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Burundi celebra unas elecciones marcadas por la violencia y el coronavirus

El país africano elige a un nuevo presidente después de 15 años de mandato de Nkurunziza

José Naranjo
Una mujer deposita su voto en Ngozi (Burundi), este miércoles.
Una mujer deposita su voto en Ngozi (Burundi), este miércoles.STRINGER (Reuters)

Burundi ha celebrado este miércoles unas elecciones presidenciales marcadas por el riesgo de violencia, el miedo al coronavirus que, según las cifras oficiales, apenas ha rozado a este país africano; y la pugna entre los dos principales aspirantes, el candidato oficialista Évariste Ndayishimiye, conocido como Neva, y el líder opositor Agathon Rwasa. Los comicios suponen el fin de los 15 años en el poder de Pierre Nkurunziza, quien si bien en un primer momento amagó con volver a presentarse, finalmente decidió retirarse de la carrera presidencial.

La jornada electoral, en la que apenas se han respetado las medidas de distanciamiento social relacionadas con el coronavirus, ha venido marcada por un corte generalizado en el acceso a las principales redes sociales y servicios de mensajería, como WhatsApp, Facebook o Twitter, lo que, unido a la práctica ausencia de observadores internacionales debido a las trabas puestas por el Gobierno, supone una nueva amenaza para la limpieza del proceso. El opositor Congreso Nacional por la Libertad (CNL) que lidera Rwasa ya ha denunciado las presiones ejercidas sobre sus apoderados en las provincias de Rumonge y Bujumbura-Rural así como un supuesto llenado de urnas para favorecer al candidato Ndayishimiye.

El reciente ciclo de violencia política comenzó en Burundi en 2015 tras la designación del presidente Pier Nkurunziza como candidato a un tercer mandato y no se ha detenido hasta ahora. Manifestaciones reprimidas con violencia y asesinatos de opositores y militares vinculados a un intento de golpe de Estado abrieron el último periodo oscuro en la historia de este país de unos 12 millones de habitantes que se ha cobrado la vida de unas 2.800 personas. El régimen de Nkurunziza y en concreto la liga juvenil del partido en el poder, Imbonerakure, están en el punto de mira de la Justicia internacional por estos hechos, hasta el punto que Burundi se convirtió en 2017 en el primer país en abandonar la Corte Penal Internacional.

La campaña electoral que se abrió el pasado 27 de abril ha estado salpicada de incidentes violentos entre partidarios del gubernamental Consejo Nacional para la Defensa de la Democracia-Fuerzas para la Defensa de la Democracia (CNDD-FDD) y del CNL liderado por Rwasa. En este sentido, la comisión de investigación de la ONU en Burundi alertó el 14 de mayo de “numerosos actos de violencia” que concluyeron con la muerte de al menos una docena de personas. Sin embargo, señaló al gubernamental CNDD-FDD como responsable de un “discurso de odio” y destacó que sus miembros actúan con total impunidad.

Dado el férreo control del régimen sobre la comisión electoral y sobre la administración judicial, de lo que también ha alertado la comisión de Naciones Unidas, todo apunta a una victoria del candidato gubernamental, el general Évariste Ndayishimiye, de 52 años. El hasta ahora secretario general del CNDD-FDD ha estado en los círculos de poder desde el fin de la guerra civil burundesa en 2003, primero como jefe de Estado Mayor de la Defensa y luego como ministro de Interior y responsable de la seguridad militar del presidente Nkurunziza, de quien es muy próximo.

Pese a ello, se ha mostrado siempre como un político discreto que ha sabido mantener una cierta distancia de la ejecución directa de la represión más reciente, con un perfil más aceptable para la comunidad internacional que el de Nkurunziza. Cuenta con el total apoyo de su partido y, lo que en Burundi es muy importante, con el aval de haber sido uno de los jefes de la rebelión hutu de 1993. Durante la campaña ha asegurado que su prioridad es combatir tanto la violencia como la pobreza. La gran incógnita, si resulta elegido, es si sabrá marcar distancias respecto a su antecesor.

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Su rival en estas elecciones, el también ex jefe rebelde Agathon Rwasa, quien llegó a ocupar durante un corto periodo el puesto de vicepresidente del Parlamento, ha manifestado su temor de que las elecciones serán manipuladas, algo que, según dijo, no aceptarán. El líder del CNL ha denunciado en numerosas ocasiones los actos violentos de los Imbonerakure. Cuenta con un importante respaldo en los estratos más jóvenes y sobre todo en las zonas rurales del país, aunque será difícil que pueda desalojar del poder al CNDD-FDD.

Temor a los datos

Además, esta cita con las urnas llega marcada por la epidemia de coronavirus que podría tener un impacto sobre la participación. Burundi es uno de los países africanos menos afectados por la covid-19, puesto que solo ha declarado 42 casos y una persona fallecida, pero existe un gran temor a que el Gobierno oculte los datos reales. “Dios nos protegerá”, dijo tras la llegada del virus el presidente Nkurunziza, quien la semana pasada expulsó del país a los representantes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sin dar ninguna explicación.

La pandemia también ha provocado que los comicios de este miércoles se celebren con menos observadores internacionales de lo habitual. A principios de mayo, el Gobierno aprobó un decreto en el que establecía que toda persona que viajara a Burundi desde el extranjero para llevar a cabo una tarea de supervisión electoral debía guardar 15 días de cuarentena, lo que llevó a muchas organizaciones a desistir en el empeño. La Unión Europea pidió que los comicios fueran “libres, transparentes y creíbles” e hizo un llamamiento a la calma durante la jornada de votación.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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