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El Vaticano y EE UU ponen el contador a cero

La Santa Sede ve en la elección de Biden una gran oportunidad para mejorar las relaciones con Washington marcadas por la hostilidad entre el Papa y Trump

El papa Francisco, junto a Joe Biden, saluda desde el Capitolio durante su visita a EEUU en 2014.
El papa Francisco, junto a Joe Biden, saluda desde el Capitolio durante su visita a EEUU en 2014.ANDREW CABALLERO-REYNOLDS (AFP)
Daniel Verdú

El 22 de noviembre de 1963, el Vaticano se despidió del último presidente católico de los EE UU. El asesinato de John F. Kennedy interrumpió durante 57 años un idilio entre la mayor potencia política del mundo y su homóloga espiritual. La elección de Joe Biden, católico practicante, está llamada a cambiar radicalmente la dinámica de enfrentamiento abierta por Donald Trump con la Santa Sede. El Papa, que ya conocía a Biden y mantenía una gran relación con la Administración de Barack Obama, es consciente de que tiene una oportunidad de oro para tejer valiosas alianzas. Tanto, que el jueves, contraviniendo la lentitud y prudencia vaticana, él mismo le llamó para darle la enhorabuena.

La relación entre el Vaticano y la Administración Trump ha sido desastrosa los últimos cuatro años. Ninguno de los actores, empezando por el propio Francisco, ha evitado la confrontación y la crítica, y se ha llegado a situaciones diplomáticamente grotescas. La última la protagonizó hace un mes y medio el propio secretario de Estado, Mike Pompeo, enfureciendo a la Santa Sede con sus presiones públicas contra el acuerdo con China durante su visita a Roma. En los últimos cuatro años han aflorado problemas en la agenda social, en el tema migratorio, en el medio ambiente, en la política en Oriente Próximo. También encarnizadas luchas de poder dentro de la propia Iglesia entre el sector más conservador y el más próximo a Francisco. Cualquier cambio, en suma, habría sido saludado con optimismo. Pero Biden aporta más, creen en el Vaticano.

El presidente electo es un devoto católico, mucho más de lo que lo fue Kennedy. Acude regularmente a misa y se toma su fe muy en serio. Siempre se ha situado en la órbita reformista de Juan XXIII y del Concilio Vaticano II. Una vida espiritual activa, marcada también por la muerte de un hijo. Pero Biden no es un conservador en los asuntos sociales. La tolerancia del aborto, por ejemplo, le separará enormemente de la Santa Sede. Pero, sobre todo, del sector más conservador de la Iglesia estadounidense. Las cuestiones sexuales, a las que obviamente ni él ni Kamala Harris pondrán límites, son el principal temor.

La llamada del Papa, desvelada por el equipo de transición de Biden, revela también el alivio con el que se ve la elección. La Santa Sede se congratula del previsible regreso de EE UU a los acuerdos del cambio climático de París o de un acercamiento distinto a la inmigración (la oposición al muro con México fue un caballo de batalla del Papa). Massimo Faggioli, historiador de la Iglesia y profesor de Teología en la Villanova University (Filadelfia), añade algún matiz. “Se abre un escenario de realineamiento en algunas cuestiones. Pero también hay incógnitas porque Biden tiene una visión muy clásica de la política internacional. En Oriente Próximo, por ejemplo, votó a favor de las guerras. Es un hombre del siglo pasado. De modo que emergerán tensiones sobre cuestiones específicas. También sobre China”.

El Vaticano firmó un histórico acuerdo con el gigante asiático hace dos años para la integración de la Iglesia en un marco legal y consensuado con el Gobierno chino. Un primer paso, además, para reabrir las relaciones diplomáticas congeladas desde hace 70 años. El vacío en la hegemonía cultural y religiosa dejado por la Administración Trump ayudó, sin duda, a que Pekín abrazase la negociación con más ganas. ¿Cambiará algo ahora?

Marco Ventura, profesor de la Universidad de Siena y experto en Derecho y Religiones, considera: “Biden es, antes de nada, estadounidense. Y hoy Francisco es alguien con pocas simpatías en el hábitat capitalista norteamericano”. “La última encíclica del Papa —Fratelli Tutti— es difícil de digerir para la cultura estadounidense, fundada sobre el libre mercado. Pero sí, Biden lo atenúa un poco”.

El núcleo de la oposición al Papa se encuentra en la Iglesia estadounidense, dividida en dos claros bloques, como recuerda Ventura. Al calor de la Administración Trump y de la órbita mediática que le ha apoyado —incluso desde el origen con Steve Bannon y Breitbart— se ha organizado una poderosa corriente cuya fuerza llega hasta el Vaticano. El padre James Martin, editor y autor de la revista religiosa America, cree que la mayoría de católicos estadounidenses apoya al Papa. “La lista de los que no, que tristemente incluye a sacerdotes y obispos, están bien organizados pero, sobre todo, apoyados financieramente. Además, son extremadamente ruidosos. La ironía es que son los mismos que durante los pontificados de Juan Pablo II o Benedicto XVI decían que no se podía criticar a un Papa”. En Roma confían en que la era Biden produzca cambios.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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