Aumentan las agresiones de la policía a los periodistas que cubren las protestas en Estados Unidos
Este fin de semana un grupo de manifestantes atacó a reporteros de la Fox y vandalizó la sede de CNN
El periodista Omar Jiménez y su equipo de la CNN personifican las dificultades a las que se enfrenta la prensa para cubrir las protestas en contra del abuso policial racista en Estados Unidos. Jiménez, el cámara y el productor fueron detenidos el pasado viernes mientras transmitían en directo desde Mineapolis, el epicentro de los reclamos. A pesar de que el reportero le preguntó al oficial adónde quería que se movieran y que, evidentemente, estaban cubriendo la noticia, los agentes los retuvieron por más de una hora argumentando que no sabían que eran prensa. A la noche siguiente, dos de los tres involucrados del equipo, recibieron impactos de balas de goma. Los ejemplos de periodistas heridos mientras trabajan se han multiplicado a lo largo del país desde que comenzaron las manifestaciones en honor a George Floyd, el afroamericano muerto bajo custodia policial.
Como es previsible en disturbios y aglomeraciones, algunos reporteros han recibido gases lacrimógenos o balas de goma en medio del caos. Pero ya se han reportado decenas de casos en que han resultado heridos, atacados o han sido detenidos después de identificarse ante los agentes como personal de prensa. Antes de que estallaran el pasado martes las protestas en Minnesota, la policía solo había detenido a 43 periodistas en los últimos tres años mientras cubrían manifestaciones, 37 de ellos en la toma de posesión del presidente Donald Trump en enero de 2017, según dijo Joel Simon, director ejecutivo del Comité para la Protección de Periodistas, a The Washington Post.
Los periodistas que han sufrido lesiones -una reportera independiente perdió totalmente la visión del ojo izquierdo por una bala de goma - coinciden en sus relatos en que perciben que las reglas del juego han cambiado. El reportero de Vice Michael Anthony Adams le gritó una decena de veces a la policía de Minneapolis que era miembro de un medio de comunicación mientras los agentes dispersaban a los manifestantes. “No me importa”, le respondió el oficial, ordenándole que se echara al suelo. Adams, tendido en el piso de una gasolinera, mostrando su pase de prensa, y grabando con su móvil lo que sucedía, fue rociado con gas pimienta en el rostro por un agente.
Algunos políticos, como el gobernador de Minnesota, han pedido disculpas públicas por estos episodios. No así el presidente Donald Trump, que este domingo volvió a atacar a la prensa: “Las noticias falsas son el enemigo del pueblo”, escribió en Twitter. Una frase que ha repetido a lo largo de sus tres años y medio de mandato. El domingo fue más lejos y acusó a los medios de “hacer todo lo que esté a su alcance para fomentar el odio y la anarquía”. La sede principal de la CNN en Atlanta, una televisión continuamente vapuleada por el republicano, fue objeto de ataques vandálicos. Por otro lado, Leland Vittert, reportero de la Fox, la cadena favorita de Trump, tuvo que abandonar las afueras de la Casa Blanca escoltado por miembros del Servicio Secreto después de que decenas de personas le gritaran y empujaran a él y su equipo mientras trabajaban: “Nunca pensé que vería algo así en la Casa Blanca”, sostuvo Vittert.
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