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Evo Morales sale de Bolivia desde una antigua base de la DEA

El Gobierno de Morales había convertido una antigua base estadounidense de la lucha contra el narcotráfico en un aeropuerto internacional en el corazón de la selva boliviana

José Pablo Criales
Evo Morales en el aeropuerto de Chimoré en 2016.
Evo Morales en el aeropuerto de Chimoré en 2016.

Al llegar al Aeropuerto Internacional de Chimoré se puede ver un río, del lado derecho, y del lado izquierdo el poblado donde viven alrededor de 21.000 personas, según el último censo de 2012. Cuando el avión aterriza atraviesa una pista de 4.000 metros que se aleja de la vista de la civilización en unos segundos para adentrarse en la frondosa selva boliviana. Chimoré, provincia Carrasco, departamento de Cochabamba, se encuentra en el centro de Bolivia. Está, también, a 30 kilómetros del Chapare, la región donde se cultiva el 30% de la hoja de coca producida en Bolivia. En 2015, cuando el entonces presidente Evo Morales inauguró el aeropuerto, dijo: “Esta era la base militar de Estados Unidos, desde aquí se violaba la soberanía y la dignidad del pueblo boliviano”.

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Desde ese mismo aeropuerto partió el lunes por la tarde hacia su exilio en México. Una antigua base de la Administración para el Control de las Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) en la cual, hasta 2006, operaba el gobierno de los Estados Unidos, según afirmó el mismo expresidente. Morales terminó de expulsar a la DEA del territorio boliviano, acusándola de “actividades conspirativas”, en noviembre de 2008.

El aeropuerto de Chimoré tiene una pista más grande que la de Viru Viru, el de Santa Cruz, adonde llegan la mayoría de los vuelos internacionales a Bolivia, y también es más grande que la del propio aeropuerto de la ciudad de Cochabamba. Su extensión solo es comparable con la pista del aeropuerto de El Alto, que también atiende a la sede de Gobierno, La Paz. Su rehabilitación comenzó en 2011 y la obra –la pista, torre de control y la terminal de pasajeros de 5.100 metros, una de las más modernas del país– costó 34,5 millones de dólares. Fue inaugurado el 17 de octubre de 2015 con el nombre de Soberanía.

En 2017, según reportan medios locales, el aeropuerto recibía tres vuelos semanales de Boliviana de Aviación, la aerolínea estatal, provenientes de Cochabamba, en aviones para 50 pasajeros que viajaban —para esas fechas— al 40% de su capacidad. Soberanía servía para los turistas que viajaban a Villa Tunari, puerta de entrada al Chapare, a los parques nacionales Machía y Carrasco, en la zona más tropical de Bolivia, y para los trabajadores de la planta de urea, un fertilizante natural, en la localidad de Bulo Bulo. También es la base de dos aviones de la lucha antidrogas, y otros dos de la escuela de la Fuerza Aérea.

Tras su renuncia, el domingo, el ahora expresidente de Bolivia fue a refugiarse a la zona cocalera, a rodearse de los suyos, en el lugar donde comenzó su carrera política como líder sindical –encargado de deportes– de los plantadores de coca. Ahí lo dejó el avión Falcon francés que su gobierno compró en 2010 y partió en otro de las Fuerzas Armadas mexicanas. “Me duele abandonar el país por razones políticas, pero siempre estaré pendiente. Pronto volveré con más fuerza y energía”, fue lo último que tuiteó desde Bolivia, en la pista del Soberanía.

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Sobre la firma

José Pablo Criales
Es corresponsal de EL PAÍS en Buenos Aires. Trabaja en el diario desde 2019, fue redactor en México y parte del equipo de la mesa digital de América. Es licenciado en Comunicación por la Universidad Austral y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS.

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