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China apuesta por la autosuficiencia tecnológica para apuntalar su economía

Los líderes del Partido Comunista concluyen su reunión de cuatro días para diseñar la ruta que convierta al país en “una gran nación socialista, moderna, próspera y poderosa”

Un grupo de personas participa en una feria tecnológica en Pekín, en septiembre.
Un grupo de personas participa en una feria tecnológica en Pekín, en septiembre.Mark Schiefelbein (AP)
Macarena Vidal Liy

La innovación y la autosuficiencia tecnológica serán la apuesta de China para el desarrollo futuro de su economía. No solo durante los cinco años del próximo plan quinquenal y las previsibles turbulencias generadas por la pandemia de covid y por su rivalidad con Estados Unidos. También hasta 2035, cuando aspira a haber completado una serie de ambiciosos cambios sociales y económicos que le permitirán convertirse en lo que el presidente chino, Xi Jinping, ha descrito como “una gran nación socialista, moderna, próspera y poderosa”.

Así lo indica el comunicado del Pleno del Comité Central del Partido Comunista de China, la reunión anual más importante de los líderes chinos, que ha dado un importante espaldarazo a Xi y a sus políticas. A lo largo de su cónclave de cuatro días a puerta cerrada en un hotel militar en el noroeste de Pekín, cerca de 200 miembros permanentes y más de 150 sustitutos han dado el imprimátur al 14 Plan Quinquenal, la hoja de ruta que dirigirá el rumbo de la economía y el desarrollo social de China hasta 2025. También, por primera vez, han dado luz verde a otro plan de mayor recorrido en el tiempo, los Objetivos a Largo Plazo Hasta 2035.

El comunicado, que envía un mensaje de optimismo y autoconfianza al país, no adelanta muchos detalles. Estos se darán a conocer cuando se publique la “Decisión”, el documento de conclusiones del pleno, a lo largo de los próximos días. Pero sí deja clara la seguridad del partido en que China se encuentra en el camino correcto en momentos en los que Occidente no consigue dejar atrás la pandemia y el mundo afronta graves consecuencias económicas. El gigante asiático es, según calcula el FMI, la única economía del G20 con perspectivas significativas de crecimiento en los próximos meses.

Pese a la incertidumbre que vive el mundo, y el golpe que asestó la covid a China en los primeros meses del año, la etapa que se abre -y la debilidad del resto de sus competidores, sumidos aún en la lucha contra el virus- es de “oportunidad estratégica”. Con Xi como “piloto clave y timonel” -declara el texto- se podrá “superar el cúmulo de problemas y peligros en el camino que nos espera”.

La autosuficiencia será clave en el plan quinquenal. Ante la amenaza de un desacoplamiento, tecnológico y quizá en otros campos, con Estados Unidos, y lo que considera una tendencia clara a la desglobalización, China quiere blindar su economía frente a los choques externos. Y va a hacerlo mediante la estrategia que Xi ha denominado “doble circulación”: aunque -ha reiterado el presidente en varias ocasiones- no se abandonará el “ciclo internacional” de comercio con el exterior que ha constituido la base del rápido desarrollo del país en los últimos 30 años, el énfasis se pondrá en el desarrollo de la economía interna.

Y, especialmente, se pondrá una especial atención en la innovación y la autosuficiencia tecnológica. Un objetivo fundamental para el Gobierno chino, que tiene especial interés en el desarrollo y blindaje de este sector para evitar que se repitan situaciones como el veto estadounidense a la joya de la corona en innovación en China, el gigante Huawei, o su rival de menor tamaño ZTE. La tecnología y la ciencia aparecen mencionadas 11 veces en el comunicado que recogía la agencia estatal, Xinhua.

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Para lograr ese “desarrollo económico sostenible y sano” que busca el Partido en los próximos cinco años, se buscará también impulsar el consumo interno, que aún se encuentra muy por debajo de los niveles de los países desarrollados. En China representa el 38,8% del PIB, mientras que en la Unión Europea supone el 54% y en Japón, el 56%. En parte, la vía para conseguirlo será elevar los ingresos de las unidades familiares, que no han crecido al ritmo del PIB en los últimos años.

El plan quinquenal se centrará también en modernizar las cadenas de suministro internas, fortalecer las empresas y abrir más oportunidades de mercado para las compañías extranjeras. En esta ocasión renuncia a marcar objetivos fijos de crecimiento. Es una práctica contraria a lo que se había hecho en planes anteriores, pero en línea con una decisión similar este año, en el que la incertidumbre ante la pandemia de covid hizo que el Gobierno renunciara a fijarse una meta de aumento del PIB.

A más largo plazo, los objetivos son similares. Para 2035, calcula el Partido, la fortaleza económica, la potencia científica y tecnológica y el poderío nacional deberían haber registrado un “drástico crecimiento”. Hacia esa fecha se habrán logrado avances muy significativos en tecnologías clave, y China “entrará en la vanguardia de los países innovadores”. Esa modernización alcanzará también a la industrialización y la digitalización, así como al sector agrícola.

“Debemos insistir en el estatus clave de la innovación tecnológica en nuestro plan general de modernización, y hacer de la autosuficiencia tecnológica el pilar estratégico para nuestro desarrollo nacional”, apunta el documento.

Como resultado, la clase media, aún incipiente, “crecerá significativamente”. El PIB per cápita, calculan los líderes, alcanzará “el nivel de otros países moderadamente desarrollados”. Un objetivo que recorta en 15 años la meta que se había trazado Deng Xiaoping, el artífice de la apertura económica del gigante asiático y que aspiraba a lograrlo para 2050.

La fecha de 2035 no se ha elegido al azar. Marca el punto intermedio entre el año próximo, cuando se cumplirán los cien años de la fundación del Partido Comunista de China, y 2049, cuando se marcará el centenario de la fundación de la República Popular.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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