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Putin y Biden dan un espaldarazo al último tratado de armas nucleares entre Rusia y EE UU

El estadounidense, en su primera conversación con el líder ruso, reafirma su apoyo a la soberanía de Ucrania y expresa su preocupación por el ciberataque a la Administración, la injerencia de Moscú en las elecciones y el ‘caso Navalni’

Joe Biden (izquierda) y Vladímir Putin, cuando el estadounidense era vicepresidente de la Administración Obama, en una reunión en marzo de 2011.
Joe Biden (izquierda) y Vladímir Putin, cuando el estadounidense era vicepresidente de la Administración Obama, en una reunión en marzo de 2011.Alexander Natruskin (Reuters)
María R. Sahuquillo

Tras cuatro años de relación cálida y con sintonía personal entre Donald Trump y Vladímir Putin, la primera conversación entre el presidente ruso y su nuevo homólogo estadounidense, Joe Biden, fue “franca y formal”, según informó el Kremlin. El demócrata ha adoptado un tono más duro con el líder ruso que su antecesor en su primera llamada telefónica, este lunes, y le recalcó que Washington “apoya firmemente” la soberanía de Ucrania y le manifestó su preocupación por el caso del opositor ruso Alexéi Navalni, el ciberataque masivo al corazón de la Administración estadounidense y la injerencia electoral de Moscú. Con el último tratado de desarme nuclear en vigor entre Rusia y EE UU (New Start) a punto de expirar, Putin y Biden acordaron avanzar para extenderlo pese a las fricciones.

Biden, enfrentado a Putin durante su mandato como vicepresidente de la Administración de Obama (2009-2017) -a cuenta de conflictos como Ucrania e Irán-, aprovechó este primer contacto para exponer también los últimos casos de pirateo que Washington atribuye a Rusia, entre otros problemas. “El presidente Biden dejó claro que Estados Unidos actuará con firmeza en defensa de sus intereses nacionales en respuesta a las acciones de Rusia que nos perjudiquen a nosotros o a nuestros aliados”, señaló la Casa Blanca en un comunicado, que evidencia el cambio de tono respecto a la Administración de Trump, informa Amanda Mars.

En el texto que el Kremlin difundió este martes a última hora no se refleja ninguna de esas advertencias o preocupaciones. Y dista mucho del publicado por la Casa Blanca. Ambos líderes hablaron para analizar la prolongación del llamado acuerdo New Start, firmado en 2010, que limita el número de armas nucleares estratégicas de Rusia y EE UU a un máximo de 1.550 cabezas nucleares y 700 sistemas balísticos en aire, tierra o mar, y que vence el 5 de febrero. Donald Trump había eludido renovarlo y exigía que China también firmase el pacto. Pekín rechazó la idea de lleno.

Pero Biden, ya durante la carrera electoral, se había mostrado favorable a mantener el que es hoy el último acuerdo importante de control de armas entre Washington y Moscú, después de la salida de EE UU del llamado INF, el tratado de control de misiles de corto y medio alcance, clave en la Guerra Fría. La noche del lunes, intercambiaron notas diplomáticas para extender el acuerdo por cinco años, el máximo posible.

Ahora, la renovación del New Start parece estar casi hecha. El Parlamento ruso ha aprobado este miércoles un proyecto de ley para extenderlo. Lo ha hecho de forma preventiva, porque si el proceso no se iniciaba ya, como debe ser ratificado por el legislativo ruso, el pacto nuclear podría expirar legalmente para Rusia aunque ambos líderes firmaran para ampliarlo por otros cinco años.

Rusia “está lista” para las nuevas conversaciones sobre el control de armas y “una nueva ecuación en la seguridad”, ha dicho este miércoles el viceprimer ministro de Exteriores, Serguéi Riabkov. “Con suerte, podremos avanzar en esta área a pesar de las dificultades existentes y el contexto no muy favorable de nuestras relaciones con Washington”, ha añadido.

Putin y Biden “expresaron su satisfacción” por el esfuerzo diplomático para proceder a la extensión del tratado, comunicó el Kremlin. Pero aunque el acuerdo sobre el New Start es importante también lo fue el tono del estadounidense en esa primera llamada de este lunes, con la que se inauguró oficialmente la relación entre ambos países. Y también que el demócrata mencionase el caso del opositor Alexéi Navalni, arrestado nada más regresar a Rusia desde Alemania, donde se recuperó del envenenamiento de este verano en Siberia que casi le cuesta la vida y tras el que se percibe la mano del Estado ruso.

Biden también conversó este lunes con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, sobre los desafíos de “lidiar con una Rusia más asertiva”, dijo la OTAN en un comunicado

La UE ya ha impuesto sanciones a varios miembros del círculo de Putin por el caso Navalni y señala que el ataque, con un agente nervioso de uso militar inventado en la época soviética, no pudo llevarse a cabo sin el conocimiento del Kremlin y menos teniendo en cuenta que los servicios secretos rusos seguían al opositor.

El demócrata tiene otra larga lista de puntos de fricción con Moscú sobre la mesa. Y el lunes sacó unos cuantos. La soberanía de Ucrania, después de que Rusia se anexionase Crimea y el conflicto del Donbás. También el gran ciberataque al corazón de la Administración estadounidense por el que la inteligencia norteamericana señala a Rusia. Biden habló, además, de las recompensas de Moscú a los talibanes para matar a soldados estadounidenses en Afganistán, según los informes de la inteligencia de Washington. Un caso sobre el que los demócratas acusaron a Trump de no tomarse en serio.

El Kremlin no espera un nuevo reinicio de las relaciones con EE UU, pero sí seguir navegando en la corriente. Este lunes, Putin le dijo a Biden que “la normalización de los lazos entre Rusia y Estados Unidos serviría a los intereses de ambos países”, dice el comunicado de Moscú, que resalta que el líder ruso subrayó la “responsabilidad especial” de ambos “de mantener la seguridad y la estabilidad en el mundo”.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.

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