Los líderes que talaban su propio bosque
En una democracia plena, la sucesión de un dirigente debe ser un proceso desvinculado de sus deseos
Hay líderes que se rodean de los mejores y otros que optan por los leales; líderes que tienden puentes y otros que levantan fortalezas; líderes que alientan el crecimiento de relevos y otros que talan todo lo que despunta en su alrededor. Estas dicotomías en la interpretación del liderazgo marcan a fondo la política europea estos días.
En un primer plano, acabamos de asistir esta semana a una remodelación de Gobierno en el Reino Unido con una descarnada apuesta de expansión del control del primer ministro, Boris Johnson, sobre áreas clave del Ejecutivo. La ofensiva ha provocado la salida del canciller del Exchequer, Sajiv Javid, que no estaba dispuesto a seguir en el puesto con el debilitado papel que pretendía asignarle Johnson (y su sustitución por otro político que sí lo estaba). El representante para Irlanda del Norte, que logró el desbloqueo de la prolongada parálisis política en ese territorio, fue destituido por actuar con excesiva autonomía, según apuntó la prensa británica.
En un segundo plano, se plantea la cuestión del relevo de Angela Merkel en Alemania. Tras 15 años de poder, la incertidumbre es máxima, y se proyecta en todo el continente debido a la influencia del país. Sin duda hay elementos imprevisibles e independientes de la voluntad de la canciller. En una democracia plena, la sucesión de un líder debe ser un proceso desvinculado de los deseos de este. Pero los líderes sí tienen la responsabilidad de promover el crecimiento de opciones de relevo. Cabe preguntarse si en este apartado el balance de Merkel es satisfactorio.
En un tercer plano, también sucesorio, pero muy diferente del anterior, Europa aguarda atónita el repentino y misterioso movimiento de Vladímir Putin para encauzar la transición de poder en Rusia. En este caso no hay duda ninguna de que durante dos décadas el mandatario ruso se ha aplicado científicamente para impedir el crecimiento de claras opciones de relevo.
Los mandatarios tienen la responsabilidad de promover el crecimiento de opciones de relevo
Volviendo a Europa occidental, abundan además los partidos gestionados con lógicas cainitas o de winner takes all. En España, por ejemplo, esto es prácticamente la norma. Tras la afirmación de un líder, en vez de tender puentes con los sectores derrotados, por lo general se producen grandes purgas y la constitución de directivas homogéneas hasta el punto de impedir no ya la cacofonía, sino incluso la armonía en acordes. Es una sola voz con un coro que acompaña en la misma nota. Aquellos que tienen voz propia, si no son purgados acaban marchándose por agotamiento.
No tiene por qué ser así. ¿Un ejemplo? Barack Obama ofreció el puesto de secretaria de Estado a Hillary Clinton después de una dura batalla en las primarias y confirmó como secretario de Defensa a Robert Gates, que había desempeñado el cargo en la anterior Administración republicana.
Controlar o delegar. Desterrar o cooptar. Talar o cultivar. Probablemente no hay una receta válida siempre, pero por lo general el primer lado de estas dicotomías de entrada huele a miedo y debilidad; y a la postre acaba en empobrecimiento.
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