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Los partidos árabes de Israel impulsan al centrista Gantz como primer ministro frente a Netanyahu

Por primera vez desde 1992, cuando respaldaron a Isaac Rabin, los diputados de origen palestino proponen un candidato judío

Juan Carlos Sanz
Gantz, en una reunión tras las elecciones el pasado 19 de septiembre.
Gantz, en una reunión tras las elecciones el pasado 19 de septiembre.Amir Levy

“Queremos poner fin a la era de (Benjamín) Netanyahu, anunció ayer al presidente de Israel, Reuven Rivlin, el líder de la Lista Conjunta de partidos árabes, Ayman Odeh, apenas cinco días después de la celebración de las elecciones legislativas. “Proponemos que se encargue la formación del Gobierno a [el centrista] Benny Gantz”, dijo, “puesto que Netanyahu ha declarado ciudadanos de segunda clase a los árabes de Israel, que suman una quinta parte de la población”.

El partido de Gantz, la alianza centrista Azul y Blanco, obtuvo 33 escaños en los comicios del pasado martes y aventaja al conservador Likud de Netanyahu, que suma 31 diputados. El bloque de centroizquierda (57 parlamentarios) también supera al de la derecha (con 55). El resto de los 120 escaños de la Kneset están controlados por el conservador laico Avigdor Lieberman, el exministro de Defensa enfrentado políticamente al jefe de Gobierno en funciones, y su partido Israel Nuestra Casa.

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Por primera vez desde 1992, cuando los diputados de la Kneset (Parlamento) de origen palestino auparon al laborista Isaac Rabin para que impulsara los Acuerdos de Oslo, un candidato judío recibe el respaldo de la minoría árabe, que representa un 20% de la población del Estado hebreo. Como Rabin, asesinado por un extremista judío en 1995, es otro antiguo general jefe de las Fuerzas Armadas que ha combatido a los palestinos quien recibe el apoyo político de los árabes de Israel. Gantz dirigió en el verano de 2014 una guerra en la franja de Gaza que se saldó con 2.200 muertos (dos tercios de ellos civiles) frente a 73 israelíes (en su mayoría militares), que acabó devastando el enclave costero.

El jefe del Estado israelí emprendió ayer las consultas con los partidos antes de tomar la decisión —previsiblemente hoy, cuando concluya la ronda con todas las formaciones políticas— de encargar Gobierno a uno de los cabezas de lista en las legislativas.

El líder del Likud y Gantz se postularon a sí mismos para liderar el próximo Gabinete al frente de una gran coalición de fuerzas. El exgeneral centrista, sin embargo, descarta cualquier pacto que incluya a Netanyahu —aunque sí acepta negociar con su partido—, ya que a comienzos de octubre el primer ministro que ha conducido Israel durante una década puede ser imputado por corrupción en tres casos examinados por el fiscal general.

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Lieberman, el dirigente más votado entre el millón de judíos israelíes de habla rusa, declinó pronunciarse sobre a quién debía encargar el presidente Rivlin la misión de superar el bloqueo político. “Netanyahu quiere formar Gobierno con los partidos ultraortodoxos, que son nuestros rivales políticos”, advirtió en una reunión interna de Israel Nuestra Casa, “y Gantz pretende pactar con la Lista Conjunta, que son nuestros enemigos”. Lieberman —colono que habita en un asentamiento judío próximo a Belén, en la Cisjordania ocupada por Israel desde 1967— mantiene una profunda actitud antiárabe desde hace décadas.

Difícil coalición de fuerzas

A pesar de contar en principio con más apoyo parlamentario que Netanyahu, a Gantz le resulta difícil conformar una coalición viable en la fragmentada Cámara. El impulso procedente de los partidos árabes (13 escaños) y el previsible apoyo que recibirá hoy del laborismo (seis) y de la nueva izquierda pacifista (cinco), no logra sumar la mayoría de 61 diputados exigida en la investidura.

Netanyahu advirtió anoche de que Gantz solo puede aspirar a formar “un Gobierno minoritario junto con aquellos que rechazan la existencia de Israel como Estado judío y democrático”, dijo en alusión a la minoría árabe, o a negociar como alternativa un “Gobierno de unidad nacional de amplia base”.

Azul y Blanco tal vez precise consensuar un Gabinete de unidad con el Likud. Esta es la fórmula que parece preferir el presidente de Israel a la vista de los resultados de las generales, que fueron convocadas apenas cinco meses después de las anteriores legislativas. Los comicios de abril se saldaron de forma no concluyente, sin que Netanyahu pudiera formar Gobierno ante la constatación del bloqueo político.

“Los dos principales partidos tienen una representación similar y deberían unir sus fuerzas para conseguir un Ejecutivo estable”, argumentó ayer Rivlin ante un grupo de dirigentes del Likud, formación en la que militó en el pasado dentro de una corriente enfrentada a Netanyahu. “Eso es lo que quiere la gente”, advirtió, “y no podemos ignorarlo”.

Los cuatro partidos árabes que integran la Lista Conjunta han tenido serias dificultades internas para recomendar que el exgeneral Gantz reciba el encargo de formar Gobierno. Los islamistas de Balad acataron la votación que tomó la decisión, pero no quisieron asistir a la cita con el presidente del Estado de Israel.

“Este será el paso más importante para [forzar] el final de la carrera política de Netanyahu”, explicó Odeh, líder del ala progresista de la comunidad árabe, en una tribuna publicada en The New York Times. El dirigente del sector más nacionalista de la coalición de partidos, Ahmed Tibi, ha destacado que “la incitación al odio practicada por Netanyahu durante la campaña ha movilizado a la población árabe en las urnas”. El incremento de la participación ha apuntalado a la Lista Conjunta como tercera fuerza de la Kneset. “Hoy escribimos la historia”, proclamó Tibi, “haremos todo lo posible para que caiga [el primer ministro]”.

La importancia de la decisión de apoyar a Gantz estriba precisamente en que puede abrir la puerta a “la era pos Netanyahu en la política y la sociedad de Israel”, concluía el analista del diario Haaretz Anshel Pfeffer.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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