‘Impeachments’ en la era del selfi: el gran debate dentro del Capitolio
Un congresista que evoca a Poncio Pilato, otro que habla en español y hambre de gloria en Twitter: así ha sido la jornada
El de este miércoles por la noche fue el tercer impeachment en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, pero el primero en la era del selfi y de Twitter. Eso no lo vieron venir los padres fundadores cuando diseñaron el procedimiento. El equipo de comunicación del Capitolio, sin embargo, sí sabía a qué atenerse. Dada la fiebre periodística de tomarse fotos en cada misión -ya sea una rueda de prensa- por la mañana repitieron hasta la saciedad la norma de no sacar ni la más mínima instantánea dentro de la sala del pleno o de la propia sala de trabajo de los periodistas, contigua al hemiciclo. “¡No se pueden tomar fotos, no se puede hacer selfis, solo los fotógrafos acreditados pueden usar las cámaras!”, clamaba una y otra vez uno de los empleados subido a una silla. “Pero los congresistas sí hacen fotos…”, protestaba una periodista. “Pues preséntese a las elecciones y gane”, respondía el otro.
La última vez que los estadounidenses asistieron al espectáculo de una votación como esta fue el 19 de diciembre de 1998, con el presidente Bill Clinton. Ya existían los primeros medios digitales, pero el público siguió el acontecimiento principalmente por televisión. Una joven Fox News se lanzó voraz sobre al asunto, al igual que las otras cadenas de noticias 24 horas en plena expansión. Hoy en día, sin embargo, los propios legisladores tienen muy claro que su minuto de gloria se juega en las redes y algunas intervenciones parecen diseñadas especialmente para el público de Twitter.
Barry Laudermilk, representante republicano del Estado de Georgia, se mantuvo como tendencia durante todo el día en la red social tras su peculiar comparación entre el presidente Trump y Jesús. “Antes de este histórico voto esta noche, una semana antes de Navidad, quiero que tengan en mente que cuando Jesús fue falsamente acusado de traición, Poncio Pilato le dio la oportunidad de enfrentarse a sus acusadores”, dijo, y luego tuiteó el vídeo. El demócrata Al Green, de Texas, tomó la palabra con la famosa fotografía de una niña llorando en la frontera junto a su madre inmigrante, y la colocó a su lado mientras evocaba a George Mason (1725-1792), uno de los ideólogos del impeachment, preguntándose: “¿Debería algún hombre estar por encima de la ley?”.
Al principio, todo parecía mucho más intenso a través de la pantalla, en el plano corto. La sesión comenzaba a las nueve de la mañana y podría alargarse hasta bien entrada la noche. Así que este debate, justamente calificado como histórico, parecía todo menos importante, con el hemiciclo a medio ocupar por los legisladores y la galería del público llena de vacantes. Había más animación en las protestas en la calle. El que le concedió mayor solemnidad al asunto fue el congresista republicano Jim Jordan de Ohio, famoso por intervenir en mangas de camisa y que ha sido una de las voces más feroces en defensa de Trump en los Comités de Inteligencia y el de Justicia. Este miércoles se vistió con blazer.
A medida que avanzó la jornada y los manifestantes se recogieron, empezó la tensión dentro del Capitolio. La sala se fue llenando, los abucheos y gritos empezaron a ser más frecuentes. Los demócratas “no solo odian a Donald Trump, odian a los 63 millones de americanos que votaron a este presidente”, había espetado Steve Scalise, para provocar uno de los rifirrafes.
Más algodonoso había resultado el representante por Massachusetts Joe Kennedy III -un Kennedy pata negra, sobrino nieto de JFK de 39 años- que empezó su intervención leyendo una carta a sus hijos. Otro, el californiano Lou Correa, llamó la atención al pronunciar su discurso en español. Hacia el final del debate, cuando faltaba poco para el voto final, se animaron a levantarse y aplaudir a algunos de los suyos.
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