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La UE confía en que el asalto al Capitolio sea el último estertor de la era Trump

Las capitales europeas condenan con dureza la violencia desatada en Washington y esperan que no condicione la nueva relación con Biden

Pintada del artista Harry Greb aparecida este jueves en el barrio Trastevere de Roma, con Donald Trump despedido tras el asalto de sus partidarios al Capitolio en Washington.
Pintada del artista Harry Greb aparecida este jueves en el barrio Trastevere de Roma, con Donald Trump despedido tras el asalto de sus partidarios al Capitolio en Washington.IPA/ABACA (GTRES)

Del estupor y la incredulidad al estado de negación. Las capitales europeas han condenado una tras otra el asalto del Capitolio en Washington, con la canciller alemana, Angela Merkel, como la líder que más claramente ha responsabilizado a Donald Trump de lo ocurrido. Aun así, los dirigentes europeos se niegan a aceptar el intento de los partidarios de Donald Trump de frenar la elección de Joe Biden como el símbolo del inicio de una etapa de inestabilidad en Estados Unidos. La UE se aferra a la esperanza abierta por el relevo en la Casa Blanca el próximo día 20 y confía en que la toma de posesión de Biden marque la recuperación y el fortalecimiento de una relación transatlántica, que ha sufrido un grave deterioro durante los cuatro años del mandato de Trump.

“Trump es el pasado, los estadounidenses ya han pasado esa página”, sentencia António Costa, primer ministro de Portugal y desde el 1 de enero al frente de la presidencia semestral de la UE. “Europa y EE UU somos aliados en la OTAN, grandes socios geoestratégicos y compartimos los mismos valores; no podemos sacrificar una relación tan importante por unos incidentes coyunturales”, ha señalado Costa durante un encuentro virtual con corresponsales internacionales en Bruselas.

El mismo mensaje se ha repetido en las principales capitales europeas, donde los graves altercados en la capital estadounidense en la tarde del miércoles, con un balance de cuatro muertos, prefieren interpretarse como el lamentable último acto de un presidente tan imprevisible como desestabilizador.

“Las fotos [del Capitolio] me enfadaron y me entristecieron, pero estoy segura de que la democracia estadounidense demostrará ser mucho más fuerte que los agresores y alborotadores”, ha señalado la canciller alemana, Angela Merkel.

Muchos líderes europeos y mundiales han condenado el asalto, repudiado la violencia y exigido un traspaso pacífico de poderes. Pero muy pocos, entre los que destaca Merkel, han dado el paso de señalar al presidente saliente como responsable de los altercados. “El presidente Trump lamentablemente no ha reconocido su derrota desde noviembre, ni tampoco ayer, y eso naturalmente ha generado una atmósfera que hace posibles incidentes violentos”, ha indicado la canciller, según informa Enrique Müller.

Berlín ha sido una de las capitales europeas que ha mantenido una relación más tensa con Trump y una de las que espera con más alivio la llegada de Biden. Pero también París, que observa la presencia de Trump como el símbolo de una tendencia populista y autoritaria de profundo calado, se niega a admitir que la insurrección popular alentada desde la propia Casa Blanca marque un punto de inflexión en la democracia estadounidense.

“Esto no es EE UU”, ha afirmado Macron en una solemne declaración en francés e inglés en la que ha recordado los profundos lazos históricos entre Francia y EE UU, en particular, en defensa de la democracia. El dirigente galo ha apelado al discurso europeo de tender puentes hacia ese futuro esperanzador que promete la presidencia de Biden. Ha mostrado su “confianza en la fuerza de la democracia estadounidense” y en la “amistad” con su pueblo, y ha expresado su solidaridad en la lucha común “para que nuestras democracias salgan más fuertes del momento que todos vivimos”.

Europa se aferra al inminente relevo en la Casa Blanca como el punto de partida para un nuevo período de multilateralismo y de liderazgo transatlántico en la escena mundial. “Estoy seguro de que con la nueva Administración de Biden habrá ocasión de renovar y fortalecer nuestra relación”, augura Costa.

Vuelta al multilateralismo

La UE prepara ya una cumbre bilateral con el nuevo presidente, una propuesta cursada ya por el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. Lisboa confía en que la cita se produzca durante la presidencia portuguesa y asegura que solo falta encajar las agendas para fijar el encuentro. Una de las posibilidades que se barajan es la visita de Biden al Reino Unido para asistir a la cumbre del G7, un viaje que podría prolongarse hasta Bruselas para la cumbre con los 27 líderes de la Unión.

Costa cree que la cumbre con Biden dará la oportunidad de tener un nuevo escenario en la relación transatlántica y apunta, como señal de buena esperanza, que el primer gesto de Biden va a ser la vuelta de EE UU al Acuerdo de París de lucha contra el cambio climático.

La victoria de Biden el pasado mes de noviembre fue acogida con alivio en Bruselas, pero abrió el debate entre los socios comunitarios sobre el ajuste o no de la llamada autonomía estratégica de la Unión. Macron abogaba por aflojar los lazos transatlánticos en aras de un continente europeo más autónomo y menos de pendiente de una protección estadounidense cuya fiabilidad fue puesta en duda por Trump. Otros países, con Berlín al frente, creen que la salida del magnate de la Casa Blanca permite recomponer una relación transatlántica similar a la mantenida hasta ahora a través de la OTAN.

El intento de Donald Trump de impedir por la fuerza la elección de su sucesor en la Casa Blanca ofrece nuevos argumentos a los partidarios de acelerar la autonomía estratégica, una vez comprobado hasta dónde puede llegar la deriva antidemocrática del todavía presidente y de sus bases electorales.

Pero la gravedad de los acontecimientos en Washington aparca de momento el debate interno de la UE. Y Bruselas apuesta por enmarcar la relación con EE UU en una agenda internacional en la que el trumpismo quedaría relegado como un breve chispazo del pasado. “La autonomía estratégica debe hacer de la UE un actor global, con una relación muy importante con EE UU, el Reino Unido y Latinoamérica, los tres grandes aliados del mundo atlántico”, señala el primer ministro portugués.

Las prisas de la UE por pasar página contrastan con la realidad de EE UU. Trump obtuvo más de 70 millones de votos en su duelo electoral con Biden y un sondeo indica que el 45% de sus votantes consideran aceptable el asalto al Capitolio de este miércoles. La profunda división de la sociedad estadounidense augura no solo problemas internos para la Administración de Biden sino probables reverberaciones en su agenda transatlántica.

Pero Bruselas confía en que el impulso del nuevo presidente apacigüe los ánimos y devuelva a EE UU su papel de referencia del mundo occidental. “Todos sabíamos que las últimas elecciones en EE UU han sido muy reñidas, pero eso también ha pasado a veces en los países de la UE”, apunta el primer ministro portugués. Costa interpreta que esa competitividad “es una señal de vitalidad de las democracias”, siempre y cuando “se acepten los resultados y, en este caso, Biden ha ganado”.

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