrosas del mundo porque está controlada por traficantes que no dudan en sacrificar la vida de los pasajeros al mínimo problema. El pasado mes de marzo, contrabandistas arrojaron a unas 80 personas por la borda de un barco que viajaba hacia Yemen después de que algunas de ellas se quejaran porque iban muchas personas en su interior. Al menos 20 migrantes se ahogaron, según aseguraron los supervivientes a la OIM. En la actualidad este organismo de Naciones Unidas ha identificado a más de 6.000 africanos en Yemen para su retorno voluntario y ha pedido a los gobiernos africanos que faciliten esta opción dadas las difíciles condiciones en las que viven, “generalmente sin acceso a alimentos, refugio, atención médica y seguridad”, informó la OIM.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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