El precursor de los capos de Medellín llega a Alemania
Carlos Lehder, antiguo socio de Pablo Escobar, está libre tras cumplir una condena en Estados Unidos
Consideraba el narcotráfico “un arma revolucionaria contra el imperialismo”. Después de pasar más de 30 años en distintas prisiones de Estados Unidos, Carlos Lehder, el desafiante capo colombiano aliado de Pablo Escobar, está libre. Aterrizó el lunes por gestión de sus familiares en Fráncfort, Alemania, el país de origen de su padre y la noticia, adelantada por Der Spiegel, causó conmoción en su país natal.
Como precursor de los grandes jefes del cartel de Medellín, Lehder fue acusado de introducir en Estados Unidos miles de kilos de cocaína y marihuana, así como de sobornar a funcionarios colombianos de toda índole. Se construyó una imagen de mujeriego, borracho, loco, vanidoso y fascista. En su discurso, que bebía de todo tipo de corrientes ideológicas, llegó a calificar la cocaína como la “bomba atómica” de América Latina contra Estados Unidos.
Siendo apenas un adolescente, se fue a vivir con su madre colombiana a Estados Unidos y estuvo preso por conducir un vehículo robado. Después se hizo piloto, se instaló en las Bahamas, se compró la isla de Cayo Norman y comenzó a exportar cocaína desde el Caribe. Ya en los años ochenta, regresó a Colombia y se puso al frente de la Posada Alemana, el negocio turístico de su padre en su natal departamento de Quindío. Se declaraba fanático de los Beatles, y encargó al escultor Rodrigo Arenas Betancur una estatua de John Lennon. Al mismo tiempo simpatizaba con el fascismo y los delirios de Adolf Hitler.
Al igual que Pablo Escobar, Lehder se adentró en la política con su Movimiento Cívico Latino Nacional, una plataforma anticomunista y anticolonialista que se oponía a la extradición. Eran los años en que el narcotráfico permeaba a la sociedad colombiana, la antesala de la guerra frontal en la que los capos decían que preferían una tumba en Colombia a una cárcel en Estados Unidos.
Capturado el 4 de febrero de 1987 en una finca cerca de Medellín, después de ser extraditado lo condenaron originalmente a cadena perpetua más 135 años, pero logró una sustancial rebaja de pena al convertirse en testigo protegido del caso contra el dictador panameño Manuel Antonio Noriega. “Ese fue el único proceso en que testificó”, aseguró su abogado, Oscar Arroyave, al periódico El Tiempo. “Colombia no hizo nada y el Gobierno norteamericano se opuso a que lo enviaran a Alemania. Pero después de que él pagó su pena, podía elegir a dónde ir”, apuntó. “Está feliz, programando una libertad tranquila, en paz”, declaró a Caracol Radio su hija, Mónica Ledher, al confirmar la noticia anticipada por Der Spiegel. Relató que hace varios años que padece de cáncer.
La captura de Carlos Lehder marcó el inicio de los peores tiempos en la larga lucha de Colombia contra el crimen organizado. El presidente Virgilio Barco (1986-1990) recibió desde el comienzo de su Gobierno duros golpes de los grandes carteles, entre ellos el asesinato de Guillermo Cano, el respetado director del periódico El Espectador.
“Barco respondió con una guerra total contra el narcotráfico, en la que trató de presentar a Colombia ante la opinión mundial como una víctima de un negocio global, que no podría resolverse sin la colaboración de todos los países, consumidores y productores”, escribió Jorge Orlando Melo en su celebrada Historia mínima de Colombia. “Quería, además, fortalecer la justicia para que enfrentara en el país el poder del narcotráfico, evitando hasta donde fuera posible la extradición, pero manteniéndola como forma de presión”.
Entre 1988 y 1990, Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha, El Mexicano, como cabezas del cartel de Medellín, lanzaron una campaña terrorista en toda regla que incluyó bombazos en centros comerciales con el propósito esencial de evitar la extradición y doblegar al Estado. Para entonces, Ledher ya comenzaba a cumplir su pena en una cárcel del imperio.
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