Jordania impide el paso al vuelo de Netanyahu en su primera visita a Emiratos
La cancelación del viaje oficial del primer ministro israelí, forzada también por una enfermedad de su esposa, representa un serio revés en vísperas de las elecciones
El Gobierno de Jordania ha vetado este jueves el paso por su espacio aéreo del vuelo que iba a conducir al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, a su primera visita oficial a Emiratos Árabes Unidos (EAU) tras la normalización de relaciones entre ambos países. Una fuente diplomática confirmó a la prensa hebrea poco antes del despegue del avión que el aplazamiento del viaje de Netanyahu obedecía a “la ausencia de autorización de los jordanos” en represalia por “la cancelación de una visita del principe heredero de Jordania a la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén”, ocurrida el miércoles. El propio Netanyahu admitió finalmente la existencia de “dificultades en la coordinación de paso del vuelo por el espacio aéreo jordano”.
El primer ministro ya estaba sopesando en esos momentos la suspensión de su agenda en Emiratos a causa de la enfermedad de su esposa, Sara, que en las horas anteriores al vuelo había sido hospitalizada con diagnóstico de apendicitis. Esta es la cuarta ocasión desde el pasado otoño en que el mandatario israelí se ve obligado a posponer su primera visita oficial al país del Golfo. En vísperas de las legislativas del día 23, la suspensión es vista como un serio revés en la campaña para la reelección de Netanyahu.
La casa real jordana había negociado una visita del príncipe heredero, Husein bin al Abdalá, a la mezquita de Al Aqsa, en la Ciudad Vieja de Jerusalén, bajo ocupación israelí desde 1967. El recinto, considerado el tercer lugar más sagrado del islam tras La Meca y Medina, está gestionado por una fundación religiosa que depende del monarca hachemí tras el tratado de paz entre Israel y Jordania de 1994.
Cuando el príncipe llegó el miércoles a la frontera del paso de Allenby, en el río Jordán, las autoridades israelíes impidieron que le acompañaran todos los guardaespaldas de su séquito, al alegar que el número de escoltas superaba al comunicado a la Embajada de Israel en Amán. Contrariado por la prohibición, el joven Bin Al Abdalá dio media vuelta y canceló su viaje a la Ciudad Santa. Las relaciones entre el rey Abdalá y el primer ministro Netanyahu se han deteriorado en los últimos años ante la eventual pretensión israelí de ceder a Arabia Saudí la custodia sobre los santos lugares musulmanes de Jerusalén.
Tanto las autoridades de Emiratos como la prensa local habían guardado silencio sobre la visita de Netanyahu, adelantada el miércoles por los medios israelíes. La primera cita con el jeque Mohamed Bin Zayed, príncipe heredero de Abu Dabi y gobernante de hecho de la federación, tras el sonoro establecimiento de relaciones el pasado verano, iba acompañada de la posibilidad —no confirmada por Riad— de que el heredero saudí, Mohamed Bin Salmán, se uniese a la reunión.
EAU fue el tercer país árabe en reconocer a Israel —tras Egipto y Jordania— en sus siete décadas de existencia, y pronto fue seguido por Baréin. Desde la firma de los llamados Acuerdos de Abraham en septiembre en la Casa Blanca, se han multiplicado la firma de convenios bilaterales en sectores tan diversos como la agricultura y la sanidad, las visitas de delegaciones empresariales e incluso —hasta el último cierre del aeropuerto de Tel Aviv por la pandemia— el turismo israelí en Emiratos, con más de 130.000 visitantes en 2020. El empuje ha sido tal que se estima que el comercio entre ambos países podrá alcanzar el nivel de los 500 millones de dólares (420 millones de euros) anuales.
El primer ministro israelí tenía pendiente no solo la visita que ratifica la normalización como un logro político propio, sino el encuentro cara a cara con el líder de la segunda economía de Oriente Próximo y uno de los más influyentes de la región. Pero más allá de simbolismos y posibilidades económicas, lo que ha alineado a las monarquías árabes del Golfo con Israel ha sido su común recelo hacia Irán. Decepcionados con Estados Unidos tras la firma del acuerdo nuclear en 2015, Riad y Abu Dabi buscan alternativas para contrarrestar la influencia regional de la República Islámica y frenar su empeño atómico (reactivado tras el abandono del pacto por la Administración de Trump) y también su programa de misiles.
Sin los regalos electorales de Trump
Netanyahu, el gobernante que más tiempo ha ocupado el poder en la historia del Estado de Israel, afronta dentro de 12 días un desafío crucial en las cuartas elecciones legislativas en apenas dos años. Estos son los primeros comicios a los que se presenta sin contar con el respaldo del republicano Donald Trump en la Casa Blanca, cuyos regalos en forma de reconocimiento de soberanía sobre los Altos del Golán o de aval al plan de anexión parcial de Cisjordania impulsaron sus últimas campañas. Necesitado de reforzar la imagen de estadista reconocido a escala internacional, el primer ministro buscaba con su primer viaje oficial a Emiratos —de apenas un par de horas de duración— ensalzar los acuerdos de normalización de relaciones con cuatro países árabes —incluidos Baréin, Sudán y Marruecos— como uno de sus principales activos para la reelección.
La televisión estatal israelí anunció en la noche del miércoles que a su encuentro con el jeque Bin Zayed, se podía sumar el príncipe heredero saudí, en una improvisada cumbre de los tres principales enemigos de Irán en la región. Un portavoz oficial saudí desmintió esta posibilidad en declaraciones a Reuters. Netanyahu ya se reunió en secreto con Mohamed Bin Samán, el considerado hombre fuerte de Riad, el pasado noviembre en Neom, en la costa saudí del mar Rojo. Las ansias del joven príncipe por subirse a la ola de reconocimientos diplomáticos al Estado judío parecen haberse visto frenadas hasta ahora por su padre, el anciano rey Salmán.
El simbólico encuentro en el Golfo en vísperas electorales había sido visto por los analistas israelíes como un empeño personal de Netanyahu, después de la suspensión de los tres viajes anteriormente programados a causa de las restricciones sanitarias. En principio, las autoridades emiratíes hubieran preferido que la visita oficial no coincidiese con la campaña de las legislativas, a fin de que no fuera interpretada como un espaldarazo al candidato. El jefe del Gobierno israelí envió a Abu Dabi al director del Mosad (espionaje exterior), Yossi Cohen, uno de los principales artífices de la normalización de relaciones, para intentar vencer la resistencia emiratí.
Netanyahu tiene previsto reactivar su agenda diplomática en la tarde de este jueves en Jerusalén, en un encuentro con los primeros ministros de Hungría, Viktor Orbán, y de la República Checa, Andrej Babi, mandatarios populistas conservadores que figuran entre sus más estrechos aliados en la Unión Europea. Este cónclave tripartito se ha programado una semana después de la visita a la Ciudad Santa del canciller austriaco, el conservador Sebastian Kurz, y la primera ministra danesa, la socialdemócrata Mette Frederiksen, que anunciaron junto con Netanyahu la creación de un fondo conjunto de investigación y desarrollo de nuevas vacunas al margen de la UE al que han invitado a sumarse a otros países.
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