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La estrategia hotelera de México para no dejar en la calle a miles de turistas

Al menos 5.000 extranjeros están varados en Ciudad de México sin poder regresar a sus países

Beatriz Guillén
Algunos hoteles en Ciudad de México operan en mínimos durante la cuarentena.
Algunos hoteles en Ciudad de México operan en mínimos durante la cuarentena.ALFREDO ESTRELLA (AFP)

Corina Serrano y su hija se sorprenden de ser casi las únicas por las aceras de la Avenida Reforma que llevan cubrebocas. “Aquí no se lo toman con seriedad. Tenemos miedo porque en México se viene lo peor en la pandemia y nosotras no conocemos a nadie ni tenemos familia aquí”. Ambas son de Santa Cruz (Bolivia) y entraron en el país el 4 de marzo, iban a pasar unos días por trabajo en Ciudad de México para después cruzar a Estados Unidos a visitar a una hermana de Corina. Sin embargo, desde que estalló la crisis del coronavirus y el Gobierno de Bolivia cerró fronteras se han quedado en tierra de nadie. “Estamos desesperadas por volver a nuestra casa. Estamos haciendo cuarentena obligatoria desde hace 15 días y esperando a que la embajada nos ayude a irnos”.

Ellas forman parte de los 5.000 turistas que están varados en Ciudad de México sin poder regresar a sus países, según los cálculos de la Secretaría de Turismo. En México, hay 5.014 contagiados por Covid-19 y 332 fallecidos. Desde el 1 de abril entró el vigor el cierre de todos los hoteles y recintos de hospedaje, como parte de la medida de suspensión de todas las actividades no esenciales. Desde entonces, las preocupaciones se acumulan para aquellos que no pueden retornar a sus hogares.

El Gobierno ha permitido quedarse en los centros de hospedaje a los turistas que entraron hasta el 31 de marzo, además de a los trabajadores que cumplan actividades esenciales (como personal médico), a los huéspedes de larga estancia y a las tripulaciones de las aerolíneas. Todos están obligados a cumplir la cuarentena en sus habitaciones, sin utilizar las áreas comunes, y los extranjeros deben ponerse en contacto con sus consulados para tratar de regresar a su país.

El argentino Nacho Herrera llevaba un año y medio viajando por Latinoamérica. La declaración de la pandemia le atrapó en Ciudad de México, donde lleva un mes alojado en Casa Pepe, un hostal del Centro Histórico. Ahora se ha convertido en el único huésped y solo está acompañado por dos miembros del personal. “Estaba aterrado porque no había vuelos para volver a Argentina. Quería regresarme y era imposible. Contacté con la embajada y había una lista terrible de argentinos en la misma situación. Así que he decidido quedarme en el hotel y esperar hasta que pase todo esto”, cuenta el joven, de 23 años. Solo sale del lugar para comprar comida.

El dueño del hostal, el español Javier Puente, plantea la idea de que los hoteles ahora no sean solo un lugar de hospitalidad, sino también de cuidados. “No podemos ser egoístas y vivir del turista toda la época en la que la economía está arriba y ahora que el turista nos necesita replegar las velas e irnos. Hay que ayudar a los que están varados”.

El Gobierno de la ciudad tiene planeado nombrar a unos establecimientos como hoteles Covid —para turistas que presenten síntomas— y a otros como hoteles no Covid —para los extranjeros que no han podido retornar y no han manifestado presencia de la enfermedad—. Sin embargo, todavía no sé sabe qué alojamientos van a ser elegidos ni cuántos ni cuándo van a entrar en funcionamiento.

Alberto Albarrán, director ejecutivo de la Asociación de Hoteles de Ciudad de México, ha asegurado que se mantienen en contacto con la Secretaría de Turismo para decidir ese listado. “Se va a valorar que sean hoteles grandes, con capacidad de aislamiento, para respetar el máximo de ocupación del 15%, y que estén cerca de centros hospitalarios públicos y privados”, ha explicado a EL PAÍS. Los establecimientos de la colonia Roma, en el centro de la ciudad, son “candidatos naturales”.

Mientras tanto, su Asociación —que incluye 270 establecimientos de la capital, de los cuales 230 están vacíos y cerrados— mantiene actualizada una relación con aquellos hoteles que siguen operando a puerta cerrada y con una ocupación entre el 5% y el 8%. La transmite a las embajadas para los nuevos turistas que lleguen y no encuentren alojamiento. En las páginas de reserva como Booking o Hostelworld no se incluye la advertencia del cierre de los centros de hospedaje.

A Fabiola Rebora, dueña del hostal Suites DF, le gustaría proponer su establecimiento para alojar turistas. Está embarazada y sabe que es “un riesgo” pero considera que “no se les puede tirar a la calle”. Su hostal, que se encuentra cerca del Monumento a la Revolución, está cerrado, pero mantiene a cuatro jóvenes de varias nacionalidades que esperan para regresar a sus países. Están confinados en los cuartos privados —las habitaciones comunes están clausuradas— y su marido se pasa cada día para ver si necesitan algo. No hay más empleados trabajando. “Los mandé a casa porque eran grupo de riesgo por diabetes y por ser mayores de 60 años”. Han cerrado sus reservas en línea y luchan por mantener a flote el proyecto que iniciaron hace nueve años.

Desde allí aguarda Joania S. la vuelta a Bolivia. Esta ingeniera informática, de 35 años, llevaba varias semanas visitando la península de Yucatán cuando fue cancelado su vuelo de regreso desde Cancún. Ha decidido desplazarse a Ciudad de México —donde se han centralizado los viajes internacionales de vuelta— a esperar las indicaciones de la embajada. Confían en que las fronteras bolivianas abran el 15 de abril y en los días siguientes salga un avión hacia La Paz. Está preocupada por el coste que puede alcanzar el boleto y por las familias de compatriotas varados a los que se les están acabando los recursos.

Qin You lleva semanas tratando de volver a Shenzhen, su ciudad natal al sureste de China. “Pero los vuelos son muy caros y temo que se cancelen después de comprarlos”, cuenta por WhatsApp esta joven china. Llegó a México el 3 de marzo con el propósito de quedarse un par de meses de vacaciones y ha acabado viviendo en un hotel esperando a que todo pase. Dice que está viviendo esta situación “con relajación” y que lo más importante que ha aprendido del ejemplo de su país es a respetar todas las medidas de protección, usar cubrebocas y gel sanitizante: “Hay que tratar de no salir y sobre todo, a todos, paciencia”.

Por su parte, el Gobierno de México todavía no ha aprobado ayudas o reducciones fiscales para el sector, según confirma Albarrán, de la Asociación de Hoteleros de Ciudad de México, que cifra las pérdidas diarias por el cierre de hoteles en 60 millones de pesos (unos 2,5 millones de dólares al día). El Consejo Nacional Empresarial Turística ha pedido al Ejecutivo de Andrés Manuel López Obrador un paquete de 14 medidas para “evitar la quiebra de empresas y la pérdida masiva de empleos”, entre las que se incluye la prórroga de pagos de IVA, ISR o de contribuciones sociales como el IMSS y el Infonavit.

La prueba más dura es para los pequeños establecimientos. Puente, que también es presidente en México de la Asociación Internacional de Marketing y Hostelería, va a pedir un crédito para mantenerse durante estos meses: “La empresa se va a endeudar para poder sobrevivir. Hay que hablar con los proveedores y con los empleados, explicar que este es el dinero que hay y negociar”. El empresario confiesa que espera poder compensar a sus trabajadores con subidas de sueldo o bonos cuando todo se arregle.

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Sobre la firma

Beatriz Guillén
Reportera de EL PAÍS en México. Cubre temas sociales, con especial atención en derechos humanos, justicia, migración y violencia contra las mujeres. Graduada en Periodismo por la Universidad de Valencia y Máster de Periodismo en EL PAÍS.

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