El uso de la fuerza y los efectos de las drogas marcan el juicio de George Floyd
La fase inicial del proceso al exagente Derek Chauvin muestra críticas de la policía por el trato dado al afroamericano
El uso de la fuerza por parte de la policía, el posible efecto de las drogas en la víctima y las quejas de los testigos de la escena del crimen han sido los temas que han marcado los primeros ocho días del juicio por la muerte de George Floyd, el afroamericano fallecido bajo la rodilla de un policía —ahora juzgado por asesinato— y que se ha convertido en símbolo de la lucha racial en Estados Unidos.
En el arranque del proceso, los emotivos testimonios de quienes presenciaron la detención que acabó en muerte el 25 de mayo de 2020 captaron toda la atención. En los últimos días, las autoridades policiales han explicado que la técnica de clavar la rodilla en el cuello de Floyd —cuando estaba esposado— que aplicó Derek Chauvin, el hoy exagente acusado de asesinar al afroamericano, violaba las normas en esas circunstancias. Estas son las claves del juicio desarrollado hasta ahora:
La causa de muerte de Floyd
El arma principal de la Fiscalía de Minneapolis para convencer al jurado de que Chauvin provocó la muerte de Floyd es el brutal vídeo donde se ve al afroamericano inmovilizado por tres agentes mientras grita que no puede respirar hasta desvanecerse. El uso desproporcionado de la fuerza aplicado por Chauvin es la baza de los fiscales, que han intentado demostrar que violó el protocolo policial al ejercerla. La defensa del exagente, por su parte, ha querido argumentar que la causa de muerte fue una arritmia cardiaca, producto de la mala salud del detenido, así como los restos de fentanilo y metanfetamina encontrados en su sangre. También ha dicho que el uso de la fuerza ejercido por el acusado fue “razonable”.
La resistencia
En el juicio salieron por primera vez a la luz las imágenes de Floyd antes de su detención. Se lo veía alegre en la tienda en la que compró tabaco con un billete de 20 dólares, supuestamente falso. Una vez en el coche, con una pistola apuntándole a la cabeza, un agente le ordenó que se bajara y Floyd, aterrorizado, le respondió: “No me dispare”.
A partir de entonces, el afroamericano se resiste a entrar en el coche policial, alegando que sufre claustrofobia y que no puede respirar. La defensa de Chauvin ha reforzado su argumento de que Floyd representaba una amenaza por las patadas que daba mientras se resistía a la detención. Pero las autoridades policiales han explicado que, una vez esposado, ya no representaba un peligro.
La policía carga contra Chauvin
El jefe de la Policía de Minneapolis, Medaria Arradondo, acusó a Chauvin, quien fue su subordinado, de haber violado “absolutamente” el protocolo policial, que obliga a no usar la fuerza cuando el detenido presenta condiciones médicas adversas o está bajo la influencia de las drogas. Floyd alegó claustrofobia y estaba bajo los efectos de las drogas. “Una vez que el señor Floyd dejó de resistirse, y ciertamente una vez que se estaba descompensando y tratando de verbalizarlo, eso [la táctica de clavar la rodilla en el cuello] debería haberse detenido”, afirmó Arradondo.
Las autoridades complican la defensa del acusado
Los abogados de Chauvin defienden que su cliente actuó acorde a lo aprendido durante los entrenamientos en el Departamento de Policía de Minneapolis, la ciudad en la que sucedieron los hechos. Sin embargo, el jefe del cuerpo de seguridad aclaró que la técnica de clavar la rodilla cuando el detenido está esposado y no muestra resistencia no se enseña en su departamento. Esta aclaración ha sido reforzada por los entrenadores de los policías que han desfilado por el estrado.
Ha habido consenso en que el uso de la fuerza ejercido por Chauvin fue excesivo y que violó el protocolo policial. Eso complica los argumentos de la defensa del acusado.
Los remordimientos de los testigos
El trauma que emerge de quienes creen que deberían haber hecho más por impedir la muerte de Floyd ha estado presente en la mayoría de los testigos de la detención.
Darnella Frazier, quien grabó con su móvil el vídeo que dio la vuelta al mundo, relató que hay noches en las que se disculpa con Floyd por no haber hecho más. A Genevieve Hansen, una bombera fuera de servicio y técnica de emergencias médicas, le impidieron asistir al afroamericano cuando estaba inconsciente. Entre lágrimas describió la angustia de no haber podido brindar a Floyd la ayuda médica que necesitaba.
El efecto distractor de los testigos
La defensa de Chauvin ha buscado en sus interrogatorios realizados a las autoridades policiales validar su argumento de que los testigos que se manifestaron en contra de la detención y del trato dispensado a Floyd provocaron que el policía se distrajera. El abogado de Chauvin ha argumentado que el enfado y la posible amenaza que representaban la docena de ciudadanos allí presentes distrajo a su cliente de la atención al afroamericano.
En los vídeos se puede ver cómo los presentes se mostraban cada vez más alterados mientras Chauvin ignoraba las súplicas de Floyd, que alegaba que no podía respirar. Hubo algunos que insultaron a los agentes, después de reclamarles que le tomaran el pulso al detenido y que lo dejaran en paz cuando ya no se estaba resistiendo al arresto. Las autoridades policiales han admitido que es posible que los gritos de amenazas provoquen distracciones.
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