Netanyahu renuncia a formar Gobierno tras una década en el poder en Israel
El presidente israelí se dispone a encargar la formación de Gabinete al centrista Gantz
En un reconocimiento explícito de impotencia, el líder que ha conducido el timón de Israel durante la última década ha tirado la toalla. El primer ministro israelí en funciones, Benjamín Netanyahu, renunció el lunes a formar Gobierno, tres días antes de que expirara el plazo concedido por el presidente Reuven Rivlin. Los resultados no concluyentes de las legislativas del 17 de septiembre se han traducido en un nuevo bloqueo político, que amenaza con desembocar en otra repetición electoral. Si el líder centrista Benny Gantz, a quien Rivlin se dispone a trasladar el encargo en las próximas horas, no logra conformar un Gabinete de coalición al término de otras cuatro semanas, los israelíes pueden verse obligados a votar por tercera vez a sus diputados en apenas un año.
“He trabajado sin descanso para establecer un Gobierno de unidad de amplio espectro, como quería el pueblo”. Un cariacontecido Netanyahu reconoció así en las redes sociales su incapacidad para cerrar un pacto nada más terminar las festividades judías de otoño, que han semiparalizado la actividad política durante tres semanas. El primer ministro responsabilizó al líder de la oposición de centroizquierda de “rechazar una y otra vez los intentos de abrir una mesa de negociación para evitar unas nuevas elecciones”.
El principal escollo en el entendimiento entre el Likud y Azul y Blanco ha sido determinar cuál de los dos líderes —Netanyahu o Gantz— debería ocupar en primer lugar la jefatura de Gobierno de forma rotativa. El primer ministro necesita abrir el turno de poder. Sus abogados comparecieron a comienzos de mes ante el fiscal general de Israel en una audiencia previa a una eventual inculpación por tres casos de fraude y soborno investigados por la policía.
Yair Lapid, exministro de Finanzas y principal socio político del exgeneral Gantz, arremetió contra Netanyahu por “haber fallado una vez más a los ciudadanos”. “Azul y Blanco está determinado a formar un Gobierno de coalición de base progresista”, anunció el cofundador de la alianza centrista. Pero ni el bloque de derechas, encabezado por el Likud de Netanyahu, ni el de centroizquierda, liderado por la alianza Azul y Blanco de Gantz, consiguieron alcanzar la mayoría —fijada en 61 votos en la Kneset (Parlamento, de 120 escaños)— en las últimas legislativas, convocadas en repetición de los comicios celebrados en abril.
Los 55 diputados que suma el Likud (32 escaños en el recuento definitivo) junto con sus dos socios ultraortodoxos (16) y de la extrema derecha (7) superan a los 54 que acumula Azul y Blanco (33 parlamentarios), más los apoyos de los laboristas (6), de la izquierda pacifista (5) y de 10 de los 13 miembros de la Lista Conjunta árabe, que se han mostrado dispuestos a apoyar al antiguo jefe del Ejército.
La gobernabilidad, sin embargo, sigue dependiendo de los ocho diputados de Israel Nuestra Casa, movimiento laico conservador liderado por el exministro de Defensa Avigdor Lieberman. Defiende un Ejecutivo de unidad nacional, pero no se ha inclinado por ninguno de los dos bloques, ya que se niega a pactar tanto con los ultraortodoxos como con los árabes.
Netanyahu, el primer ministro que durante más tiempo ha gobernado en Israel —13 años, los 10 últimos de forma consecutiva— no logró revalidar en septiembre en las urnas la mayoría parlamentaria con la que dirigió la pasada legislatura (2015-2019) el Gobierno más conservador en la historia del Estado judío. La coalición de la gran derecha se rompió a finales del año pasado tras la salida de Lieberman, opuesto a la estrategia de contención del primer ministro en la franja de Gaza y enfrentado a los ultrarreligiosos por sus privilegios sobre la mayoría laica de Israel.
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