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Marruecos tiene a 18.260 nacionales obligados a permanecer en el extranjero a causa de la pandemia

La secretaria de Estado de Exteriores pide paciencia a sus compatriotas bloqueados en otros países

Francisco Peregil
Dos personas esperan a ser atendidas en un comercio el pasado viernes en Rabat.
Dos personas esperan a ser atendidas en un comercio el pasado viernes en Rabat.Javier Otazu (EFE)

La situación de los marroquíes que se encuentran sin opción de ser repatriados a causa de la pandemia ya tiene una cifra oficial: 18.260 personas. Así lo precisó este miércoles la secretaria de Estado de Exteriores, Nezha El Ouafi, durante su comparecencia en una comisión parlamentaria. El Ouafi indicó que una red de médicos y abogados atenderá desde este jueves a esas personas en los países donde se encuentren. Pero advirtió de que no serán repatriados hasta que no se solucione la crisis sanitaria. Las fronteras comenzaron a cerrarse paulatinamente desde el 12 de marzo. Y no hay ninguna fecha prevista para su reapertura. El Ouafi pidió a sus compatriotas que se “armen de paciencia” y hagan sacrificios.

La cifra que aportó El Ouafi supera con creces las estimaciones ofrecidas el lunes por el propio jefe del Gobierno, Saadedín el Otami, que cifraba los nacionales bloqueados en 7.500. Una vez aclarado cuál es el número de afectados, conviene escuchar a algunas de esas 18.260 personas para hacerse una idea de la dimensión del problema.

La asesora jurídica Itchrak Maatouk, de 40 años, relata por teléfono su situación desde la ciudad belga de Brujas. “Disculpe, pero estoy rota. Yo soy de Agadir. Vine solo por tres días a Brujas para entregarle a mi hermana papeles necesarios para su divorcio. Me veo confinada en un país extranjero, en una casa conviviendo con dos personas a punto de separarse. Ayer mismo se produjo una discusión tremenda. Y tengo a mi padre, de 75 años, solo en Agadir. Yo tendría que estar con él, ayudándole. Y él tiene que salir a la calle. Si se contagia no me lo perdonaré en la vida".

Maatouk interrumpe su relato en varias ocasiones a causa del llanto. "Yo soy jurista y sé que hay una situación excepcional. Pero también entiendo que los ciudadanos tenemos derecho a ser repatriados. Marruecos es un país con recursos limitados, pero somos un gran país con una gran monarquía respetada en el mundo entero. No me pueden decir que me arme de paciencia porque ya he tenido demasiada paciencia durante más de un mes”.

Desde Estambul, Othmane Lahjaoui, de 35 años, cuenta: “Yo vine a Turquía con mi esposa marroquí, de 28 años, a finales de 2019. Queríamos conseguir la residencia. Y nos habían dado una cita para obtenerla. Pero ahora se ha pospuesto. Trabajábamos en una fábrica de zapatos y nos han despedido cuando llegó la pandemia. No tenemos dinero para pagar el alquiler. El casero nos llama dos o tres veces cada día. Ni siquiera tenemos para comprar agua, porque aquí no hay agua potable. Mi mujer pierde el conocimiento desde hace diez días por falta de alimento. Y conozco marroquíes que están viviendo en la calle, bajo la lluvia y el viento. Es cierto que el consulado está ofreciendo ayuda. Pero yo calculo que solo llega al 20% o 40% de la gente”.

Desde París, el médico Sufián Guenoni, de 40 años, explica: “Yo estaba en Oviedo. Cerraron el 13 de marzo las fronteras [de Marruecos] con España y me vine a París para volver desde aquí. Pero también las cerraron dos días después. Como médico, me gustaría estar ayudando a la gente en mi país. Dejé en El Aaiún a mi esposa con dos niños y una niña de menos de un año. La primera semana se aguanta, la segunda también... Pero lleva 35 días sola y alguien tiene que llevar dinero a casa”.

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“Es cierto”, continúa Guenoni, “que las autoridades consulares están ayudando a los marroquíes. Pero creo que esas ayudas solo llegan al 30%. La mayoría de nosotros no queremos hoteles, ni comida; queremos regresar. Hasta Sudán, que es el país más pobre del mundo, ha repatriado a su gente. Solo hay dos países que no lo han hecho: Burundi, que es el segundo más empobrecido, y Marruecos. Y creo que los que están peor de todos nosotros son los que están atrapados en Ceuta y Melilla. Porque ahí no tenemos consulado. Las autoridades españolas hacen lo que pueden. Pero viven en Melilla en tiendas de campaña anegadas por el agua. Esas no son las mejores condiciones para combatir el coronavirus”.

Desde Ceuta, el comerciante Hassan Elbakali, de 46 años, cuenta que salió junto a su esposa desde la localidad marroquí de Castillejos, próxima a Ceuta, una semana antes de que cerrasen la frontera. “Fuimos a ver a nuestra familia en Jerez de la Frontera. Cuando quisimos volver, la frontera estaba cerrada. Nos han acogido unos parientes en Ceuta. Pero la casa es pequeña y tenemos a nuestros tres hijos solos con la abuela. Y dentro de nueve o 10 días comienza el ramadán”.

Varios diputados de la oposición solicitaron este miércoles a la secretaria de Estado que ofreciera una fecha para el regreso de los marroquíes atrapados en el extranjero. Pero Nezha El Ouafi no pudo aportar ninguna.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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