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El Ejército sudanés sofoca una rebelión interna en pleno proceso de transición

Miembros del antiguo Servicio de Seguridad de Al Bashir se alzan contra el Gobierno provisional y cinco personas mueren en los enfrentamientos

José Naranjo
Miembros de los servicios de inteligencia de Sudán disparan al aire en la sede del Servicio General de Inteligencia en Jartum.
Miembros de los servicios de inteligencia de Sudán disparan al aire en la sede del Servicio General de Inteligencia en Jartum.ASHRAF SHAZLY (AFP)

Al menos cinco personas, dos soldados y tres civiles, fallecieron este martes en Jartum, la capital de Sudán, tras la intervención del Ejército para sofocar un intento de rebelión protagonizado por miembros del antiguo Servicio de Inteligencia y Seguridad Sudanés (NISS), próximo al exdictador Omar al Bashir, derrocado en abril tras 30 años en el poder.

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Los alzados habían mostrado su rechazo a las cantidades asignadas por su desmovilización, según el portavoz del Gobierno, Faisal Mohamed Saleh, quien asegura que la situación está bajo control. “No toleraremos ningún golpe de Estado contra la revolución”, dijo el general Abdelfatah Al Burhane, presidente del Consejo Soberano de Transición. Tras los hechos, el jefe de los servicios de Inteligencia de Sudán, Abú Bakr Mustafá, presentó este miércoles su dimisión, que estaba siendo sopesada por el Consejo Soberano, según recogió Europa Press de medios estatales.

La revuelta ocurrió este martes cuando tropas de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) del Ejército sudanés, dirigidas por el general Mohamed Hamdan Dagalo, lanzaron una ofensiva contra dos bases del NISS en Jartum. El Servicio de Inteligencia y Seguridad, que se mantuvo próximo al dictador Al Bashir durante las revueltas de 2019, jugó un papel clave en la represión de los manifestantes civiles, que provocó al menos 177 muertos, y en la actualidad está siendo objeto de un proceso de reforma. Hace dos semanas, 27 miembros del NISS fueron condenados a muerte por la tortura y asesinato del profesor Ahmed Al-Khair, quien participaba en las protestas contra el antiguo régimen.

Los rebeldes se hicieron el martes y durante unas horas con el control de los campos petroleros de Soufiane y Hadid, llegaron a ocupar algunos edificios gubernamentales y se habían atrincherado en dos bases de la capital sudanesa próximas al aeropuerto, en protesta por las sumas asignadas por su jubilación, según el portavoz gubernamental Mohamed Saleh. El asalto tuvo lugar por la tarde y durante el mismo fallecieron dos soldados y tres civiles miembros de la misma familia, según el jefe del Estado Mayor de la Defensa, Osmane Mohamed al-Hassan, y fuentes médicas citadas por AFP. Otros cuatro militares resultaron heridos.

El aeropuerto de Jartum ha reabierto este miércoles por la mañana después de que fuera cerrado durante unas horas dada la proximidad del enfrentamiento. El jefe de las RSF, Mohamed Damhan Dagalo, alias Hemeidti, acusó al estrecho colaborador de Al Bashir y ex jefe de la NISS, Salah Gosh, en la actualidad en paradero desconocido, de estar detrás de esta revuelta.

El general Al Burhane, líder del Consejo Soberano, compareció ante los medios y aseguró que no iba a permitir ningún golpe contra “la legitimidad revolucionaria”. A su lado se encontraba el primer ministro del Gobierno de transición, Abdalá Hamcok, quien alabó la respuesta del Ejército ante esta sublevación. “El modelo sudanés basado en la sólida alianza entre componentes civiles y militares está avanzando con firmeza hacia construir y ofrecer sólida experiencia a la región y al resto del mundo”, aseguró el primer ministro según Europa Press.

La reforma del NISS, en el marco del desmantelamiento de las estructuras del régimen de Al Bashir, es uno de los ejes sobre los que pivota el proceso de transición sudanés, pactado tras largas negociaciones entre los civiles, cuyas protestas condujeron a la caída del dictador en abril de 2019 tras 30 años en el poder, y los militares que habían colaborado con él y luego le dieron el golpe de gracia. El Servicio de Seguridad es una de esas estructuras, quizás la más temida por su conocida mano dura en la represión. Mientras Al Bashir, reclamado por el Tribunal Penal Internacional por crímenes de guerra y contra la humanidad por el genocidio de Darfur, fue condenado en diciembre por la justicia sudanesa a dos años de cárcel por corrupción, los pilares de su régimen siguen activos.

El Gobierno de transición pretende despojar a la NISS, que cuenta con unos 13.000 efectivos, de todas sus competencias en materia de seguridad y mantenerlo tan solo como servicio de Inteligencia. Para ello, propuso a sus miembros dos alternativas: integrarse en las Fuerzas de Apoyo Rápido dirigidas por Dagalo y en la Policía o ser despedidos previo pago de una indemnización, opción que escogió la mayoría. Sin embargo, discrepancias por el importe de dicha suma condujeron al conato de rebelión de este martes.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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