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La justicia argentina condena por lavado de dinero a un empresario icono del kirchnerismo

Lázaro Báez estará 12 años preso por sacar del país 60 millones de dólares producto de la corrupción

Federico Rivas Molina
Lázaro Báez
El empresario argentino Lázaro Báez en los tribunales, en octubre de 2018.Carlota Ciudad (EFE)

Lázaro Báez tendrá que pasar 12 años preso. La justicia argentina lo encontró culpable de blanquear activos por 60 millones de dólares entre 2010 y 2013, cuando su nombre figuraba entre los contratistas del Estado preferidos por el kirchnerismo. Báez era en aquel tiempo dueño de Austral Construcción, una empresa con sede en Santa Cruz, la provincia que fue bastión político del krichnerismo, que lo convirtió en millonario gracias a jugosos contratos estatales que ahora están bajo el escrutinio judicial. El fallo contra el empresario, que alcanzó también a sus cuatro hijos, roza de cerca a la expresidenta y ahora vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner, investigada en una causa paralela por supuestamente beneficiar a Báez con contratos millonarios a cambio de sobornos.

Los jueces no tuvieron piedad con Báez. Además de la cárcel, decomisaron 60 millones de dólares de su patrimonio y lo conminaron a pagar una multa de 480 millones de dólares, una suma que excede su fortuna personal. El empresario fue icono de los llamados “empresarios K”, personajes cercanos al poder que se enriquecieron de la noche a la mañana gracias a los contratos de obra pública. La justicia consideró probado que Báez envió a cuentas opacas en paraísos fiscales dinero negro de la corrupción, que luego reingreso al país en forma de bonos del Tesoro argentino en las cuentas de Austral Construcciones.

El camino de ese dinero negro se conoció en Argentina como “la ruta del dinero K”, y pronto el nombre de Báez fue para la opinión pública sinónimo de corrupción. Como el delito de lavado de dinero necesita un delito preexistente, el fallo debe preocupar a Cristina Kirchner, investigada en otra causa por beneficiar supuestamente a Báez con las obras de vialidad que lo enriquecieron.

Báez era un cajero del Banco Provincia cuando conoció al expresidente Néstor Kirchner, entonces alcalde de Río Gallegos, la capital de la provincia patagónica de Santa Cruz. Y se apuntó a su estela. Desde que su amigo se hizo gobernador, y después presidente, el empleado bancario inició una carrera ascendente que le permitió firmar hasta 800 millones de dólares en contratos públicos en 10 años. Con ese dinero compró 263.000 hectáreas de campos, hasta convertirse en un gran terrateniente. Y adquirió casi todas las empresas de obra pública de esa zona de la Patagonia hasta hacerse con la mayoría del mercado. Báez se hizo muy rico y se construyó una espectacular mansión a las afueras de Río Gallegos, una ciudad costera ubicada a 2.500 kilómetros al sur de Buenos Aires.

Las investigaciones judiciales en su contra se iniciaron durante el kirchnerismo, pero a paso lento. Con la llegada de Mauricio Macri a la presidencia tomaron una velocidad de vértigo. El macrismo vio en Báez un camino para llegar a Cristina Kirchner, aunque la expresidenta nunca figuró en el expediente. La llegada de Alberto Fernández y Cristina Kirchner a la Casa Rosada no detuvo el proceso. Si el fallo demoró más de lo esperado fue por la pandemia, que obligó a seguir las sesiones en forma virtual. Báez ha sido finalmente condenado, cerrando así un círculo que tiene pocos precedentes en Argentina, donde los delitos por lavado de dinero suelen quedar impunes.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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