“No veo en Brasil nada que amenace la democracia”
El general en la reserva asegura que las instituciones brasileñas están funcionando plenamente y que el miedo a un golpe militar no se justifica
El Gobierno de Jair Bolsonaro cumple la Constitución y la democracia brasileña no corre ningún peligro, sostiene Hamilton Mourão (Porto Alegre, 67 años), pese a las señales de deseos de ruptura que envían el mandatario y sus aliados. “La democracia está funcionando plenamente, todas las instituciones operan de manera independiente”, asegura el vicepresidente de Brasil, un general en la reserva que ahora lidera también el Consejo de la Amazonia, que reúne varios ministerios para discutir acciones de protección del bosque tropical.
En una conversación de 25 minutos por videoconferencia con EL PAÍS y otros tres medios internacionales, el miércoles, —en la que cada periodista solo podía hacer dos preguntas, enviadas con antelación y sin opción a repreguntar—, Mourão niega que exista una amenaza de golpe de Estado o de autogolpe y minimiza los ataques a la democracia que han partido del propio Gobierno. Desde la intención del presidente de armar a la población —“tener armas no forma parte de la cultura del brasileño”, dice el vicepresidente— hasta las manifestaciones contra el Supremo Tribunal Federal y que piden una intervención militar. “Son mucho más retórica que acciones contra las instituciones”, afirma Mourão.
Para el vicepresidente, las protestas que piden el cierre del Supremo o del Congreso y alientan un golpe tienen poca repercusión popular, “muy pocas personas asisten a esos actos”. El problema es que Bolsonaro, que ha cuestionado también la verdad oficial sobre la dictadura en Brasil, saluda a esos pocos que se aglomeran frente al palacio de la Alvorada casi todos los fines de semana. El 31 de mayo sobrevoló en helicóptero una de esas manifestaciones, donde algunas personas tenían banderas contra el Supremo, al lado del ministro de Defensa, Fernando Azevedo, quien ya ha tenido que salir a subrayar el compromiso de los militares con la Constitución.
Mourão, mientras, repite: “No veo que exista hoy en el país nada que amenace nuestra democracia”.
Sin embargo, los embates autoritarios del Gobierno de Bolsonaro —en el que nueve de los 22 ministros son o fueron uniformados— han resonado también esta semana en periódicos como The New York Times o Financial Times, que se preguntan si Brasil abre el camino hacia un golpe militar. Mourão, que no se ve como un representante de las Fuerzas Armadas —“ahora soy un político”— entiende que ruptura democrática es lo que pasó en Venezuela con Hugo Chávez, tal y como lo vivió siendo adjunto militar en la Embajada brasileña en Caracas entre 2002 y 2004. “Allí realmente vi una democracia siendo destruida, vi cómo son los ataques a la prensa”, afirma el vicepresidente. Recuerda a periodistas venezolanos amenazados de muerte y agredidos en la calle, y a medios de comunicación sofocados por la falta de recursos. “Eso no sucede en Brasil”, zanja.
Su declaración contrasta con el hecho de que a finales de 2019 Bolsonaro trató de excluir al diario Folha de São Paulo de las licitaciones públicas. Luego dio marcha atrás, pero animó a empresas a dejar de anunciarse en ese diario. Además, también ataca públicamente a periodistas y en las redes sociales ha señalado especialmente a profesionales mujeres, incitando linchamientos virtuales.
El Gobierno también ha protagonizado sonados enfrentamientos con el resto de poderes, entre ellos el Supremo Tribunal Federal, especialmente durante la pandemia del coronavirus, que ya ha matado a casi 40.000 personas en Brasil. Una de las decisiones más recientes de la Corte fue obligar al Ministerio de Sanidad a dar marcha atrás a la forma en que presentaba los datos de muertes por la covid-19, que fue modificada sin previo aviso el pasado día 5, dificultando la lectura de muertes totales en la pandemia. El episodio llevó al ministro de Sanidad en funciones, el general Eduardo Pazuello, a pasarse horas en la Cámara de los Diputados el martes para asegurar que el cambio no pretendía manipular los datos.
Controlar la deforestación
Mourão sí reconoce que el Gobierno se ha equivocado en la gestión de la Amazonia. “El presidente es consciente de que cometimos errores en la lucha contra la deforestación y los incendios”, afirma el vicepresidente. La deforestación creció casi un 35% entre agosto de 2018 y julio de 2019, según el Instituto Nacional de Investigación Espacial, y Mourão espera que los resultados de su nueva gestión se vean en la segunda mitad de este año.
El Ejército ya ha llevado a cabo una operación de dos meses para frenar la deforestación, que, según el vicepresidente, debe mantenerse a niveles mínimos. Pero no aclara cuánto sería ese mínimo. Y rechaza la mala imagen del Gobierno en esta cuestión. “De ninguna manera Brasil es el villano ambiental del mundo”, afirma, y señala que el país no quema petróleo ni carbón para producir energía, como otros países. “En términos ambientales, tenemos una de las legislaciones más avanzadas”, sostiene. Sin embargo, el ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, ha intentado varias veces que se dejen de cobrar las multas a los productores rurales que han deforestado áreas verdes ilegalmente.
El futuro de la Amazonia bajo Mourão es una incógnita. El vicepresidente promete fortalecer los organismos de control medioambiental, que han perdido recursos, con la creación de 20 bases de apoyo en la Amazonia. El control medioambiental es caro, observa Mourão, ya que exige recursos como helicópteros y vehículos especiales para transitar por la región. La idea es convencer a Alemania y Noruega, patrocinadores del Fondo de la Amazonia, para que reactiven los recursos que suspendieron por los incendios.
El optimismo de Mourão se extiende a la resiliencia del Gobierno. Incluso con una tasa de rechazo del 43%, según el último sondeo del Instituto Datafolha —en los primeros meses de Gobierno era del 30%—, Mourão considera que el Ejecutivo llegará a 2022. “Si el presidente se presenta, podemos ser reelegidos”, augura.
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