Presidentes bajo sospecha
Los demócratas Clinton y Johnson fueron sometidos al ‘impeachment’, pero finalmente no fueron destituidos. El republicano Nixon dimitió antes del inicio del proceso
Cuando los fundadores de Estados Unidos redactaron la Constitución, consagraron como norma que un presidente no está por encima de la ley. El segundo de los siete artículos de la Ley Fundamental permite que un presidente, vicepresidente y cualquier cargo público civil sea sometido a un impeachment por casos de “traición, soborno, altos delitos o faltas”.
Hasta ahora solo se han activado dos procesos de destitución: a Andrew Johnson (1868) y a Bill Clinton (1998), ambos del Partido Demócrata. Ninguno prosperó. El expresidente republicano Richard Nixon dimitió en 1974 cuando los legisladores estaban en los preparativos del juicio político. Donald Trump es el tercer mandatario en la historia cuyo caso se somete a la votación de la Cámara de Representantes para determinar si debe ser juzgado en el Senado y si continúa al frente del país.
El escándalo Lewinsky
Bill Clinton es el único presidente estadounidense del siglo XX sometido a un impeachment. En 1998, durante su segundo mandato, el demócrata fue acusado por perjurio y obstrucción a la justicia por ocultar la relación sexual mantenida un año antes con la becaria de la Casa Blanca Monica Lewinsky. El caso tiene sus orígenes en la investigación de un fiscal a una operación inmobiliaria del matrimonio entre el mandatario y Hillary Clinton. Este juicio fracasó, pero el fiscal abrió otro por una denuncia de acoso sexual presentada por Paula Jones.
El caso derivó en un examen de la conducta sexual del presidente que acabó por destapar la relación con Lewinsky. “No tuve sexo con aquella mujer”, es la frase emblemática que proclamó Clinton en el juicio del que salió absuelto. La Cámara de Representantes aprobó el proceso, pero el Senado, que tenía que dirimir si el mandatario mintió bajo juramento cuando negó haber mantenido una relación sexual con Lewinsky —con la que mantuvo sexo oral— votó por mantenerlo en el cargo.
El caso Watergate
La detención de cinco ladrones en las oficinas del Partido Demócrata en el edificio Watergate, en Washington, acabó dos años después, en agosto de 1974, con la dimisión del presidente Richard Nixon. Los esfuerzos de la Administración del republicano por encubrir el escándalo de espionaje y por obstruir las investigaciones del Congreso pusieron fin al mandato del republicano. Nixon prefirió presentar su renuncia antes de ser sometido a un proceso de destitución. Justo cuando el pleno de la Cámara de Representantes iniciaba los preparativos para votar el impeachment, el republicano apresuró su salida.
El primer precedente
Un siglo después de la aprobación de la Constitución estadounidense, el presidente demócrata Andrew Johnson fue el primero en someterse a un proceso de destitución. Ocurrió en 1868, en un ambiente de extrema polarización en el país, tres años después del fin de la guerra civil. El proceso se originó en un conflicto entre demócratas y republicanos, cuando el Congreso, controlado por los republicanos más radicales, aprobó una ley que impedía a Johnson destituir, sin el apoyo del Senado, a cargos públicos designados por la Cámara alta.
El mandatario, haciendo caso omiso de la normativa, destituyó a su ministro de Guerra, Edwin Stanton, un aliado de los republicanos. Apenas 11 días después, la Cámara de Representantes aprobó que se le juzgara y finalmente el Senado, donde se necesitan dos tercios para destituir a un presidente, se quedó a un solo voto de efectuar el impeachment.
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