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Putin defiende a Trump contra el ‘impeachment’ y carga contra los demócratas

El presidente ruso insinúa un vago cambio constitucional y alienta la especulación sobre si maniobrará para seguir en el poder

María R. Sahuquillo
Vladímir Putin, este jueves durante su conferencia anual de prensa.
Vladímir Putin, este jueves durante su conferencia anual de prensa.ALEXEI DRUZHININ (AFP)
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El ‘impeachment’ contra Trump avanza y será juzgado en el Senado

Vladímir Putin le ha lanzado un cabo a Donald Trump. El líder ruso ha defendido este jueves al presidente estadounidense en su proceso de destitución contra lo que considera acusaciones “espurias” y “fabricadas”. Repitiendo el argumentario de su homólogo norteamericano y del Partido Republicano, ha cargado contra los demócratas y les ha acusado de maniobrar a través del impeachment para tratar revertir su derrota electoral en 2016. En su conferencia de prensa anual, un evento maratoniano y multitudinario, Putin se ha mostrado bastante convencido de que Trump, con el que siempre ha dado muestras de mantener gran sintonía, sobrevivirá al histórico proceso.

Putin, que siempre ha rechazado las investigaciones de las agencias de inteligencia estadounidense que en 2017 determinaron que Rusia intervino en las elecciones presidenciales de 2016 para ayudar a que Trump fuese elegido, se mofó del Partido Demócrata. “Perdieron las últimas elecciones y ahora quieren ganar por otros medios. Primero acusaron a Trump de conspirar con Rusia. Luego resultó que no había colusión y que no podían tomarla como base de un juicio político. Y ahora están con esta presión inventada sobre Ucrania”, ha dicho Putin al ser preguntado por el impeachment ante más de 1890 periodistas.

Esta madrugada, la Cámara de Representantes aprobó el proceso de destitución contra Trump por abuso de poder al presionar al presidente ucranio, Volodímir Zelenski para que investigase a un hijo de su rival político Joe Biden, y obstrucción al Congreso. Pero firme, el presidente ruso ha dudado de que el Senado, de mayoría republicana, vaya a aprobar el impeachment por lo que definió como “cargos inventados”.

Las relaciones entre Washington y Moscú están bajo mínimos por las acusaciones de injerencia, las sanciones y la retirada de un tratado nuclear clave desde la Guerra Fría. Pero Putin ha vuelto así a dar su apoyo a Trump después de que el año pasado en su cumbre de Helsinki declarase que deseaba que su homólogo ganase las elecciones y a quien ha invitado el próximo mayo a Moscú a la gran conmemoración por el 75º aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi. Trazando una línea imaginaria entre el presidente estadounidense y su Administración, el líder ruso afeó sin embargo a la Casa Blanca su “falta de interés” por renovar un acuerdo de control de armas nucleares y reiteró que a cualquier maniobra de EE UU, Rusia responderá “de manera simétrica”.

En una comparecencia maratoniana de cuatro horas y 20 minutos con una escenografía cuidada, Putin ha abierto la puerta a ciertos cambios en la Constitución de Rusia. Con un discurso deliberadamente ambiguo, ha alimentado así la especulación sobre sus opciones de permanecer en el poder o saltar de nuevo al sillón de primer ministro. “Los cambios constitucionales requieren una amplia discusión dentro de la sociedad y deben hacerse con mucho cuidado”, ha comentado sin más el presidente ruso, sentado en un estrado frente a una pantalla gigante que alternaba un enorme mapa de Rusia con imágenes históricas.

El líder ruso no puede perpetuarse legalmente más allá de 2024, año en que expira su actual mandato. Qué ocurrirá entonces sigue siendo una de las mayores incógnitas del panorama político de Rusia. Putin, de 67 años, no tiene un sucesor claro. Hasta ahora, ha rehusado aclarar de ninguna forma sus planes.

Putin cumple este año dos décadas en el poder —entre sus años de primer ministro y de presidente— y ha aprovechado su tradicional cita invernal con los periodistas para presumir de gestión y recordar a los rusos que ahora se vive mejor que en los turbulentos años noventa; consciente de que una de sus bazas electorales más potentes siempre ha sido la estabilidad. Sin embargo, este año no hay muchas razones para presumir, la economía rusa está estancada: se estima que no crecerá más del 1,3% este año, cifra por debajo del 1,8% que el presidente ruso pronosticó el pasado; tampoco se han cumplido sus promesas de una mejora en el nivel de vida de los rusos.

Y eso está pasando factura al presidente ruso, cuya popularidad ha caído 25 puntos porcentuales en su índice de aprobación desde 2015 —actualmente está en 65%—, según el Centro de Investigación de Opinión Pública de Rusia en Moscú. La sociedad rusa, poco dada a manifestarse, cada vez sale más a la calle para protestar por asuntos sociales, como el deterioro de los hospitales o los problemas ambientales. Y este verano, la capital vivió protestas multitudinarias contra la exclusión de candidatos opositores a las elecciones locales.

La rueda de prensa anual de Putin se ha convertido en un auténtico show. Los medios estatales rusos calientan el ambiente días antes y periodistas llegados de todo el país acuden al evento en un centro de congresos de la capital donde se afanan —agitando carteles con todo tipo de símbolos y lemas para llamar la atención e incluso ataviados con trajes regionales—para que el presidente les conceda una pregunta. Es la oportunidad para Putin de pasar revista a multitud de temas internos.

Sin embargo, el evento es cada vez más un foro de peticiones al presidente ruso que, en el papel de gran líder que le gusta desplegar, las atiende. Este jueves, le han pedido la construcción de otra línea de metro en Ekaterimburgo; también que investigue la situación de los derechos de los veteranos. La interpelación en directo ha obrado su ‘magia’. Tras el maratón de prensa las autoridades de la capital de los Urales han dicho que se ha comenzado a preparar el proyecto de metro y el comité de investigación ruso ha abierto un caso para salvaguardar los beneficios de los antiguos miembros del Ejército.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.

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